Sé que está mal. (Capítulo 23)

4.2K 332 13
                                    

Bajamos, y Min Jae estaba en la sala hablando por teléfono. Jimin le hizo una seña diciendo que ya nos íbamos, y ella asintió con una sonrisa mientras sostenía el teléfono a su oído.

Salimos de la casa.

—Te ves hermosa —dijo mirándome.

—Gracias —mis mejillas se sonrojaron de nuevo.

Subimos al auto del padre de Jimin. Nos pusimos el cinturón de seguridad, e introdujo las llaves para arrancar. Era super sexy verlo conducir.

Viajábamos por la ciudad. No podía creer lo hermosa que podía ser de noche. Las prolongadas luces iluminaban levemente el oscuro interior del automóvil. 

—¿Tienes hambre? —me preguntó divertido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Tienes hambre? —me preguntó divertido. 

—Mucha.

—Perfecto —sonrió.

Jimin condujo unos cuantos minutos más, y se detuvo frente a un lindo restaurante.

—Espera aquí —me dijo y bajó del auto. Rodeó de frente el automóvil, y no podía dejar de mirarlo.

Caminaba con tanta audacia y seguridad de sí mismo. Con esa finta de chico malo que me volvía completamente loca...

Llegó hasta mi puerta y la abrió para que pudiera salir. Me dio la mano y me ayudó a bajar del auto.

"Qué caballeroso, este chico me agrada." Hablaba mi pequeña subconsciente. Sí, no paraba de hablar.

Caminamos hasta la entrada del restaurante, y un hombre nos dio la bienvenida.

Al entrar, era mucho más lindo por dentro. Era un estilo algo rústico, sin perder el toque sofisticado. Un lugar muy sencillo para personas jóvenes, nada pretencioso ni extravagante. Muy amplio y espacioso, con grandes candelabros colgando del techo, y le daba un pequeño toque callejero y artístico algunos grafittis impresionantes en una de las paredes del fondo. Habían mesas desde para 10 personas, hasta para únicamente dos. La música de fondo era tranquila, lo que daba una buena armonía y se podía charlar cómodamente.

Nos acercamos a un hombre que atendía en la recepción.

—Muy buenas noches, bienvenidos.

—Gracias. Tengo una reservación para dos.

—¿Su nombre?

—Park, Park Jimin.

El hombre comenzó a buscar en una lista, y asintió.

—Sí, aquí está. Por favor, por aquí señor Park.

El hombre nos condujo amable y atentamente hasta un segundo piso. Al subir, me di cuenta que habíamos salido a otra zona totalmente distinta a abajo. Era un tipo balcón enorme, y estaba al aire libre. Se podían apreciar perfectamente la ciudad de noche. 

Una flor sin pétalosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora