Nieve

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Recuerdo la primera vez que intente esquiar. En resumen: Lo odie.

Mi madre me llevo a un complejo deportivo invernal, a una clase con otros chicos de mi rango de edad. Lo curioso es que había unos cuantos niños extranjeros. Entre ellos, un niño de aspecto bronceado resaltaba. Su piel morena en un paraje nevado, era súper extraño para mí, pero al parecer ese era su color natural.

Aquel niño me miró y sus enormes ojos azul platino parecían brillar. Con unos cuantos pasos se acercó, demasiado para mí gusto, no me gusta que invadan mi espacio personal. Traía un estúpido gorro de colores brillantes que ofendia mi vista, por lo que no pude ignorarlo como hago usualmente.

--¡Una princesa!-- exclamó con marcada emoción.

Fruncí el ceño. Mientras que el instructor le explicaba al mocoso que yo era niño. En ese momento apenas tenía conocimiento del inglés, que era el idioma del niño, pero entendí la palabra princesa y también, que se refería a mi.

--Pero es tan bonito y las princesas son bonitas.

--Jean. No molestes a los demás niños--dijo un hombre.

--No lo estoy molestando-- corrio a mi lado y sujeto mi mano. --Yo cuídare de la princesa.

Jale mi mano pero él no la soltó. Por alguna razón afinzó más su agarre y era muy fuerte para ser prácticamente de mi estatura.

Antes de poder quejarme de forma más impetuosa, mi madre hablo con una mujer pelirroja, al parecer era la madre del jodido niño.

--Sé un buen niño Seung, has equipo con el pequeño Jean.

Suspiré de forma audible. No podía negarme a las instrucciones de mi madre. Entonces aquel niño sonrió muy feliz.

--Seré tu príncipe por hoy, aunque cuando crezca planeo ser un rey, sabes.

Veo que me está hablando, si sabe que no entiendo lo que dice ¿cierto?

Estuvimos atentos a las indicaciones del instructor, y durante todo ese tiempo el niño no me soltó. Hasta que esquiamos y me caí varias veces, aquel niño siempre regresaba a levántarme y sacudirme la nieve. Eso me pareció extraño, porque él aprendió casi inmediatamente a deslizarse sin ayuda.

--Cuando crezca, vendré por ti, princesa.

Siguió diciéndome princesa la mayoría del tiempo, lo que me fastidió.

Así pasó aquel día, y aunque no me gustó mucho eso de esquiar, mi mamá siguió llevándome. Pero ese niño no volvió a aparecer. Mi mamá me contó tiempo después que aquel niño era hijo de una pareja canadiense y solo ese día habían asistido al complejo invernal.

Ja. Tanto escándalo para nada.

Aunque el asunto es... Que sigo viniendo a esquiar. Incluso ahora que soy un adulto, vengo para desestresarme.

Incluso ese día...

Un atractivo hombre de piel bronceada se acercó y me sonrió. Se sacó las gafas de nieve y me miró de abajo hacia arriba.

--Nos volvemos a encontrar, princesa.

Chasquee la lengua y lo mire con desdén.

--No sé de qué hablas.

--Ah, claro que sabes. Está vez, vine por ti. Mi princesa.

My Little LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora