Plumas. (Capítulo 38)

2.5K 237 19
                                    

Posiblemente no fue buena idea haber regresado caminando esa noche. Los pies me dolían. Después de buscarlo por muchos minutos más, me resigné y regresé a casa como pude.

Ya habían pasado dos días y no había podido contactarlo. Por supuesto no había contestado mis llamadas. Y no había estado en casa tampoco.

Min Jae me dijo que se fue a casa de Kook por unos días.

Vaya coincidencia.

No quise decirle lo que pasó. No quería un interrogatorio de algo que la verdad, ni siquiera sabía dar respuestas.

Me levanté de la cama y me dirigí a la puerta. Tomé la manija y me detuve por unos segundos antes de abrirla.

No lo entendía. Sabía perfectamente que Jimin estaba enfadado, pero, ¿no fue una decisión muy exagerada?

O tal vez realmente dejó de quererme.

Agité la cabeza y apreté los ojos. No, eso no. Sólo seguía molesto, había que si hablaba con él cuando estuviera más tranquilo las cosas se solucionarán.

Nadie deja de querer a alguien de la noche a la mañana.

Además, él me había besado unos minutos antes irse. Qué digo besarme. Me comió con la boca.

¿Por qué?

Maldita sea. Todo era tan confuso y apresurado.

Abrí la puerta y bajé con mamá.

—Cariño, ¿ya pagaste la colegiatura?

—Pensaba ir a pagarla hoy —respondí mientras me sentaba en la barra.

Tras mi rechazo en la universidad de LA, hice trámites a un instituto que estaba cerca de la casa de Eun Ji. Ambas tramitamos para estar juntas.

Me reconfortaba saber que seguiría estando cerca de mi mejor amiga. De haber sido admitida en LA, tendría que estar haciendo maletas ya.

A pesar de que aún no comenzaba el nuevo curso, tenía que irme un mes antes para adaptarme al lugar, establecerme en donde viviría, y esas cosas.

El lado bueno era que no tenía que irme, y dejar a los que quería.

—¿El vuelo saldría esta semana, no es así? —mamá me acercó el desayuno.

—¿A Los Ángeles? Sí. Tendría que haberme ido esta misma semana.

—Me alegra que te quedes, cariño.

—También a mí —sonreí.

—Por cierto. Ayer vi a Jimin.

—¿Sí? ¿Dónde? —miré a mamá.

—Iba saliendo del consulado.

—¿El consulado? —fruncí el ceño.

—Sí. Me dio curiosidad haberlo visto ahí.

—¿No te dijo nada?

—Lo saludé, pero dijo que tenía prisa. No hablamos nada.

—Oh...

—Por cierto, invítalo a cenar ésta noche. Tu papá hará la cena —los dotes de mi padre en la cocina eran magníficos.

—Sí, tal vez le diga —bajé la mirada. Mamá aún no sabía lo que ocurrió.

—Bueno, saldré a hacer unas compras, termínate eso. Regreso más tarde —se acercó y besó mi frente, y se marchó después de tomar su bolso.

Una flor sin pétalosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora