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Las mañanas en aquel agradable pueblo siempre eran más que frescas, la naturaleza que había contrastaba con las casas llenas de colores. Dando una hermosa vista a cualquier turista. Pero eso solo era lo cotidiano para los pueblerinos.

Los habitantes que vivían en far away.

Porque así se llamaba aquel singular pueblo, quien se encontraba tan lejos y a la vez tan cerca. Lugar donde vivían personas llenas y anhelantes de paz.

Pues se decía que aquel pueblo llamado Far away solo lo encontraban aquellas almas que eran desterradas de sus tierras, aquellas que la sociedad denigraba, que eran expulsadas por sus propias familias y que estaban pérdidas. Un lugar donde solo aquellas personas que se perdían en el laberinto de la vida podían encontrar.

Pero eso eran cuentos, pero entre cuento y cuento, podría haber una verdad.

En aquella pacífica tierra, no solo era un pueblo normal, claro que no, habían; casas, posadas, tiendas, centro médico, escuelas y todo lo que se necesita para que sea un lugar digno para toda persona. Y aún así eran pocos los turistas que se podían ver, pero de qué a veces llegaban, era cierto.

Por eso, cuando hace dos años un joven llamado Min Yoongi había llegado junto a la abuela Choi, había tomado por sorpresa a los un poco más de 100 habitantes. Pues todos en aquella tierra se consideraban familia, eran personas sociables y aunque uno no lo fuera, se integraba rápido.


Hace dos años

—¿Abuela Choi, quién es él? —había preguntado un hombre alto y moreno, al lado de este se encontraba otro solo un poco más bajo de bello rostro y piel clara.

—Un nuevo habitante de Far away —sonrió viendo cómo aquel muchacho miraba a la nada perdido, con una cara sin expresiones— así que más les vale que lo traten bien —ordenó segura, llamando la atención de aquel que iba a su espalda.

Los cuchicheos de los demás empezaron, mirando e inspeccionando al extraño.

—Vamos, preséntate hijo —alentó la viejita dándole una palmada en su espalda.

—Umh... Soy Min Yoongi —dijo con voz ronca mirando a las personas que se habían acercado, era extraño, pero no tenía a dónde más ir, no podía quejarse.

—No lo veo muy de fiar —había susurrado otro joven alto y musculoso.

—Tú no confías en nadie, Kai —rodó los ojos la abuelita y la mayoría empezó a reír estando de acuerdo.

—Deja al muchacho, cariño —Un joven de nombre Kyung-soo llamó la atención de Kai, haciendo que este hiciera un nada discreto mohín — Pero...

—Nada de peros y mejor deja de incomodarlo —dijo Kyungsoo, Jongin, quién, resignado terminó abrazando a su pareja y estando al margen de la situación.

Nana, ¿Otra vez te escapaste para no tomar tus medicinas? —un joven bajito de abultadas mejillas miraba a su abuelita con los brazos en la cintura, dándole una no muy linda mirada.

Dulce Sabor OS 🍊|YoonMin✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora