OVA 2 < Parte 8 >

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La luz de su teléfono celular era lo único que iluminaba la habitación. Tenía el ceño fruncido pensando qué escribir exactamente. Había escuchado desde su pieza como su hermana le decía a su madre que no bajaría a cenar porque no se sentía muy bien. Ya había probado llamarla pero no le había atendido ni una de las cien llamadas.

De alguna forma había logrado levantarse de encima de su prima y ella totalmente sonrojada había entrado en la habitación de Rin, se cambió velozmente y lo ayudó a llegar a su habitación pero sin mirarlo a los ojos y sin decir demasiado. Si volvía a intentar lo mismo se enojaría con él, no podía ir a la habitación de Rin sin levantar más sospechas. Se sentía encerrado en una jaula, sin poder alcanzarla por más que se esforzase.

Borró las pocas líneas que había alcanzado a escribir.

"Princesa, te amo. No me hagas esto". Terminó mandando lo que era más importante.
¿Qué habían querido decir esas palabras y esa mirada? Le daba vueltas en la cabeza y se le encogía el pecho. Se terminó, terminó, terminó. ¿Era en serio? Se terminó.

El mensaje se había entregado y figuraba leído pero no obtuvo respuesta. Volvió a llamar pero esta vez sólo obtuvo un mensaje automático informándole que el teléfono estaba apagado.

-¡Demonios, Rin!-alzó la voz totalmente frustrado y lanzó el almohadón contra la puerta.

¿Qué es lo que había hecho mal? ¿Eran los celos solamente o era algo más? Había creído que los dos estaban manteniendo la distancia para no ser descubiertos pero Rin no lo había entendido así. Maldijo su cicatriz y su debilidad que no le permitían acercarse hasta ella. Maldijo su suerte, maldijo el hecho de que eran hermanos. Quizás debía ser así, quizás estuviera bien que se haya terminado, mejor ahora que aún podían volver a sus anteriores vidas.

Apretó la mano en un puño y se tapó los ojos. Él no la merecía. Se le escapó una lágrima.

Cuando su prima subió de cenar y se sentó a su lado en la cama tratando de sacarle conversación para ver qué le sucedía decidió huir.

Le dijo que estaba mal del estómago y se encerró en el baño, así logró que nadie la molestara.

Se miró al espejo y se secó las lágrimas. Había tomado una decisión, no había vuelta atrás, no esta vez. Él solo estaba jugando con ella.

El reflejo le devolvía la mirada, tenía los mismos ojos que su hermano, el mismo color, la misma forma. Por un momento creyó verlo a él sonriéndole con malicia, burlándose de ella. Quería gritar, apoyó la mano en el espejo furiosa, era ella la que estaba en el reflejo burlándose de sí misma.

Cuando logró detener las lágrimas volvió a su habitación procurando no hacer ruido. Su prima estaba despierta pero con los auriculares conectados. La vio de reojo acostarse pero antes de que le pudiera decir algo le dio la espalda y se tapó con la frazada.

Lily suspiró y se quitó los auriculares. La observó unos instantes sin saber muy bien qué decir.

-Rin...-la llamó- Puedes confiar en mí, antes confiabas en mí... -ella seguía simulando estar dormida y no le respondió, no había nada que contarle, nada que pudiese confesarle a alguien como ella-. Sólo intenta no guardarte el dolor para ti sola, envejecerás más rápido... -volvió a suspirar y se quedó recostada mirando el techo, si no quería hablar con ella era imposible forzarla.

Se despertó temprano agitado por las pesadillas. Se dio cuenta que el vendaje estaba empapado por la transpiración. Intentó calmarse y se sentó en la cama despacio apoyándose en el respaldo, su almohada seguía tirada en el piso a los pies de la puerta.

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