Seis: I was made for loving you - Kiss.

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Seis.

I was made for loving you - Kiss.

Marzo 94

It's a heartache sonaba en el salón cuando Hermione llegó esa tarde del instituto. Desde que su padre se había marchado, había descubierto que su madre no era para nada fanática de The Beatles y apenas toleraba que su hija los escuchara a todo volumen encerrada en su habitación. También descubrió que por años Janet se había abstenido de oír la música que le gustaba de verdad para no molestar a su ex marido, el cual no soportaba la voz ronca de Bonnie Tyler.

A Hermione tampoco le convencía del todo. Había llegado a la conclusión que sí tenía que soportar la voz desafinada de su madre, prefería hacerlo mientras cantaba las canciones de ABBA o Whitney Houston. Era mucho más soportable así.

En cuanto las risas llegaron de la cocina, unidas al tintineo de las copas, sintió un mal presentimiento.

Dejó su mochila junto al pie de la escalera, mientras se preguntaba porque no había aceptado la invitación de Fred de ir con él y sus amigos al cine después de clases.

No había llegado aún a la cocina cuando las voces de Caroline y Louisa llegaron a sus oídos con la alegría de quien celebra un gran acontecimiento. Las dos mejores amigas de su madre bebían champaña en copas largas riendo a carcajadas. Janet estaba sentada en la mesa de la cocina, con una copa en la mano y unos papeles frente a ella. Parecía estar fuera de lugar en esa escena. Ella no bebía ni tampoco celebraba. Estaba allí sentada, con los ojos muy abiertos y los labios fruncidos

Hermione no necesitaba ver cuáles eran esos papeles para entender porque aquellas dos arpías estaban tan felices. Sintió su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Caroline, que era repostera, había hecho un pequeño pastel lleno de flores azucaradas, con la frase "Felicitaciones, Janet SMITH".

Estaban celebrando que el divorcio fuera ya un hecho. Con papeleas y todo. Ahora Janet volvía a ser legalmente Smith en lugar de Granger.

Eso no fue lo que enfureció a Hermione. Lo que sintió como puñaladas en su espalda fueron las risas y las burlas que soltaban con total inmunidad, las dos mujeres que hasta entonces habían tenido una larga amistad con Robert Granger. Dos mujeres que hasta ese día había llamado tías sólo por tenerles un inmenso cariño. Cariño que en esos momentos agonizaba en posición fetal en el piso de la cocina.

Louisa apuraba su copa antes de soltarle a Janet, que deberían liquidar el engorroso asunto de la consulta dental.

—Deberían venderla—le aseguraba, como si fuera la dueña absoluta de la verdad. —Eso de seguir trabajando juntos me parece una estupidez. ¿De verdad creen que trabajando en diferentes turnos van a lograr que funcione? Sigo sin entender porque no le pediste a Lily que solucionara también eso en las negociaciones.

Hermione apretó los puños hasta que sus nudillos se pusieron blancos. La miró con todo el odio que podía transmitir, aunque ninguna de las tres mujeres habían notado su presencia aún.

El consultorio dental funcionaba y era tan próspero porque era el único en todo el pueblo. Si lo vendían, sólo creaban competencia. Su madre se había quedado con la casa y uno de los coches, mientras que su padre sólo había conservado su propio auto y se había tenido que mudar. Si tuviera que empezar un negocio desde cero, jamás lo lograría. ¡Louisa lo sabía! Pero no le importaba. Se llenó la copa mientras soltaba otra perlita maravillosa.

—Alegra esa cara, Janet. Al fin es oficial, te deshiciste de esos 80 kilos inútiles que tenías.

Esa fue la gota que desbordó el vaso. Hermione se había guardado todo lo que había pensado sobre ese asunto durante dos años. ¡Dos años! No les había reprochado nada, a ninguna de las dos partes. Pero aquella última frase le causó un dolor tan grande, que Louisa no hubiera logrado provocar ni golpeándole la cabeza con un bate.

La Chica Enamorada De Fred Weasley. [Serie De Relatos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora