Capitulo 01

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—¡No me jodas!

—Impresionante, ¿no es así, Perth?

—Impresionante —susurró Perth Tanapon con asombro mientras observaba al hombre más sexy que jamás había visto bailar en la parte superior de la barra del bar. Sus caderas ondulaban, moviéndose de aquí para allá, mientras se balanceaba al ritmo de la música.

Los pantalones ajustados de cuero negro abrazaban su culo, pero colgaban bajo en sus caderas, dándole a la audiencia una vista del apretado abdomen del hombre. Las luces bajas del club no hacían nada para ocultar los ondulantes músculos expuestos, ni los aros de plata a juego que destacaban en sus perforados pezones.

El hombre no llevaba ninguna otra joya más que los aros en sus pezones, sin un collar de propiedad. Él ni siquiera llevaba camisa. Sus únicos accesorios parecían ser un par de botas de cuero negro, el tatuaje de un sol Celta alrededor de su ombligo, y el pelo en una larga y castaña trenza color arena colgando por su espalda.

—¿Quién diablos es? —le preguntó Perth. Se daba cuenta que había estado fuera del club varias semanas, pero no había pasado tanto tiempo. ¿Podría este hombre de repente haber aparecido mientras estaba en un viaje de negocios?

Bass se encogió de hombros.

—No lo sé —dijo—. Lo llamamos S, pero eso es sólo porque él no le da a nadie su verdadero nombre. Llegó aquí hace dos semanas después de que te fuiste a Hong Kong. Ha estado viniendo todos los sábados.

—¡Maldita sea!

—Sí, más o menos. —Bass se echó a reír—. Él pone el lugar en llamas cada maldito fin de semana. Es un espectáculo digno de ver.

Perth dio unos pasos más cerca. Tenía que conseguir una mejor visión. Ese hombre era glorioso. Perth podía decir que S era un sumiso. Su verdadera naturaleza se mostraba en su forma de moverse, en la forma en la que se perdía con la música. Perth apostaba que se perdería de la misma manera bajo las manos de un Amo, y Perth quería ser ese Amo.

—¿Uh, Perth? —Bass lo llamó mientras daba otro paso más, con la mirada fija en el espectáculo a pocos metros de donde se encontraba—. No se va a casa con nadie, nunca.

Perth miró por encima del hombro, sonriendo con confianza.

—Se irá a casa conmigo.

Bass parecía dudoso. Perth no compartía su incertidumbre. Había estado dominando a otros hombres, desde que había sabido qué hacer con su polla. Si toda la conducta del hombre no estaba gritando dómame, Perth se comería el sombrero.

La música terminó justo cuando Perth llegó al borde de la pista de baile. El hombre se trasladó hasta el borde de la barra y se preparaba para saltar. Perth rápidamente intervino entrando en el juego, tendiéndole su mano para ayudarlo a bajar al suelo.

Arqueó una ceja perfectamente cuidada, entonces S tomó la mano de Perth, sentándose en la barra para aterrizar a su lado. S lo miró de arriba abajo. Una sonrisa lenta y sensual se dibujó en sus labios.

—Mi caballero de brillante armadura —dijo S arrastrando las palabras, sin soltar la mano de Perth.

Perth sonrió.

—¿Quieres ser la damisela en peligro, entonces?

—No lo creo. —El hombre se echó a reír. A Perth le sorprendió lo mucho que la suave risa llenó el espacio que los rodeaba, dándole un aire de cruda lujuria a cualquiera que tuviera la suerte de oírla. El sonido hizo que un escalofrío recorriera la espina dorsal de Perth debido a la anticipación—. Estoy mucho mejor equipado que cualquier damisela.

Chaud et FroidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora