1. Ginny

155 9 15
                                    


Es pleno julio y es uno de los pocos días soleados en Inglaterra. La mayoría de gente disfruta yendo a toda clase de sitios interesantes. Pero esta vez yo no podré hacerlo. En su lugar me dirijo a la estación de King Cross, acompañada por mis padres, los cuales no han dicho ni una palabra desde que salimos de La Madriguera. Más bien... no han hablado desde que volví de Hogwarts. No entienden que he tenido un año difícil, ni siquiera sé cómo no terminé cortándome las venas en el cuarto de baño.

Recordaba perfectamente el momento en el que Harry, la segunda semana de febrero, me había dicho que no podíamos seguir juntos y su única excusa había sido que necesitaba espacio. ¿Espacio? Es lo que necesitan los hombres cuando se están tirando a otra, y efectivamente, se estaba tirando ni más ni menos que a Hermione, que por cierto salía con mi hermano. Vaya putada familiar. Resulta que se habían dado cuenta en las vacaciones de navidad de que siempre habían estado enamorados, pero para asegurarse habían estado follando durante dos meses. Después de aquello Ron estuvo deprimido unas semanas, bueno, la única forma de depresión que conocen los hombres, emborrachándose y drogándose, después los perdonó y reconoció que nunca había estado enamorado de Hermione. Ahora siguen siendo amigos, tan normal.

¿Y alguien pensó en mí? Por supuesto que no. Estuve tres meses llorando. Dejé de comer hasta que tuvieron que llevarme a la enfermería, no fue un acto muy inteligente, lo sé, pero no podía hacer otra cosa. Cuando desperté estaba allí Hermione, me dijo que sentían el daño que me habían causado, pero que así era el amor. "Será zorra" pensé. Salí de allí y no quería ver un pergamino delante de mí, ni utilizar la varita, ni nada que tuviera que ver con el colegio. Cuando por fin volví al mundo real en mayo, me informaron de que era imposible que pudiera recuperar el tiempo que había perdido, que si no quería repetir curso tendría que ir al colegio en verano. Y por eso estoy aquí, atravesando el andén nueve y tres cuartos y rogando a Dios que no sea la única pardilla que va a tener que pasarse el verano en el colegio.

Para mi sorpresa, cuando me encuentro junto al expreso a Hogwarts veo que no estoy sola, hay una chica a la que no he visto nunca. Es rubia, con el pelo largo, lleva unos shorts y una camiseta bastante larga en la que puede leerse "Jack Daniells", sus gafas de sol gigantescas no me dejan apreciar hacia donde está mirando. Cuando me acerco un poco se quita las gafas y veo que tiene unos impresionantes ojos azules, lo que concuerda muy bien con el lote de chica atractiva.

- Hola, me llamo Olympia - me dice y se acerca ofreciéndome su mano, yo la estrecho.

- Yo soy Ginny. Nunca te he visto en Hogwarts, ¿eres nueva? - pregunto con curiosidad.

- Sí, el siguiente curso será mi primer año. Vengo de Estados Unidos, del colegio Ilvermorny, allí todo es diferente. Tengo que ponerme al día y por eso estoy aquí. Estoy nerviosa y emocionada, pero sobre todo nerviosa - me explica, en su forma de hablar noto rápidamente que es americana, habla muy rápido y gesticula mucho, lo cual aunque inusual, es bastante agradable - Bueno, dejo de hablar de mí. ¿Qué haces tú aquí? - estoy a punto de contestar cuando alguien más atraviesa el andén.

Se trata de Michael Corner. Es un chico de mi edad, de la casa Ravenclaw. Miro a Olympia y veo su expresión de sorpresa, la entiendo completamente. Corner es un chico muy guapo, de hecho, creo que podría considerarlo como uno de los cinco chicos más guapos de Hogwarts. Pero como suele pasar, es un capullo integral. Además de creerse con el poder de hacer lo que quiera solo por ser guapo, viene de una familia rica de magos y, por supuesto, desprecia a las familias menos aventajadas, como la mía.

- Hola, Weasley - me saluda fríamente.

- Corner - respondo yo sin mucho entusiasmo, él se fija en Olympia, la mira extrañado.

- ¿Disculpa? A ti no te conozco - dice mientras se acerca a ella - Soy Michael Corner.

- Olympia Stewart - contesta ella sonriendo. En ese mismo instante hace su entrada, Luna Lovegood.

- Hola, chicos - dice cuando nos damos la vuelta para mirarla. Saluda a Corner con un beso en la mejilla que él parece aceptar con desgana, después se acerca a mi y nos abrazamos como solemos hacer, le presento a la chica nueva - Vaya, eres muy guapa - suelta ella sin ningún miramiento.

- Gracias - contesta Olympia sonriendo. Alguien más atraviesa el andén, cuando veo quien es me quedo petrificada. ¿Draco Malfoy? ¿Por qué iba a tener él que volver en verano al colegio? Dos segundos después de él aparece Pansy Parkinson, su novia. Odio a esa chica con todo mi corazón, tiene la estúpida necesidad de estar besando continua y públicamente a Malfoy. Pero esta vez es diferente, ella intenta acercarse y él se va directamente a saludar a Corner. Pansy no se lo cree y yo me río.

- ¿Qué te hace tanta gracia, Weasley? - pregunta desafiante.

- Nada - contesto yo simplemente, pero en el mismo tono que ella, no pienso dejar que me domine. Parece darse cuenta porque no vuelve a dirigirme la palabra.

La chica nueva intenta preguntarme algo, pero el silbato del tren, que indica que pronto se pondrá en marcha, se acciona y no me deja oír nada. Mientras estamos a punto de subir al tren llega Euan Abercrombie. Es un chico de mi edad de Gryffindor, me cae bastante bien, así que lo saludo con un abrazo, hace lo mismo con Luna y de paso, le presento a Olympia.

Al subir al tren nos damos cuenta de que no es el expreso normal hacia Hogwarts. Este es mucho más pequeño, de hecho, en vez de la cantidad de compartimentos que suele tener el otro, este tiene uno solo, muy grande con ocho asientos. Nos acomodamos y esperamos a que el tren zarpe. Pero han pasado ya diez minutos y no lo hace.

- ¿Qué pasa aquí? - pregunta Corner desesperado.

- ¿Qué más te da? Mientras más tardemos en llegar a ese infierno mejor - dice Pansy que después del intento frustrado de besar a Malfoy está de peor humor.

- Hay ocho asientos, falta alguien - contesta Malfoy, pero me mira a mi.

Creo que es la primera vez que me mira y soy consciente de ello. Es Malfoy, todos lo conocemos. Sus ojos grises parecen atravesar paredes, pero yo he pasado un año dejándome influenciar por un hombre y lo que menos necesito es hacerlo por otro, así que lo ignoro. Para interrumpir mis pensamientos alguien entra rápidamente en el tren. Es Zacharías Smith, el que faltaba.

Zacharías es un chico de Hufflepuff, si la gente de esa casa es sosa por naturaleza, ese chico es el mejor Hufflepuff que he visto jamás. Nunca le he visto hablando con nadie, ni riendo, ni haciendo nada que no sea dibujar. Se sienta en el asiento vacío, saca un cuaderno de dibujo y unos lápices y se pone a dibujar sin decir nada. El tren se pone en marcha, miro a mi alrededor y pienso que esa gente va a acompañarme ese verano y siento ganas de vomitar.

Entre corazones rotos y exámenes suspensosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora