Cinco: Sunshine of Your Love - Cream

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Cinco

Sunshine of Your Love – Cream

Noviembre 93.

Con dedos ágiles, Fred sacó el casete del walkman, dándolo vuelta antes de volverlo a colocar. Cerró la tapa de un golpe suave y presionó play.

Todas sus acciones parecían demasiado ruidosas en medio de la noche. Hermione miraba sus manos moverse sobre el aparatito, gracias a la poca luz que se colaba por encima de la verja desde el patio trasero de su vecino.

Era ya muy tarde y estaban agazapados en el umbral de la puerta trasera de su casa. La cocina a sus espaldas estaba a oscuras al igual que el pequeño patiecito. Hermione había preferido no encender las luces para no poner tan en evidencia su presencia allí. Su vecina, la señora Doyle, solía tener insomnio y dedicaba sus noches a espiar por la ventana de su habitación, la cual daba a los jardines traseros de tres de sus vecinos, entre ellos el de la casa de Hermione.

Sabía que no estaba haciendo nada malo, a pesar que eran pasadas las doce de la noche de un día de semana, pero no quería que a la señora Doyle le empezara a volar la imaginación, y acabará contándoselo a su mamá. Ella estaba de acuerdo con su amistad con el joven pelirrojo, pero jamás aprobaría una reunión a esas horas y seguramente le prohibiría volverlo a hacer si se enteraba.

¿Pero cómo explicarle que eran esas horas en que solo eran ellos dos y la música que reproducía el viejo walkman de Fred, lo que evitaba que se sintiera completamente sola? ¿Cómo explicarle que gracias a su amigo, ella había podido aguantar todo el desagradable período de ley del hielo y peleas ponzoñosas que habían acabado con la partida de su padre? ¿Se asustaría al saber que su única hija llevaba casi dos años escabulléndose de su cuarto para pasar el rato con uno de los hijos de su vecina?

¿Le daría un infarto si se enteraba que a veces paseaba por el parque frente a la casa, solo para recostarse en el pasto y mirar las estrellas?

Aún recordaba la primera vez que había usado la linterna de metal para llamar a Fred.

Se había prometido no usarla nunca. Una parte de ella sentía que no tenía derecho de molestar a nadie, en especial a Fred, con sus problemas. Pero la noche de su cumpleaños número doce, semanas después de haber recibido la linterna, se había sentido tan sola y triste, que la simple idea de hablar cinco minutos con Fred Weasley era lo único que la consolaba.

Sus padres habían decidido salir a cenar fuera para festejar su cumpleaños. Habían ido a un restaurante de comida italiana que a Hermione le gustaba mucho. Pero a pesar de que la comida había sido estupenda, los meseros habían cantado con entusiasmo el feliz cumpleaños, y que había recibido dos regalos en lugar del habitual regalo único, que sus padres hasta entonces le compraban juntos, ella se había sentido incómoda y miserable toda la noche.

No le importaba tener una nueva radio grabadora, ni tampoco un bonito juego de aretes y colgante que seguramente la dependienta de una tienda costosa de Londres, había convencido a su padre para que le comprara. No, ella habría devuelto con gusto todos esos regalos, más las 20 libras que su abuela le había mandado dentro de una tarjeta de felicitaciones, con tal de recuperar a los padres que había tenido hacía apenas unos meses atrás.

No se hablaban a pesar de estar sentados uno al lado del otro. Ni siquiera se miraban. Era como si la simple presencia del otro los irritara, en especial a su madre.

A Hermione le hubiera gustado tener el valor de enfrentarlos en aquella cena. Dejar su plato de espaguetis a la carbonara a un lado, y decirles lo que pensaba de su estúpida actitud. Pero no lo había hecho. Antes que llegara el postre les había dicho que no se sentía del todo bien y que quería regresar a casa.

La Chica Enamorada De Fred Weasley. [Serie De Relatos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora