La última historia de Dante

133 2 4
                                    

A las diez de la mañana de un día lunes se podía visualizar entre la avenida Ángeles y la avenida Arte a un chico de alrededor de quince años con diversos golpes en la cara caminar con rapidez por entre las calles cargando una mochila a rebosar.

Ese adolescente en huida era Dante, un joven con un futuro muy poco seguro, pues lo acababan de correr de su casa, y en su modo supervivencia solo había alcanzado a tomar un cubrebocas que dificultaba su respiración, aparte de causarle nauseas, la mochila de su escuela con unas cuantas prendas echadas sin mirar y claro, lágrimas en los ojos.

Cuando estuvo lo suficientemente lejos de al que en algún momento había llamado hogar se detuvo a revisar qué llevaba consigo, en el bolsillo derecho llevaba algo de dinero que logró robar en la huida, en el izquierdo su celular, al que por cualquier cosa le sacó el chip y lo apagó.

Y ahora con náuseas y mareos empezó a razonar ¿a dónde ir?, él, aunque fuera lo que fuese siempre había sido un muchacho de casa, esta era la segunda vez que salía de su casa sin el permiso de sus padres, pero bueno, al final de cuentas si no salía por su propio pie lo más probable es que saldría con ambos pies por delante, y esa no era una opción.

Tampoco era una opción que su única salida fuera correr y esconderse en un callejón ¿verdad? Pero era de humanos adaptarse a nuevas situaciones.

Empezó a caminar entonces a un centro comercial cercano, sin sorprenderle que no hubiese nadie ahí, apenas algunos locales abiertos, eran las diez de la mañana de un lunes a final de cuentas ¿quién necesitaría una tienda de videojuegos o libros a esta hora? Solo gente rara que buscara esconderse... Ay, pensó Dante, ahora era él el que necesitaba esas dichosas tiendas de videojuegos o de libros.

Se sentó en una de las bancas del centro, se quedaría ahí el mayor tiempo que pudiera, al menos hasta acabar la jornada laboral, después iría a buscar a algún compañero, tal vez sería conveniente hacerle una visita sorpresa a su prima, era verdad que nunca la había visto, pero esto le daba puntos, su marginalidad era prueba irrefutable que estaba en las mismas que él.

Pero en lo mientras solo quedo viendo a una ventana, era verdad que estaba triste, enojado, pero no podía hacer nada, aparte a las personas en sus circunstancias le sucedían cosas peores, algunos eran asesinados por la propia familia, como casi le pasa a él, otros escapan antes de la otra opción y empezaban a talonear, horrible, y otros corrían a por sus parientes o amigos cercanos, lamentable que Dante no tuviera ninguno.

¿Así se sentía independizarse?, ¿aunque fuera a pulso? Que horrible, pero ya no tenía que pensar en eso, tenía un plan a final de cuentas... ¿De verdad lo tenía?, nunca había visto a su prima y sabía a tientas donde habitaba, pero nada le aseguraba llegar al lugar, tampoco podía volver con sus padres y su hermana, a final de cuentas ya tenían el ojo puesto en el, qué hacer, qué hacer...

—Hola jovencito —dijo una voz mayor a su lado.

—Bu- bu- buenos días señor —tartamudeo Dante intentando sonar tranquilo.

El señor rio y dio unas palmadas a la espalda de Dante— ¿Muchacho, tú en qué mundo vives? Ya son como las tres de la tarde, te la has pasado desde que llegué viendo a la nada, pensé seriamente en llamar a la policía ¿te encuentras bien, has comido algo?

Dante lo miro confundido, para luego voltear a sus alrededores, el señor tenía razón, ¡el centro estaba lleno de gente! —¡Guau! ¿cuándo se hizo tan tarde? —se alarmó mientras veía a todas partes, cualquiera diría que estaba entrando en catarsis.

—¡Tranquilo muchacho! Mira, primero ven a comer, yo invito.

Dante lo miro nuevamente, pero ahora prestando atención al detalle, era un hombre de mediana edad, no se miraba mal, era delgado pero fuerte, y de buen ver, aparte que estaba vestido a la moda, con una camisa blanca y un pantalón negro, no se veía peligroso, lo que significaba que podía dejarlo invitarle, «Existen personas buenas en este mundo después de todo» pensó Dante asintiendo eufóricamente ante la propuesta del desconocido.

RelatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora