Capitulo 04

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Perth estaba tan confundido como no recordaba haberlo estado jamás. Saint lo había fascinado desde el instante en el que había visto al hombre, y había pensado que reclamarlo aliviaría su fascinación. En su lugar, sólo crecía con cada momento que pasaba.

Tocar la suave y sedosa piel del hombre sólo había hecho que Perth quisiera tocar más. Pensar en follarse ese apretado culo sólo lo hacía pensar en querer hacerlo una y otra vez. Todo sobre Saint hacía que quisiera más.

No se suponía que funcionaría de esa manera. Perth se había mantenido siempre al margen de sus sumisos. Oh, les había dado un buen rato, conocía sus necesidades, y les había dado la experiencia de la sumisión de sus sueños, pero nunca estuvo emocionalmente involucrado.

Involucrarse emocionalmente con un sum era una línea que no quería cruzar. Porque implicaba pasar el control del Dom al sum, y Perth necesitaba el control. Estaría perdido sin él. Era un peligro sin su auto disciplina.

Perth necesitaba recuperar su perspectiva y poner un poco de distancia emocional entre Saint y él. Se estaba involucrado demasiado y eso sólo podría conducir a una mayor pérdida de control de su parte. Sólo empeoraría a medida que pasaran los días y al final de la semana dolería.

Mirar cómo Mitchel golpeaba sus dedos en la mejilla de Saint casi lo envía al borde. Había querido rasgar al hombre en diminutos pedazos. Había querido estampar su reclamación de propiedad sobre Saint para que todos lo vieran. Quería que le perteneciera a él y sólo a él.

Perth suspiró profundamente mientras se daba cuenta que ese era su objetivo final. Él quería estar con Saint, ahora y después de que su semana hubiera terminado. «¿Y cómo demonios había sucedido eso?», se preguntó a sí mismo. Nunca había sentido interés a largo plazo por un sumiso. Le gustaba jugar en la escena. Le gustaba tener un sumiso diferente todo el tiempo. Nunca había querido atarse a un solo hombre.

Perth pensó una vez o dos veces que podría haber conocido a alguien que le intrigara durante unas cuantas escenas, pero ese interés pronto se desvaneció, y se trasladó al siguiente sum.

Él nunca miró hacia atrás o lamentó dejar ir a un sum.

Muchas personas, incluyendo algunos de los Dom, pensaban que Perth era frío e insensible, y lo sabía. No le importaba ya que nunca había conocido a nadie que lo fascinara lo suficiente como para bajar los muros que había construido en torno a sí mismo debido a su necesidad de control.

Sin embargo, la idea de que Saint firmara un contrato con cualquier otro Dom, le daban ganas de gritar de rabia. Lo miró y vio al hombre sentado en silencio, con la cabeza vuelta hacia la ventana. No se veía como si tuviera una sola preocupación en el mundo, pero Perth podía sentir sus dedos rozando la tela de sus pantalones. El gesto parecía tímido y nervioso. ¿Estaba ansioso por algo así? Perth puso su mano sobre la de Saint, acariciando la suave piel de sus dedos.

—¿Te sientes bien, ángel?

—Sí, Maestro.

—Gira la cabeza hacia mí, ángel. Me gusta mirarte.

El rostro de Saint se sonrojó cuando se volvió hacia él.

Perth sonrió y se inclinó para acariciar con su mano la mejilla de Saint.

—Tan hermoso rostro.

—Gracias, Maestro.

Perth sonrió y se recostó en su asiento. Observó atentamente a Saint, con ganas de ver cada respuesta del hombre.

—¿Qué tipo de cosas te gustan, ángel, floggers, paletas, restricciones?

—Cualquier cosa que desees, Maestro.

Chaud et FroidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora