El día que caí a tus pies

131 22 0
                                    

En cuanto mis clases terminaron, comencé a buscarlo. Quería pasar tiempo con él y conocerlo mejor. Su actitud de la noche anterior me había sorprendido, pero necesitaba asegurarme si ese era su comportamiento habitual.

—¡Jaehyun!

Su voz me detuvo al instante. Quien estaba buscándolo era yo y fue él quien me encontró. Giré sobre mí y lo vi, acercándose con una sonrisa.

—Es bueno encontrarte.

—Yo también estaba buscándote.

—Qué linda casualidad —me sonrió con dulzura antes de entregarme un paquete—. Es de parte de Xiaojun y Hendery. Tal vez se tardaron un poco... mucho. Es agradecimiento por aquella vez y porque nadie más los volvió a molestar.

—Me alegro por eso —cuando tomé la caja, el contacto de nuestras manos quemó mi piel y por un momento creí que Tae demoró en alejarse intencionalmente. Intenté recuperar el aliento desviando la mirada hacia el regalo, y ver escrito sobre la envoltura "chico bonito de hoyuelos" me distrajo lo suficiente, haciéndome reír.

—Así te llama Hendy, aunque sabe tu nombre. Cuando hablamos de ti... —sus ojos se abrieron tanto como podían, o incluso más, y su sonrisa comenzó a caer—. Quiero decir, cuando me dijeron lo que ocurrió y me dieron esto para ti, él te mencionaba de esa forma.

Asentí, haciéndole creer que no noté su nerviosismo, y al mismo tiempo, calmando mis latidos.

—¿Por qué me buscabas?

—Oh, cierto. Quería invitarte a comer algo, como amigos... —la última palabra la completé con lentitud, arrepintiéndome de decirla. ¡Era obvio que iríamos como amigos! ¡No necesitaba aclararlo!

—¡Me encantaría! Pero tengo que ir a la academia. —Intentando ocultar mi desánimo, iba a cambiar la salida para otro momento, pero él volvió a hablar—. Podrías acompañarme y cuando termine la clase, vamos donde quieras.

—¡Claro! —la felicidad regresó a mi cuerpo en un instante—. ¿Estabas por salir? —asintió y comenzamos a caminar hacia la salida.

—Aun falta para el horario de clase, pero me gusta llegar temprano, y puedo presentarte a mis amigos de la academia. No tienes clases, ¿verdad?

—No, mis clases suelen terminar a esta hora o más temprano.

—Los horarios de la mañana son lo mejor. Tal vez debas levantarte temprano, pero tienes el resto de la tarde libre.

Asentí, acordando con sus palabras. Continuamos el camino conversando alegremente hasta llegar a unas enormes puertas de cristal. Taeyong sonrió al ver mi sorpresa por ese lugar tan amplio y diáfano.

—Es mi pequeño lugar en el mundo. Bueno, es el lugar en el mundo de todos mis compañeros bailarines.

—Es bueno que también lo sientas como tu hogar.

Taeyong sonrió con timidez antes de guiarme hacia un amplio salón donde ya varias personas charlaban y estiraban sus músculos.

—Cuando comience la clase, podrás acomodarte en aquellas sillas, pero por ahora, ven conmigo.

Tomó mi mano —enviando electricidad a todo mi cuerpo— y me arrastró hacia dos chicos sin huesos. Ambos sentados en el suelo, con las piernas abiertas a cada lado de las caderas con una abertura de 180° y el torso hacia adelante, acostado sobre el suelo, mientras conversaban y reían como si su posición fuera lo más cómodo del universo.

Al escuchar nuestros pasos, sus miradas se dirigieron a nosotros y levantaron su torso para saludar a Taeyong. Al verme, ambos sonrieron y uno de ellos habló.

—¡Tenemos visitas!

Se pusieron de pie con total normalidad y Taeyong los presentó como Chittaphon y Sicheng. Tae se unió al estiramiento con sus amigos y conversábamos entre todos, mientras yo me sentía extraño por observarlos de pie. Más gente comenzó a llegar; algunos saludaban de lejos y otros se acercaban y se unían a la conversación y estiramiento, siendo también presentados.

Los últimos en saludar fueron, según mencionaron, Jisung y Shotaro. Al presentarme a este último, una idea se vino a mi mente. Pero el profesor acababa de llegar así que debía esperar para contarle a Taeyong el plan para convencer a Yuta de asistir a su fiesta.

Tomé asiento con tranquilidad mientras empezaban a calentar los músculos moviéndose de un lado a otro siguiendo los pasos del profesor. Hicieron una parte de una coreografía que era grupal y después comenzaron los bailes individuales.

A algunos les corregía algunos pasos, a otros le generaba algunos nuevos. A los amigos de Tae, entre otras personas, simplemente les hacía unas pocas correcciones de tiempos, posturas, o actitudes.

Cuando Taeyong se colocó al frente, la emoción empezó a recorrer mi cuerpo. Su mirada se encontraba hacia abajo, pero su postura era firme. La música comenzó y en el primer acento del ritmo, Tae levantó la mirada, completamente distinta.

Y ese día lo entendí. Su actitud de "chico malo" no era fingida, era su manera de ser con desconocidos o al estar rodeado de gente molesta, como forma defensiva. Pero también era su forma de ser cuando bailaba, pero mucho más hermosa.

La seriedad y concentración en su rostro se convertían en una actitud dominante y poderosa que me hacía estremecer. Y entendí que amaba cada lado de él. Ese lado dulce y tierno con sus ojitos de cachorrito que debilitaban mi corazón; y ese lado intimidante y misterioso que hacía mis piernas temblar.

Mi Excepción (#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora