Capitulo 06

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Perth abrió los ojos, parpadeando ante la luz de la luna que brillaba a través de la ventana de su dormitorio. Dejó caer su brazo sobre sus ojos ante la sensación de cansancio como si no hubiera dormido ni un instante. Demasiados pensamientos en su cabeza lo habían mantenido divagando.

Estaba tan confundido que no sabía en qué dirección estaba yendo. Saint era todo lo que siempre quiso tener en un sum, pero no era un arreglo permanente. En tan sólo unos días, tendría que dejarlo con quien fuera que firmara su siguiente contrato con él. Sólo la idea de que estuviera con alguien más lo enfadaba tanto que casi vibraba.

Ni una sola vez, desde que había comenzado a trabajar con sumisos, Perth había querido firmar un contrato a largo plazo con nadie. Le gustaba la libertad que venía al tener a alguien nuevo todo el tiempo. Le gustaba la emoción y la variedad de tener un sum diferente cuando quería uno. No quería estar atado a un solo hombre.

Al menos, eso es lo que trató de decirse cuando escoltó a Saint a la habitación de invitados unas horas antes. Necesitaba un poco de tiempo para pensar, tiempo para decidir por qué estaba tan atraído por el hombre, por qué sentía que estaba perdiendo la cabeza.

Se había pasado todo el día encerrado en su despacho, tratando de trabajar, ignorando el conocimiento de que Saint estaba sentado arriba esperándolo. Podría haberlo llevado de nuevo a la sala de juegos, pero su fascinación era tan grande en lo que al hombre se refería, que tenía miedo de rogarle que rompiera las reglas de su contrato y follar al hombre.

Perth se sentó de repente cuando una idea lo golpeó. Tal vez tenía que pasar algún tiempo con otro sumiso para recuperar su punto de vista. Había estado tan absorto en Saint, que no había pensado en estar con nadie más por el momento. Y tal vez eso era lo que lo hacía perder el control.

Desde el comienzo de su vida como Dom, Perth había pasado de un sum a otro. Nunca se había quedado con uno solo más que unos pocos días, incluso si había repetido las escenas con ellos. Nunca había querido estar atado de esa forma.

Y tal vez ese era su problema. Estaba permitiendo que su fascinación por Saint lo atara a un sum. Perth bajó las piernas por el borde de la cama, se levantó y se dirigió a su armario.

La idea de traer a casa a otro sum para jugar sonaba mejor y mejor. Podría ser lo que necesitaba para dejar de obsesionarse con Saint. Rápidamente se puso un traje y se salpicó un poco de colonia. Quería verse bien cuando se fuera. Siempre ayudaba a atrapar a los sumisos más sexys.

Cogió la chaqueta del perchero, Perth salió de su dormitorio y fue por el pasillo. Hizo una pausa fuera de la puerta de Saint, llamó suavemente. Oyó el golpeteo de los pies cuando el hombre cruzó corriendo la habitación para abrir la puerta.

Perth se sorprendió de que Saint todavía tuviera la venda en los ojos. Había pensado que el hombre ya se la habría quitado. Perth acarició con su mano un lado de la cara de Saint, sintiendo el salto del hombre ante el inesperado toque.

—Voy a salir un rato, Saint.

—Sí, Maestro.

—Te puedes quitar la venda de los ojos si lo deseas. —Perth lamentablemente dejó caer su mano—. No sé cuándo volveré.

—Sí, Maestro. —Saint sonaba tranquilo, triste, pero no se movió para quitarse la venda de los ojos.

—Si necesitas algo de comer, Benedit puede conseguirlo para ti.

—Sí, Maestro.

Perth frunció el ceño. Se sentía como si estuviera traicionándolo, de alguna manera, y sabía que no debería. No tenían un contrato a largo plazo. Demonios, sólo llevaban juntos unos días. Entonces, ¿por qué se sentía como una mierda?

Chaud et FroidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora