20. Luna

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Amanece el sábado e inevitablemente mi humor está por los suelos. El día anterior me desanimó y no sé exactamente por qué. Me sentí una ilusa por creer que todos podríamos ser amigos. Parece que el día de hoy, además, se presenta aburrido. Ginny dice que tiene cosas que estudiar y que quiere hacerlo por su cuenta, Olympia no quiere salir de la cama y Euan tampoco está de humor, así que bajo sola a desayunar.

En el Gran Comedor me encuentro con Michael y Zacharias cuchicheando entre ellos. Mientras que en la otra punta de la mesa está sentada Pansy sujetándose con dificultad la cabeza y haciendo grandes esfuerzos para no dormirse directamente en su plato de gachas. Supongo que son los efectos de la resaca de ayer. Decido no molestarla y me siento frente a los dos confidentes.

- Siento interrumpiros, chicos - digo al ver que cortan su conversación inmediatamente cuando me siento.

- No te preocupes, Luna - responde Zacharias sonriendo. Los tres nos quedamos en silencio y comemos tranquilamente.

- ¿Es verdad lo que decías ayer? - pregunta de repente Michael al Hufflepuff rompiendo el silencio.

- ¿A qué te refieres? Ayer dije muchas cosas - contesta él y sigue comiendo.

- Sabes a qué me refiero - insiste Michael - Eso de que no te importaría lo que dijeran tus amigos.

- Yo no tengo amigos. No tengo que darle explicaciones a nadie. Así que sí, es cierto - responde dejando de comer para mirarle.

- Entonces no puedes juzgarnos a los demás. Nunca vas a estar en la misma situación que nosotros - le recrimina Michael en su habitual tono de sabiduría que me hace soltar un bufido.

- Eso es una putada y es algo que yo nunca haría - contesta Zacharias firmemente.

- No puedes decir eso... - empieza a decir Michael.

- Sí que puedo - le interrumpe - Yo, a diferencia de ti, me conozco lo suficientemente bien a mi mismo como para saber cómo reaccionaría en esa situación.

- Eso no tiene nada que ver. Serías un estúpido si dejaras de lado a tus amigos por cualquier razón - le dice exaltado Michael.

Zacharias suspira en señal de derrota. Sé que no está de acuerdo con Michael, pero es imposible discutir con él porque grita e insulta. Aún así no estoy dispuesta a dejar que gane esta vez.

- No sería un estúpido, sería valiente. Ya lo dijo Dumbledore, hay que tener más valor para enfrentarse a los amigos que a los enemigos - contesto yo por él.

Los dos chicos me miran sorprendidos. Michael se enfada y Zacharias se ríe.

- No tenéis ni idea de nada... - dice levantándose de donde está sentado y balbuceando palabras sin sentido por el camino hacia el vestíbulo.

- Buena respuesta, Luna - me dice Zacharias todavía riéndose - No hay nada como citar a Dumbledore para desarmar a alguien.

- Es que odio que Michael siempre tenga la última palabra - le digo sonriendo.

- Es un poco idiota, pero en el fondo es buena persona - responde él y no puede evitar sonreír tiernamente.

- ¿Estás enamorado de él? - pregunto casi sin pensar porque es algo que he sentido viéndole hablar de él.

- Eso no importa - contesta aún sonriendo - Tengo que irme, nos vemos luego.

Observo cómo desaparece por la misma puerta que mi compañero de casa segundos antes. Pansy parece haberse rendido con su desayuno en algún momento de la conversación que mantenía con Michael y Zacharias porque me he quedado completamente sola en el comedor.

La simple idea de volver a la sala común o a mi habitación hace que sienta claustrofobia, así que decido pasear por los jardines del castillo. A lo lejos veo el campo de Quidditch, recuerdo lo que pasó con Oliver y no puedo evitar sonrojarme. Y como si mis pensamientos fueran una invocación oigo su voz a mis espaldas.

- ¿Luna?

- Ho...ola, Oliver - saludo entrecortadamente porque me he puesto muy nerviosa.

- ¿Qué tal? ¿Qué haces aquí sola? - pregunta observándome atentamente.

- Tenía ganas de pasear y la gente no está de muy buen humor hoy... - respondo.

- ¿Por qué? - pregunta con curiosidad.

- Creo que es demasiado complicado para contarlo, yo ni siquiera lo entiendo - contesto con una sonrisa incómoda en los labios.

- Entiendo. Quizás no debería dejar que fuerais a Hogsmade... - dice pensativo.

- Sinceramente, creo que necesitamos Hogsmade - replico.

- Esto me supera - suspira Oliver y se deja caer en la hierba fresca que pisábamos.

- ¿A qué te refieres? - pregunto con curiosidad sentándome frente a él.

- Pues... - dice y se calla, duda si contarme lo que piensa o no - La verdad es que no sé si estoy haciéndolo bien con vosotros...

- No, yo creo que lo haces muy bien - le animo y sin darme cuenta me acerco a él, quizás demasiado. Él si lo nota, porque repentinamente se aleja bruscamente de mi - Lo siento... no pretendía...

- No te preocupes. Ha sido un impulso - contesta él sonriendo y yo siento que me derrito cuando lo hace. Dos segundos después me doy cuenta de que no debería estar pensando en eso.

- Puede que a veces te esfuerces demasiado y nosotros no queramos corresponderte - le digo para borrar de mi mente esos pensamientos.

- Puede que sí. Pero es que tengo la sensación de que nada os interesa y de verdad, siento miedo de que salgáis de aquí, de Hogwarts, sin saber qué queréis hacer. Fuera todo es complicado y hay mucha gente que sabe perfectamente lo que quiere. No quiero que os aparten de cualquier camino que decidáis escoger... - me explica y en cada palabra siento que lo dice de verdad, que está preocupado.

- ¿Eso es lo que te pasó a ti? - pregunto instintivamente e inmediatamente me doy cuenta de que no es apropiado. Aún así a él no parece molestarle.

- No, yo siempre supe lo que quería hacer. He nacido para el Quidditch, no hay nada que me guste más. Pero eso no es suficiente - responde con tanta tristeza que hasta siento que el corazón se me encoge. En ese momento aunque sé que lo que quiero decirle puede no ser lo correcto, lo hago.

- Yo... no sé cuánto o cómo de duro lo has intentado, pero no creo que debas dejar de seguir intentando hacer lo que siempre has sabido que querías hacer. Es tu sueño. Yo no he tenido muchos, pero sé lo importantes que son...

- Luna, eres joven y todavía no sabes cómo es el mundo real - me interrumpe él.

- Lo sé, soy joven e ingenua, pero tú no eres mucho mayor que yo. ¿Qué edad tienes? ¿20 años? Hablas como si fueras mayor, pero tú también eres joven. Si renuncias ya a tus sueños y te encierras a ti mismo en este castillo; tu alma, tu espíritu morirán aquí - con la emoción de lo que le he dicho, estoy de rodillas frente a él, hablándole cara a cara.

No entiendo por qué pero estoy temblando después de hablarle de esa manera y él, que está a unos centímetros de mi, me mira fijamente. Observa atentamente cada centímetro de mi rostro, aunque no sé qué está buscando. Sin más, es él quien me besa esta vez. Alza sus manos hacia mi cara, las coloca suavemente en mis mejillas y se acerca para besarme tiernamente. Mi corazón late a cien por hora. Rodeo su cuello con mis brazos y me aferro a él tanto como puedo. 

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⏰ Última actualización: Jun 05 ⏰

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Entre corazones rotos y exámenes suspensosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora