El día que fui un verdadero idiota

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—¡Jaehyun!

Frené en seco. No esperaba en absoluto que me hablara, no esperaba ni que quisiera dirigirme la mirada, mucho menos que me saludara con una sonrisa.

La noche anterior lo había dejado abandonado después de besarlo, creía que me odiaría y no volvería a hablarme en toda su vida.

—No me veas así —rió, su rostro no expresaba resentimiento ni enojo—, no doy tanto miedo. ¿Estás libre? Como terminamos los exámenes, nuestro profesor de la academia nos dio más horas de ensayo así que hoy nos toca ir. ¿Quieres acompañarme?

¿Qué? ¿Esto es en serio? ¿Acaso había soñado lo de la noche anterior?

—¿De verdad está bien?

Taeyong suspiró, y observó a su alrededor.

—Entendí que tal vez estaba empujando una situación que no querías. Así que lo mejor es continuar como amigos.

Su sonrisa forzada me rompió el corazón. Pero él se estaba comportando de una forma muy madura y yo debía hacer lo mismo. Así que sin pensar en las consecuencias, simplemente acepté acompañarlo. Aceptando también, de forma implícita, el acuerdo de amistad.

El camino a la academia, a diferencia de lo que creí, fue bastante entretenido y llevadero, sin silencios incómodos o tensiones desagradables. Al llegar, nos encontramos con Ten y los tres entramos al edificio.

En una esquina de la sala de ensayos, distinguimos a Winwin, triste y cabizbajo, algo no muy común en él y me confundió a la vez que la intranquilidad crecía en mi pecho. Taeyong llamó la atención de Ten para mostrarle el estado de su amigo, y las expresiones de preocupación aparecieron en sus rostros.

Pero el profesor se presenció antes de tiempo en la sala y comenzaron con sus ensayos, sin tiempo para siquiera saludar a su amigo.

Sicheng bailaba muy desanimado y Ten y Taeyong estaban atentos a él, completamente desconcentrados del baile.

En cuanto la clase terminó, juntaron sus bolsos con prisa y siguieron a Sicheng, que ya estaba atravesando la puerta.

Me acerqué a ellos, pero Taeyong fue llamado por el profesor, y con una queja se alejó de nosotros. Ten me tomó del brazo, corrimos hacia afuera viendo a Sicheng alejándose del lugar, entonces el tailandés gritó.

—¡No te escapes!

Winwin se sobresaltó y en un segundo lo estábamos acorralando contra la pared.

—Iba a regresar a mi habitación.

—Aun no. ¿Qué pasó? ¿Qué hizo Yuta?

—¿Cómo sabes si fue Yuta? —pregunté, haciendo que Ten rodara su ojos.

—Ayer salieron juntos a festejar por los exámenes. Si está triste hoy, tiene que ser culpa del japonés.

—Es mi culpa, entendí mal su actitud. —Ten y yo lo miramos sin comprender y él continuó hablando— Creí que le gustaba, que sus sentimientos eran iguales a los míos. Pero me equivoqué.

—¿De qué estás hablando? Es obvio que él siente algo por ti. —Asentí, dándole la razón a Ten.

—Me evitó.

—¿A qué te refieres?

—Intenté besarlo y se apartó.

—¡Wow! Espera un momento —Ten se veía mucho más sorprendido que yo—. ¿Intentaste besarlo? ¿¡Tú!? Y... ¿¡él te evitó!? ¿Acaso es el día opuesto? —Sus ojos cayeron en mí y el miedo dominó cada fibra de mi ser— ¿Qué hay de ti? ¿Taeyong te envió a la friendzone? Sería lo único que falta.

Mi Excepción (#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora