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CC (POV)

¿Cómo se siente el frío? cuándo te comienzas a congelar, primero tu cuerpo tiembla un poco, pero ni siquiera eso es suficiente, él sigue ahí metiéndose bajo tu piel, calando tus huesos y yendo cada vez más profundo. Pierdes el sentido, si tomas algo tus dedos probablemente no lo agarren bien y se caiga porque no lo sientes.. pero también, el frío quema, y duele.
Así lo sentía pero el mayor afectado era mi corazón y ardía pero no vivía, estaba vacío pero inquietaba. 


El sol brillaba bajo las nubes iluminando éstas, las cuáles se abrían en agujeros dejando pasar algunos rayos que chocaban con las gotas de lluvia en las hojas o los caminos, provocando que todo brillara un poco. 
Hacía mucho más frío que en los anteriores días y todo estaba calmado aún, eran las 7 am y a las 8 debía estar en el Instituto y ahí estaba yo, caminando por el medio de la calle sin muchos ánimos y sintiéndome mas cansada en mi mente que en mi cuerpo.
Había despertado un poco sobresaltada al darme cuenta de que me había quedado dormida y cómo pude me fuí de la habitación de Lauren sin hacer ruido para que no despertara y tuviese que cruzar palabras con ella. Al bajar y dirigirme a la puerta principal su madre estaba en la cocina, pude escucharla tarareando así que crucé lo más rápido posible a la salida y me fui de su casa, escuché que dijo mi nombre pero ni siquiera me detuve o me giré. Estaba muy agradecida por su hospitalidad pero lo mejor que podía hacer era irme y no sólo por mí sino para ellos, lo había visto.. su vida era buena, no necesitaban una Camila Problemas Cabello que lo jodiera todo y esa era la única cosa que yo podía hacer bien.

Mi celular seguía sin carga y no me imaginaba que clase de notificaciones podría tener, desde llamadas de mis padres hasta mensajes de mis compañeros o quién sabe qué más pero realmente no quería pensar en ello. Debía llegar a casa, con suerte mis padres ya habrían salido a sus trabajos y no habría nadie.
No estaba tan lejos de mi casa, Lauren vivía bastante cerca aunque hacía mucho tiempo evitaba pasar por en frente de su hogar y cómo mi casa quedaba a unas calles podía tomar desviaciones que no hacían el camino más largo ni mas corto.
Mi cabeza literalmente estaba latiendo del dolor y eso me fastidiaba horriblemente, sabía que era por hambre, estaba acostumbrada a desayunar muy bien todos los días sobre todo por mis entrenamientos. 
Mi nariz picaba un poco por el frío y seguramente estaría un poco rojita al igual que las puntas de mis dedos lo estaban, sólo unos segundos baje la mirada a mis manos, mientras no dejaba de caminar y cuándo la elevé ya me encontraba a pasos de mi hogar, si es que eso podía llamarse así. Me acerqué y me dirigí al portón del costado que llevaba directo a la parte trasera, quite el seguro y fui al patio dónde  había una escalera de madera (que ahora servía para que las plantas alcanzaran el techo) pero que podía utilizar para trepar. Subí con cuidado de no hacer ruido y de no caer y me deslicé por el techo hasta llegar a la ventana que daba a mi habitación. 
Entré casi saltando lo que causó un golpe seco en el suelo y me quedé ahí inmóvil un momento tratando de escuchar si había movimientos en la casa o alguien se acercaba pero no pasó nada así que me puse de pie rápidamente.
Fui a mi baño y me metí para peinarme rápidamente, me quite toda la ropa y lavé mi cara y dientes antes de ponerme unos jeans y una remera, cambie de zapatillas a unas no tan bonitas pero cómodas y perfume para luego tomar mi mochila nuevamente y revisar de tener lo necesario.
Salí de mi habitación con total lentitud y silencio vigilando y pude escuchar las voces de mis padres abajo y la ducha de mi hermanita prendida así que baje con cuidado pero estaban en la cocina, lo que me daría oportunidad de escabullirme.
Me dirigí más rápido a la puerta y la abrí mordiendo mi labio por nervios de no llamar la atención cuándo escuché mi nombre y me congelé en mi lugar pero pronto me di cuenta de no se habían dado cuenta de mi presencia, sino que estaban hablando de mí.
Presté atención a su conversación, se escuchaba con claridad ya que hablaban alto "sabiendo" que no me encontraba en la casa, quizás otros padres estarían discutiendo dónde estaba su hija pero mi padre sólo repetía que sería mejor que yo no apareciera en la casa.
Mi sangre se heló por ello, sus palabras dolían pero no dolían más de lo que él podía hacerme físicamente, podía notar lo ebrio que estaba en su tono y suspire temblorosamente para salir de ahí sin querer escuchar más.

Caminé rápido pero no intencionalmente, no estaba pensando en nada, mi mente estaba en blanco pero todo se movía lento para mí y no sabía siquiera a dónde iba, claro que me dirigía al instituto pero mi mente no estaba ahí, estaba desconectada. 
¿por qué seguir? ¿por qué intentarlo? ¿por qué estoy yendo a hacer un examen? no debería estar acá, debería irme.
Eso se repetía en mi mente como un disco rayado y las ganas de salir corriendo aumentaban más y más pero algo me presionaba a no correr y a hacer aquel examen y antes de poder decidirlo me encontraba de pie frente al instituto. 
Observé ese edificio un momento totalmente ajena a los demás estudiantes entrando o mi alrededor, sólo suspire y caminé tan perdida que no noté cómo todo me observaban. Pasé por los pasillos y llegué al salón del examen, miré el reloj en la pared y vi cómo la aguja se posó en el 8 indicando que había llegado justo a tiempo, sin dar más vueltas busqué un lugar y me senté.

MANGATA | CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora