Ya no más. (Capítulo 58)

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Abrí los ojos de par en par, tratando de poder asimilar lo que ocurría. Sentí los nervios de punta y una sensación tan electrizante recorriendome todo el cuerpo. 

Dios, no podía estar pasando.

Levanté mi brazo, empuñando mi mano con fuerza con el tallo de la flor aún en ella. 

Estuve a punto de golpearlo para apartarlo de mí, pero me sujetó el brazo con fuerza impidiéndome mover antes de hacerlo. Posé mi otra mano libre sobre su hombro, enterrándole las uñas, pero no se movió siquiera un poco. 

Con una de sus manos sujetaba mi brazo en el aire por encima de mi cabeza, y con la otra me tomaba por la cintura fuertemente, impidiendo alejarme de él. Caminó conmigo hacia atrás, haciéndome chocar contra el escritorio, logrando hacerme jadear levemente estando aún en su boca.

Yo sólo estaba ahí, sintiendo sus suaves y carnosos labios sobre los míos. Tan quietos, pero tan impacientes por dentro. 

Sus ojos estaban cerrados, pero los míos estaban completamente abiertos, sólo parpadeando, mirando sus pequeñas pestañas mientras trataba de caer en la cuenta, de que sí, Jimin me había besado en los labios. 

Faltaban centímetros para que la cosedura que resguardaba a mi corazón se reventara, y este se saliera de mi pecho.

Y entonces no pude más.

Cerré mis ojos, dándole el permiso de que hiciera lo que se le diera la maldita gana. 

Y es que... haber pasado tanto tiempo sin tener así de cerca a quien nunca dejó de estar en tu mente y alma, no había sido para nada sencillo.

Al sentir mi cuerpo destensarse, él no lo dudo ni un segundo, y comenzó a mover sus labios sobre los míos. Por supuesto le correspondí.

Abrió la boca y comenzó a besarme impacientemente, con tantas emociones juntas en cada movimiento. No dudaba ni un poco en que él también lo había deseado hacer desde hacía ya mucho tiempo.

Sentí mi cuerpo muy, muy ligero como una pluma. Por Dios, este hombre era capaz de hacerme sentir tantas cosas sin importar cuánto tiempo pasara.

Quité la fuerza del puño en mi mano, dejando caer al piso el tallo de la flor, con ese último pétalo que no me permitió arrancar. Y que a decir verdad, agradecí que lo hubiese hecho, porque ni siquiera yo me habría perdonado semejante estupidez.

Soltó mi brazo lentamente, como asegurándose de que no lo llegase a atacar, y posó su mano sobre mi mejilla mientras me besaba tan perfectamente. 

Me abracé a él, acercándolo a mí de una manera tan impaciente.

Joder, cómo lo extrañé.

Bajó sus manos hasta mi cintura, recorriendome toda la figura mientras me devoraba. Metió su lengua a mi boca, sólo un poco a penas rozando la mía, para humedecer un poco más el contacto.

Y por un momento, por unos instantes, sentí que en verdad podía volar.

Pero entonces, al estar ahí, sintiendo el paraíso físicamente gracias a él, caí en la cuenta de algo más. 

Abrí los ojos de nuevo, sintiéndome un asco de persona. Sintiéndome la peor persona del universo, porque lo que menos quería que sucediera, lo había permitido. 

Suga.

¡Mierda, yo aún estaba con Suga!

Me separé de Jimin al instante, empujándolo del pecho, intentando alejarlo de mí, pero no me lo permitió.

Una flor sin pétalosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora