La historia repetida

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Lorena escuchaba la "clase" de biología de fondo mientras su mirada estaba fija en las pastillas ubicadas sobre su repisa, la llamada se trabó y ella no buscó arreglar el problema, estaba cansada de todo esto, de las clases, de no importar si estaba en clases o no, reprobar, estaría fuera o dentro de su habitación se seguía sintiendo sola, dentro o fuera siempre era una decepción.

Simplemente apagó la computadora, que tontería seguir en la clase cuando no le iba a servir de nada, y ¿quién la regañaría por reprobar otra vez?, ¿sus padres?, ellos ya sabían que era un desastre, siempre se esforzaba lo más que podía y siempre mal, siempre calificación reprobatoria, se preguntaba desde cuando todo había terminado por los suelos, cuándo se empezó a sentir tan sola, y cuándo sus padres se terminaron acostumbrado a su fracaso ya rutinario.

Se levantó de su escritorio y fue a la cocina, hacía frio y todo estaba oscuro, era de esperar ya que eran las seis de la mañana; decidido no prender la luz para no advertir a sus padres que todavía estaban dormidos, al llegar a la cocina le dio una repasada rápida con la mirada, había fruta y mucha cerveza aparte una botella de su padre, que había estado escondida ya un buen tiempo, la tomó, junto con una copa, ellos pensarían que estaba en clase, ¿cuándo lo podrían imaginar?, ella tomando vino en sus clases, claro que no.

Se sentó en su cama y sacando el corcho con los dientes la abrió y sirvió en la copa anteriormente robada, sostuvo la copa en su mano y volvió a ver el frasco de pastillas en la repisa, eran pastillas para dormir, ella sufría de insomnio y su madre le daba una en emergencias, previendo tal vez, el posible segundo intento de suicidio de su hija. Ella había estado recolectándolas, usualmente pedía unas tres a la semana, esto le había propiciado tener ahora ese frasco rebosante de pastillas, se levantó y tomó el frasco, lo había sacado del escondite la noche anterior pensando en cómo ahora podría terminar todo de una vez por todas.

 Entonces recordó todos esos consejos de su psiquiatra ante estos pensamientos y no la ayudaron nada, ni él ni ella, ni los consejos ni las sesiones, esas donde él hablaba, ella hablaba, pero sin interés en responder, no quería estar ahí, los medicamentos no impedían que ella no quisiera estar en este mundo y eso lo había decidido ya desde hace tiempo.

Se sentó en su cama y preparo su coctel, primero puso cincuenta pastillas en la copa, era una copa grande para vino tinto y las pastillas no llegaban ni a ser algo muy notable, sirvió más vino y lo revolvió con su dedo, lo tomo lentamente sintiendo como las pastillas pasaban su garganta con el vino sirviendo de facilitador. Puso otras cincuenta pastillas y repitió el proceso, así hasta terminar con todo el frasco, estaba mareada y se dejó caer boca arriba en su cama, durmiendo al instante.

No soñó nada no pensó nada, ella había muerto; o eso le hubiese gustado, despertó en el hospital otra vez, estaba viva, con la variante de que estaba esposada y su psiquiatra entraba por la puerta del hospital, todo se repetía una vez más.

—Hola Lore, de verdad que te gusta hacer preocupar a tus padres, ¿ahora qué pasó? —dijo calmadamente sentándose junto a su paciente.

—Lo usual doc, ya sabe cómo es el ritmo de este baile —intentó reír mientras movía su dedo como recordando una canción.

—¿¡Cómo que lo usual?! Lorena, tus padres te han invertido demasiado dinero, y tu solo intentas huir, dices que todo está bien, claaaro, claro que todo está bien —se levantó de su asiento empezando a darle vueltas a Lorena— ¿sabes que me dijo tu mamá? Dijo "usted dijo que mi hija estaba yendo por el camino correcto, explíqueme por qué pasó esto". Dime Lorena ¿qué quieres que les diga?

—No lo sé —susurró, estos eran los tipo de regaños que recibía cada que era honesta, entonces ¿cómo ser honesta y avanzar, cuando tenía miedo a ser honesta?

—¡¿Qué dijiste, no te escuché?! —gritó golpeando los barrotes al final de la cama.

—¡¡No sé, no sé, no sé qué me pasa, solo déjeme matar doctor idiota!! ¡¡Dice que me quiere ayudar, esas son estupideces, solo eso sabe decir, tonterías, tonterías, estúpido, estúpido!!

—¡CALLATE LORENA AQUÍ LA ÚNICA ESTUPIDA ERES TÚ! —gritó lo más fuerte que pudo. La puerta estaba cerrada, pero Lorena podía sentir como las otras personas se acercaban.

Con la presión generada haciendo fuerza en el pecho de Lorena el doctor aprovechó a acercarse y pegarle un beso a su paciente en los labios.

Lorena lloró, intentó apartarlo, pero con las esposas eso era una tarea imposible, el doctor se subía sobre ella, la boca le sabía a alcohol y a pastillas aún, empezó a tocarla, y Lorena dejó de pelear, perfecto, pensó, ahora también seré violada.

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