Hay personas con las que conectas, a las que miras a los ojos y sabes que tenía que suceder, que debías conocer, que debía ocurrir, y no se si sea el destino o una estupida casualidad, pero no concibo una vida en la que no existas, no quiero y me re...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
D I A N E
—Tu debes ser la nueva.—Olivia me miro con sus grandes ojos grises sonriendo falsamente.—Olivia Roses.—extendió su mano.
—Diane Caruso.—murmure frunciendo el ceño sin tomar su mano.
Pareciera que en ese momento toda la atención se había vuelto a nosotras, los entrevistadores que no habían dejado de hablar ni un segundo, solo estaban atentos a la siguiente que hablara.
—¿De donde sacaste a tu novia Tom?—pregunto mirándolo.—Hace unos meses no estabas...
—Olivia.—Tom negó.—Si no hay más preguntas creo que...
—¿Cómo te sientes Diane?
Uno de los entrevistadores me puso el micrófono demasiado cerca provocando que me hiciera para atrás y tropezará con Tom.
Apreté su mano dos veces, quería irme, no me sentía bien, no estaba siquiera cómoda con eso.
—¿Cuántos años tienes, cariño?—pregunto Olivia sonriendo.
Volví a apretar la mano de Tom, lo cual por segunda vez ignoro.
—¿Tu... no sabes... ingles?—ladeo su cabeza hacia mi.
—Se inglés.—murmure.
—¿Entonces?—sonrió.
En ese momento, no sabia si llorar o enojarme, escuchaba como las otras mujeres atrás de Olivia murmuraban diciendo que ni siquiera era tan bonita, lo mismo que decían los entrevistadores. "Ella no esta hecha para esto". No, no lo estaba.
—Tengo veintitrés.
—Pareces de quince.—puso su mano en su pecho.—Tan... niña, te puedo recomendar un cirujano buenísimo, ya sabes.—me señalo con la mirada.
Solté de golpe la mano de Tom y me acerqué a ella.
—Espero y no sea el tuyo, por que si lo es... muy bueno no es.—hice una mueca.—¿O es parte del tratamiento parecer una mujer de cincuenta?. ¿Es moda?—abrió su boca ofendida.
—¿Cómo te atreves?—jadeo.— ¿No sabes quién soy?
—Sinceramente.—suspire.—No me interesa.—sonreí.—Mira, se hace así.—señale mi boca mientras volvía a sonreír.—Dile a tu cirujano que te reduzca dosis de bótox.—sonreí.
Sentí como Tom tomo mi mano y me acerco a él, lo mire y negó rodando los ojos.
—Es todo.—negó.
Me llevo dentro de la exposición, saludando y sonriendo falsamente a todos los invitados, en ningún momento me miro, pero tampoco soltaba mi mano, lo cual lo hacía aún más confuso.
Me presento ante veinte, quizá treinta personas y solo cuando termino, me llevo frente a uno de los tantos cuadros y sin mirarme suspiro.