Hospital.

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–¡Te gusta Calum!–Exclamó Mia.

Ahora que caigo, Mia se llama igual que la abreviación de "bulimia". Y yo, me llamo Ana, como "anorexia". Menos mal que me llaman Ann, porque si no ya me habría vuelto loca.

Seguro que las Ana y Mia de la enfermedad seran siempre mejores amigas que las demás.

Esa voz en mi cabeza me hizo perderme de la conversación, asi que decidí ignorarla.

–¡No contestas! Eso...¿Eso es que sí? – Intervino Claudia.

–No no no no no no...no, no. No. -Aclaré.

- Si si si si si si si si si...si, si. –Dijeron a a la vez.

Eso de que hablen a la vez empieza a dar miedo JAJA.

–Bueno...Un poquito.

Levanté mi mirada hacia ellas que me observaban con cara de "Sabemos que no, di la verdad".

–Vale si, me gusta. ¿Tan evidente es?

Todas reimos.

–Nah, no lo es, para nada.

Nótese la ironía. –Dijo Mia mientras reíamos.

Llegaron las 5, hora de estudiar hasta las 6, a las 6;30 había actividades alternativas.

Elegí Gimnasia Rítmica, martes y jueves y Ballet, lunes y miércoles.

Afortunadamente, Mia y Claudia  estaban en las mismas actividades que yo.

Empezamos las clases con otra presentación más, esto ya empezaba a cansarme.

La profesora de rímica se llamaba Margarita.

Empezamos la clase con unos abdominales que me hicieron marear, ya que no queria tampoco merendar.

Seguidamente calentamos puntas y umpeines.

Hizimos clases de riesgo, es decir, lanzar cintas, aros, mazas etc mientras damos vueltas y volteretas.

La clase pasó rápida.

Cogimos la ropa y nos dirigimos a las duchas, después cenamos, bueno cenaron.

Cuándo llegaron del comedor yo me encontraba en el escritorio leyendo cosas sobre Ana y Mia, empezé a marearme.

Comencé a leer un diario de una anorexica que bueno, ya le daba igual su vida, solo quería morir.

Me parecía tan fuerte todo lo que leí que me empezé a marear.

O quizás sería por que llevaba dias sin comer normal.

O quizás por ambas cosas.

Decidí dejar el movil y levantarme para subir a mi litera pero empezé a tambalearme.

Puedes, no, no puedes, si, puedes llegar, no hay otra solución.

Mi cabeza debatía eso continua y rápidamente.

Mi estomago estaba revuelto.

Pum.

Negro.

No recuerdo más.

Lo siguiente de lo que tengo memoria es de la chica que me habí presentado el internado, es decir, Charlotte, la directora y mis compañeras Mia y Claudia a mi alrededor agobiadas.

–Ann, Ann ¿Que ha pasado? ¿Estas bien?

–No... no lo sé.

Tenía mucho frío y de golpe mucho calor.

Cada vez sentía menos fuerzas para levantarme pero demasiado valor para hacerlo.

Estaba confundida, por el momento no sabía que había pasado.

– Subo a dormir, mañana lo hablamos, ahora no estoy bien.

– No, vamos al hospital.–Afirmó la directora.

– No hace falta...

– Come algo...–Aconsejó Mia.

¡No! No debes.

¡Callate estúpida voz!

Quizás solo sea una bajada de azúcar...–Aclaró.

–De acuerdo.

Mis amigas me acompañaron al comedor y finalmente cené puré de patatas y un filete.

Me tomaron la presión arterial y estaba bien.

La directora entró seria al comedor.

¿Me habría descubierto?

–Mañana vamos al hospital.

Asentí y fuí a dormir.

Sentía miedo.

Tenía la necesidad de meterme bajo mis sábanas para estar sola, para estar tranquila y a oscuras pero también de luz y de estar acompañada.

Me acurruqué bajo las sábanas y...

No sé que pasó, vi como si fantasmas de mi mente que yo daba por seguro que eran Ana y Mia me asustaban y gritaban.

Dí un gran bote y salí de ahí.

Realmente tenía miedo.

Y...¿Si me pasaba mientras dormía y nadie se daba cuenta? ¿Y si moría ahí mismo? No había buscado información sobre los desmayos causados por la anorexia y... realmente estaba asustada.

De repente...

Continuará...

Can you stop my anorexia?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora