OVA 2 < Parte 4 >

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-Estoy bien... -insistió sin ser oído de nuevo mientras acomodaban su almohada, lo tapaban con una sábana nueva, alcanzaban hasta él sus auriculares y le traían algo de tomar-Estoy bien...-repitió y suspiró. Tomó el brazo de su hermana en cuanto su madre salió de la habitación en búsqueda de algo para que comiese-... Rin, ya basta, no necesito todo esto. Puedo moverme yo mismo, no quiero que se preocupen tanto por mi...-se sentía cada vez más culpable por tenerlas trabajando para él.

-Tienes que evitar moverte, Len-le sonrió con ternura leyendo el sentimiento de culpa en sus ojos. Echó una rápida mirada a la puerta corroborando que seguían solos y lo besó. Fueron sólo unos instantes pero logró evitar más quejas-. Aunque te hayan dado el alta debes mantenerte lo más quieto posible, la herida aún no ha cerrado del todo...

-Rin...-llamó su madre entrando en la habitación y dejando la bandeja con algo de arroz y pescado que habían comprado al viajar hacia la casa-, no puedes seguir faltando a tus clases de atletismo, amor, perderás el entrenamiento que estabas logrando para el campeonato. Ve a prepararte, corazón...

-Pero, mamá...-protestó mirando a Len. Ella acarició su mejilla.

-Déjalo comer y dormir un poco. Ve a cambiarte, él estará bien.

-Rin, ve-le sonrió su hermano-. Me quedaré quieto aquí en la cama y no pasará nada, lo prometo...

-Vamos-exigió más seria-. No me iré hasta que no salgas, si te apresuras puedo llevarte en el auto.

Sólo porque su gemelo asintió confirmando su promesa salió de mala gana de la habitación.

-¡Len, estoy en casa! –corrió escaleras arriba y entró a su habitación sin tocar encontrándoselo terminando con su comida.

-Bienvenida-le sonrió algo divertido con tanto entusiasmo, ella siempre volvía más enérgica que cansada de las prácticas.

Ella arrojó su bolso a una esquina de la habitación y se sentó a su lado en la cama haciendo la bandeja a un lado para poder besarlo a modo de saludo. Lo miró a los ojos apoyando su frente en la suya.

-¿Cómo estás? –inquirió gozando de la cercanía.

-Te dije que estaría bien, boba –rió y la despeinó un poco atrayéndola a sus labios para poder besarla con dulzura y delicadeza- ¿No deberías ducharte para no enfermarte?-ella suspiró y se encogió de hombros separándose.

-¿Y qué si no quiero? –antes de que su hermano pudiese protestar se levantó de la cama-Bien, lo haré, pero debes seguir aquí sin moverte... -el asintió acomodándose en la cama para reafirmar su posición.

Cuando la chica salió suspiró. Las cosas habían salido extrañamente bien. No iba a pensar en su dolor físico, pero las dos semanas en el hospital habían sido casi de puro sufrimiento; ver a su madre y a su hermana tan preocupadas por él era algo que no podía tolerar. Él siempre había sido el único hombre en la casa, por eso siempre cuidaba de ellas hasta en los más mínimos detalles, el hecho de estar en una camilla sin poder hacer nada más que preocuparlas lo había vuelto casi loco. No se arrepentía por él, en su cuerpo sólo quedaría una cicatriz, pero sí se arrepentía por las lágrimas que ellas habían derramado, por haberlas asustado tanto, por haberle mostrado una escena tan dramática a Rin... Pero ahora las cosas estaban mejor, ellas seguían cuidándolo demasiado pero lo peor había pasado, sólo quedaba recuperarse y compensarlas de alguna forma por todo lo que las había hecho pasar.

Además no los habían descubierto. Hubiese jurado que su madre los habría encontrado en miles de ocasiones en el hospital pero la suerte estaba a su favor; muchas veces gracias a Miku y muchas otras gracias a la casualidad. Ni una enfermera los había visto y lo más importante era que su secreto seguía a salvo. Se había cuestionado muchas veces hasta cuándo podrían mantenerlo y qué pasaría cuando su madre se enterara de ello. Pero no pensaba volver atrás, todo se mantenía en un extraño equilibrio.

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