16-Historia de dos

117 6 0
                                    

La desperté a besos para desayunar. Al verla despertar y que sus ojos se posaran sobre los míos...vaticiné, en tenerla cada día así, en un lugar en el que pudiéramos llamar hogar.
¡Algún día! Algún día llegará ese momento y será el momento más feliz de mi vida, porque estar junto a ella es mi felicidad.

—Pedí que me trasladen de colegio—me dice y quedo sorprendida.

—¿Por qué?—pregunto

—Porque quiero estar más cerca de ti y llegar temprano. Ya averigüe y cerca de acá hay un colegio secundario y así poder dar clases ahí. —dice mientras toma té con leche que prepare con tanto amor y unas tostadas con queso crema.

—¡Enserio! ¿Sabías que mi materia preferida era Literatura?—pregunto aunque ya se su respuesta.

—¡Claro! Siempre sacabas excelentes notas. No podía dejar de ver como escribías con tanta delicadeza y sensibilidad. Tus palabras eran tan perfectas que demostrabas más de lo que escribías. —me dijo sonrojada de sus propias palabras.

—¿Enserio te gustaba como escribía?—pregunte mientras me acercaba para robarle un beso. —Lo que significa que me mirabas más de lo que podía haberme imaginado—se sonroja y esconde su mirada.

—¡Como tú me mirabas también! Podía sentir tus ojos mirándome. Pero a pesar de tu distracción siempre prestabas atención y por eso tus notas eran tan buenas.

—No solo eso, era porque mi profesora era hermosa y no podía dejar de prestar atención, por eso quería hacer todo perfecto para que me notaras. —digo mientras sonreímos cómplices de nuestras propias palabras.

—No necesitabas llamar mi atención con buenas notas. Te prestaba atención porque me gustaba hacerlo, porque quería ver cada detalle de ti, de tus rasgos y tus movimientos.

—Hablando así pareces una acosadora. —rio torpemente.

—Tal vez lo era—me decía acorralando mis labios entre los suyos.

—¿Quieres ir a almorzar afuera y luego ir a tu departamento? —trato de decir mientras me zafo de sus labios hermosos.

—¡Por supuesto!—dice besándome y yendo a la ducha. Me hace un gesto como para seguirla.

La dejo esperando unos minutos y la sorprendo. La tomo por su cintura y comienzo a besar su cuello y tocar sus pechos y su encantador vientre hasta llegar a lo más profundo. Ella lo desea, sus caderas se mueven en una danza nupcial, se aferra a mi cuerpo y me besa.

Almorzamos en un restaurant cerca y después nos encaminamos a su departamento que quedaba lejos, ahora entiendo porque pidió su traslado.

En su mesita de luz había una foto de su familia, no la había visto cuando estuve con ella la última vez, tal vez porque solo le preste mi total atención a ella.

—¿Tu familia dónde está?—pregunto mientras la levanto.

—Ellos están en su país de origen, volvieron mientras yo preferí quedarme a aquí. —me dice abrazándome de espalda y apoyando su mentón en mi hombro, observando la foto conmigo.

—Estados Unidos ¿No?

—Si. Yo nací acá pero no me quise ir.

—¿Y tu hermano?

—Él también se fue y se graduó en abogacía. Pero cada tanto me llama para saber cómo estoy.

—¿Es menor que vos?—pregunto intrigada.

—¡Si! ¿Por qué te interesa?

—Es solo que los hermanos mayores suelen ser muy protectores con sus hermanitas y estaría pendiente de con quien sales. —digo un poco incomoda.

Sólo Su MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora