Dos: Eternal Flame - The Bangles

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Dos.

Eternal Flame - The Bangles

Agosto 91.

Días después del campamento.


El brazo del tocadiscos hizo un chasquido cuando el vinilo llegó a su fin, y automáticamente regresó a su lugar. El salón de los Weasley quedó en silencio. A lo lejos se escuchaba el murmullo de los niños de la casa, cada uno en su habitación, muy ocupados en sus cosas, mientras su madre daba vueltas por la cocina y el padre caminaba a paso desganado hasta allí en busca de una taza de té.

Hermione Granger suspiró. Con los ojos cerrados y disfrutando de aquel silencio acogedor. Se meció ligeramente, mientras se abrazaba a la funda protectora donde Arthur Weasley tenía su preciado vinilo de Los Beatles firmado.

Le gustaba esa sensación. Ver el disco dando vueltas mientras todo estaba en calma le recordaba a cuando era más pequeña.... Pero su padre ya no sacaba sus discos de su caja, ya no los escuchaban por horas los dos juntos mientras el fuego de la chimenea les calentaba los pies y tomaban chocolate calentito. No, ya no hacían esas cosas. Su madre tampoco se paseaba por la casa tarareando Let it be....

Fred se inclinó hacia delante en el sillón donde había estado la última media hora, cuando vio como el rostro de Hermione perdía su alegría. Había pasado la tarde entera hablando con su padre, el cual, como Fred bien había predicho días atrás, estaba encantado de contarle a alguien nuevo sobre sus aventuras de juventud siendo el chofer de aquella famosa banda toda una semana. Hermione había sido una oyente magnífica, permaneciendo en silencio y haciendo las preguntas en los momentos correctos. La pequeña niña había sido todas sonrisas, pero en aquel momento, cuando la última canción del disco Please Please Me, llegó a su fin, una sombra de tristeza se posó sobre su rostro.

Quiso decir algo, pero no supo qué. Sentía que se estaba perdiendo de algo, pero tenía miedo de preguntar.

Sin decir nada, se puso de pie, colocándose junto a Hermione la cual había pasado la tarde sentada con las piernas cruzadas sobre la alfombra, frente al tocadiscos. La niña abrió los ojos al sentirlo a su lado y Fred pudo ver como estos estaban húmedos.

Se la quedó mirando con descaro al tiempo que se arrodillaba frente al tocadiscos. Hermione apartó la mirada avergonzada un momento. No le gustaba llorar, menos frente a él.

—Mamá llora cuando escucha Love Letters de Elvis Presley—comentó agachando la mirada. De pronto sentía que se estaba metiendo en un momento muy personal de Hermione.— Dice que la canción correcta puede llegarte al corazón....

Se sintió estúpido al decir eso, pero de reojo pudo ver como la castaña dejaba ver esos dientes de conejo que tenía una fracción de segundo al sonreír.

—¿Eso dice?

—Si... yo jamás he llorado por una canción. Así que supongo que aun no encuentro la correcta—se encogió de hombros restándole importancia. Sacó el vinilo del tocadiscos con muchísimo cuidado, si lo rompía su padre lo rompería a él, y se lo tendió a Hermione. Esta lo tomó con la misma delicadeza que tendría alguien al sujetar un bebé recién nacido, y lo guardó en su carpeta. Se tomó un momento para admirar las firmas nuevamente, pasando sus dedos sin llegar a tocarlo sobre el garabato que era la de Paul McCartney.

Fred rodó los ojos, había tardado menos de media hora de charla con aquel renacuajo en el autobús de regreso del campamento, para descubrir cuál era su Beatles favorito. Según su hermanita Ginny, Hermione tenía su habitación empapelada con la cara de aquel tipo. Al pelirrojo aquel detalle no le parecía nada bien, ella era muy pequeña para estar medio enamorada de un tipo de 49 años.

La Chica Enamorada De Fred Weasley. [Serie De Relatos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora