cierra los ojos y...

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Otro viernes más me levanto sin ganas de nada, solo de morirme.

Mi mundo era negro, no había luz, no había rastro de Calum.

Leí en internet que las dietas extremas te hacían tener depresión, bipolaridad y caracter irritable y no se equivocaban.

Todo lo que hacia cualquiera me sentaba mal, ya nada me hacía sonreir.

Pesaba 44 kg y medía 1'55 , ya que era bajita tenía que compensar, tenía que bajar más de peso, nunca era suficiente.

Los vómitos ya se habían convertido en rutina, igual que las cicatrices que me hice con la cuchilla del sacapuntas, igual que las lágrimas de cada noche, igual que el no saber que me pasa.

Me dirijo al comedor, no sin antes pintarme la raya con eyeliner negro , vestirme y peinarme, y me decido a desayunar un yogurt.

Había buen ambiente en el comedor, todos parecían contentos de que fuera viernes y la alegría de aquel lugar era contagiosa para todos, menos para mi.

Tengo que admitir que aquel dia no era tan triste como el resto gracias a los sonrientes rostros de mis compañeros, dándome cuenta así de que realmente su alegria si era contagiosa tambien para mi, aunque fuera poca.

***

Me aliso el pelo y me digno a mirar las calorias que había tomado hoy. Llevaba solo 150, suficientes para mí, pero no para cualquiera.

Me tumbo en mi cama mirando hacia el techo mientras escucho Skyscraper-Demi Lovato. La música se corta y suena mi tono de llamada. Me sienta mal que me corten la canción pero, ¡Era Calum!

-Holaa.
-Hola, siento no haberte hablado en esta semana por whatsapp, ni llamarte, ni ir a la valla a verte, pero estaba castigado, por eso no contestaba, el movil lo tenía mi madre.

¡MENOS MAL! Suspiré aliviada mientras una sensacion de alegria recorría mi cuerpo.

-No importa-Reí-, ¿Ya puedes hablar y quedar?

-Si, hoy si, ¿Qué te parece a las cinco en la plaza de la última vez?

-¡Claro! Oye, ¿Y qué has hecho para que te castiguen? ¿Ya la estás liando?-Dije en un tono burlón.

-Nada, que sepas que no es justo, el avión de papel no hiba a la cara de la profesora, hiba a mi amigo, ¡Lo prometo!-Dijo riendo, y yo no pude evitarlo.

-¡Estás loco! -Volvimos a reir- Madre mia, ¿Te expulsaron?

-No, pero casi.

Podía notarle sonreir.

-¿Sabes? Está bien eso de tener a alguien conquien hablar como contigo mismo.

Mis latidos se aceleraron.

-Si, es genial, y más cuando ese alguien la lia tanto como tú.

Reímos, sí, otra vez.

Tras un rato hablando, entre tontería y tontería colgamos el telefono.

Mis amigas insistían en que yo le gustaba y eso era algo que a mi me encantaba, me imnotizaba la idea de poder provocar una sonrisa en el rostro de Calum, imagina como sería gustarle. Solo de pensarlo el corazón casi se me salía.

***
16:45.

Pinto mis labios de un rojo difuminado y salgo de mi casa despidiendome de mis padres en dirección a la plaza.

-Hola...-Digo tímida, los nervios y la baja autoestima me podían.

-Hola-Contesta con seguridad, sonríe y me da un beso en la mejilla.

Wow, eso es un paso.

Vamos caminando despacio por la plaza mientras hablamos.

Su voz me tranquiliza, hace que mi autoestima se vea por el cielo.

-Te voy a presentar a mi pandilla, ¿Vale? Te caerán genial, ellos tambien son muy liantes.

Reimos.

-Claro.

Me agacho a atarme el cordón.

-¿Qué haces? -Se agacha a mi lado.

-Se me ha desatado el chuflo este...

A Calum se le escapan unas carcajadas.

-¿Q...Que?-Pregunto confundida por el motivo de su risa.

-¿El chuflo?

Vuelve a reir, esta vez conmigo.

-Si, bueno, el chuflo, el coso, el cordón, como sea jajaja.
-¿Quien está loca ahora?
-Tú.
-¿Yo?
-Sí.
-Bueno, pero es por tí.

Mi corazón se acelera, nunca había ido tan rápido, se me ilumina la mirada y sonrio.

Nos levantamos del suelo y caminamos.

Su mano roza la mía, llegamos a una esquina y se para.

-Ann.
-Díme.

Me dá la otra mano y se acerca más a mi, y más y más... cierra los ojos y...

Can you stop my anorexia?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora