En el baile de máscaras que tiene lugar en medio de la ciudad Akaashi encuentra a su novio, Bokuto, besándose con otra persona.
Un Akaashi roto, cegado por el dolor de una traición.
Un Bokuto violento y desesperado por recuperar él que alguna vez f...
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Chat entre Kenma y Bokuto:
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Kuroo fue al rescate de Akaashi y Kenma al de Bokuto, esos dos nunca les fallaban.
"Juro que si lo veo lo cago a trompadas", Kuroo había perdido la paciencia, la primera la perdonaba, pero la segunda ya no. "Con todo lo que le costó a Aka acceder a ir, ¿cómo puede hacerle eso?", caminaba por la playa siguiendo el mapa del celular, buscando a Akaashi y lo encontró.
El pelinegro estaba sentado en la arena, mirando fijo al mar. Kuroo ralentizó el paso y se acercó sin hacer ruido, en un movimiento lento se sentó a su lado en la misma posición. Ninguno dijo nada, él sabía que era mejor no hablar en esa situación, Akaashi era como un hermano para él, y lo conocía mejor que nadie, sabía exactamente lo que tenía que hacer, dejarlo solo con sus pensamientos pero quedarse a su lado.
Y así fue, los dos amigos pasaron horas sentados mirando el mar, viendo el amanecer, los cálidos colores y casi irreales los bañaban en la fría madrugada, el sonido del agua y las olas rompiendo llenaban el silencio entre ellos. Akaashi estaba roto, pero tener alguien con quien estar lo hacía sentirse menos solo, intentó centrarse en eso, pero los flashbacks del beso lo atormentaban. Intentó contenerse, lo intentó con todas sus fuerzas, pero fue en vano, empezó a llorar en silencio, no quería perturbar la paz ilusoria del lugar, lloraba con el corazón en la mano y el pecho vacío, solo había dolor en ese momento para él.
A unos kilómetros de esa falsa tranquilidad se producía una escena completamente distinta.
Kenma había llegado agitado de tanto correr al lugar donde Bokuto le había dicho. Paró un segundo al verlo desde lejos, y se inclinó a recuperar el aire. De afuera parecía un antro, el lugar estaba entre callejones oscuros y silenciosos, tenía un cartel roto que colgaba de una punta y la entrada estaba llena de hombres borrachos y drogados.
Kenma se acercó al lugar un poco temeroso, no llegaba ni al metro setenta, si algo sucedía no sería demasiado capaz de defenderse. "Nada va a pasar, tengo que encontrar a Bokuto" se desechó de sus malos pensamientos y entró con la cabeza bien alta, ni siquiera había guardias. No fue difícil localizarlo, Kenma se dirigió a donde sabía que podría encontrarlo, la barra.
Y efectivamente ahí estaba, tenía a su lado tres botellas vacías, no pudo ver bien de qué eran, pero parecían fuertes y baratas, la preocupación lo abrumó. El teñido corrió hacia donde estaba su amigo y le sacó de un manotazo la botella que estaba llevándose a la boca.
—¡Eh! ¡¿Qué crees que estás haciendo?! — Bokuto gritó mientras se daba vuelta, veía todo borroso y no pudo distinguir al idiota que le había sacado su trago hasta que por fin pudo enfocar la vista y sonrió borracho— Keenma, mi amigo — estaba claramente borracho.
Kenma lo miró prestando atención a cada detalle. Tenía los ojos rojos e hinchados, el pelo mojado al igual que la ropa, olía espantosamente a alcohol barato y arrastraba las vocales de forma peligrosa. Pero se asustó cuando dirigió la mirada a la botella que agarraba. Bokuto tenía la mano ensangrentada, los nudillos abiertos al rojo vivo, y la sangre caía tranquilamente, sin apuro.
—¡Bokuto! ¡¿Qué pasó?! — Kenma estaba asustado, nunca había visto a su amigo así. Bokuto lo miró extrañado y después de pensarlo un tiempo se miró los nudillos.
— Ahh, ¿esto? ... no se como me lo hice, ¿a qué le pegué? — parecía bromear, pero a Kenma no le hizo ninguna gracia.
— Suficiente, nos vamos — lo agarró del brazo con determinación.
— En tus sueños — Bokuto se soltó con brusquedad empujando a su amigo quien se tropezó con un muchacho alto y musculoso tirándole el trago encima.
— ¿Qué te pasa? — el hombre de metro noventa se dio la vuelta a encarar al bajito.
— Eh, perdón, fue sin querer. —intentaba evitarlo.
— Volvé acá pendejo —el hombre agarró a Kenma por el cuello de la remera y lo elevó en el aire.
— Soltame, no busco pelea — Kenma intentaba liberarse inútilmente.
— Lo hubieses pensado antes de empujarme — el musculoso llevó el brazo para atrás y amagó a pegarle cuando Bokuto se levantó del taburete hirviendo en ira y le encajó un puñetazo.
— Nadie se mete con mi amigo, gigante — le escupió. La mirada del otro chico era de temer, con una expresión severa no le sacaba los ojos de encima a Bokuto, estaba furioso y sediento de sangre. Se limpió la cara y con toda la furia que tenía dentro soltó una piña en la cara de Bokuto. Este último rió irónico y con todas sus fuerzas se abalanzó sobre él y lo tiró al suelo cayendo con un fuerte sonido.
Una pelea se desató en ese lugar, Kenma miraba atónito y asustado, ambos estaban demasiado sacados para poder pararlos, nadie quería meterse tampoco por miedo a salir lastimado, o morir de un golpe como algunos ya susurraban. Corría sangre y la gente que veía alrededor ya empezaba a apostar.
Bokuto estaba en el suelo debajo del gigante quien le estrelló la rodilla en la cara, un ruido doloroso para aquellos que lograron escuchar se extendió por el lugar. Sin darle tiempo a hacer otro movimiento Bokuto se levantó ensangrentado y lo atacó, una y otra vez, sus puños alcanzaron la cara ensangrentada de su rival golpeando todas las veces que le fue necesario para estar satisfecho.
Kenma estaba helado, no era capaz de mover un solo músculo, se escuchaban gritos de aliento y abucheos. Bokuto estaba cegado por el dolor del pecho y la furia, era una bestia suelta. Un último golpe y su rival quedó tirado en el suelo, con la respiración entrecortada y la remera llena de sangre, le escupió en la cara y se dirigió triunfante hacia la salida.
Más gritos y el dinero cambiando de mano en mano hicieron que Kenma volviera a sus sentidos y lo siguiera fuera del antro.
— ¿¡Qué mierda fue lo que pasó ahí adentro?! — le gritó como nunca antes había hecho. Bokuto lo miró mientras se secaba la sangre con la remera.
— Vamos a olvidar eso, volvamos a casa, me siento mareado— y como si no hubiese pasado nada Bokuto empezó a caminar tambaleándose. Kenma no sabía qué hacer ni decir, estaba mudo y sabía que hablar con un Bokuto borracho realmente no servía de nada, gastaría sus energías y tiempo en algo inútil.
— Hoy dormís conmigo y mañana cuando estés sobrio vamos a hablar muy seriamente — Kenma estaba furioso, no iba a dejarlo autodestruirse ni destruir al resto. Bokuto resopló sabiendo que no podía negarse, pero no dijo más. Caminaron el resto del trayecto en silencio, ambos en sus propios mundos.