Capitulo 05

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Saint oía el susurro de la ropa y a Perth respirar cerca de él, pero aparte de eso, el hombre no hacía ningún sonido. Casi estaba agradecido porque le hubiera vendado los ojos. No estaba seguro de que fuera una buena idea dejar que el Dom viera cómo lo había afectado lo que acababa de suceder.

Si el hombre podía arrancarle una de las capas que protegían el corazón de Saint con una simple mamada, estaba profundamente asustado de lo que el hombre podría hacer si realmente lo intentaba. Estaba tan absorto en tratar de encontrar una manera de ocultarle sus reacciones, que no oyó al hombre levantarse hasta que sintió las calientes manos resbalar por encima de su muslo. Saint se sacudió, luego sintió su cara enrojecer ante su inesperada reacción.

—¿Te he hecho daño, ángel?

—No. —A Saint le dolía, pero no de la manera en la que Perth creía. Sus labios estaban un poco doloridos e hinchados, pero eso era de esperar. El dolor más grande estaba profundamente dentro de su pecho donde Perth no podía verlo.

Quería compartir este espectacular momento con Perth, gritarle al mundo que finalmente había sido capaz de darle placer a su Dom, que había experimentado el placer del hombre como se había imaginado haciéndolo todos estos años. Saint sentía que había esperado una eternidad para pertenecer a Perth.

Pero permitirle al otro saber lo mucho que significaba para él podría alejarlo por completo, y eso no podía permitirlo. Él sabía que tenía que jugar de cierta manera, y eso significaba no compartir sus pensamientos y deseos internos hasta que Perth pudiera realmente apreciarlos.

Este no era el momento.

—No, ¿qué?

—No, Maestro. —Saint escondió su mueca mordiendo su labio. Él deseaba que sus manos estuvieran libres porque necesitaba el consuelo de morderse el pulgar. En este punto, se habría conformado con acurrucarse en un abrazo si pensara que así podría escaparse de esta.

Necesitaba consuelo. Necesitaba los fuertes brazos de Perth envueltos a su alrededor y la profunda y rica voz del hombre calmándolo. Necesitaba saber que había satisfecho a su Maestro. Y ninguna de esas opciones estaba abierta para él.

Saint trató de recordar las palabras que Marius, Mew, y Bass le habían dicho. Se suponía que sería distante y no le mostraría lo mucho que su tiempo juntos significaba para él. Se suponía que iba a hacer que Perth trabajara por su relación.

Eso era difícil de hacer cuando finalmente estaba consiguiendo todo lo que deseaba. Estaba empezando a tener dudas sobre el gran plan. No estaba seguro de cuánto tiempo podía ocultar su necesidad por Perth. Por el momento, no estaba seguro de por qué se suponía que tenía que ocultarla.

Estar rodeado por los brazos de Perth sonaba malditamente bien en estos momentos. Saint estaba muy decepcionado y tuvo que contener un gemido de protesta cuando Perth lo desenganchó y le quitó las restricciones en torno a sus muñecas.

—¿Necesitas ayuda para limpiarte?

—No, Maestro. —Saint se estremeció ante la indiferencia en la voz de Perth. Una pequeña parte de su corazón se apretó en su pecho. Al parecer, el momento no había significado tanto para Perth como para Saint—. ¿Puedo ir al baño?

—Es la puerta situada a la izquierda —respondió Perth con severidad—. Tienes cinco minutos, quítate la venda de los ojos y límpiate, luego la quiero de vuelta en su lugar.

Saint asintió mientras se ponía la máscara en la frente. Parpadeó cuando las brillantes luces de la sala lo cegaron por un momento. Una vez que pudo ver, le robó una rápida mirada a Perth, y su corazón se hundió aún más.

Chaud et FroidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora