Había pasado aproximadamente una semana desde que llegamos a México. El hecho de tener que compartir un viaje de quien sabe cuanto tiempo con una persona tan insoportable como lo era el Inspector Jonhson era semejante a una tortura.
Tenía que pasar la mayor parte del día investigando por nuestras propias manos porque el maldito robot MK o su dueño había demasiado astuto como para no dejar que fuera visto por ninguna cámara, o si lo había hecho, no habían captado los rasgos esenciales como para ser identificado y rastreado.
Las posibilidades se acababan de a poco e incluso comenzábamos a considerar la posibilidad de que NAASA siguiera activa en secreto, aun después de que su fundadora y sus compañeros más cercanos hubieran sido capturados o asesinados.
nuestros superiores no nos permitieron hospedarnos en un hotel ''lujoso'' o por lo menos decente ya que no habíamos hecho bien nuestro trabajo desde un inicio y ''no lo merecíamos'', así que por eso mismo dormíamos en un motel con un olor constante a humedad y suciedad por más que lo intentara limpiar. La única ventaja que tenía en ese motel era que no estaba obligada a compartir cama con ese repugnante hombre gracias a que la habitación contaba con un par de camas individuales, sabía que ni ellos me odiaban tanto como para castigarme haciendo que tenga que siquiera recostarme junto a Johnson.
Era la madrugada del octavo día en México. Mi desayuno constaba de un café con sabor a tierra y moho y una galleta casi tan dura como una piedra sin ni siquiera un poco de sabor.
El Inspector Johnson había salido por un desayuno un poco más decente. Me había ofrecido ir con él pero me negaba a la misma idea de tener que caminar junto a él quien sabe cuanto tiempo; suficiente tenía ya con el mero hecho de dormir y trabajar en la misma habitación que él, lo menos que quería justo ahora era tener que pasar más tiempo a su lado para que me siga hostigando como siempre.
No habíamos encontrado nada desde ese vídeo en aquella fiesta donde se mostraba al androide 94 MK golpeando a esos jóvenes. Ni nuestros investigadores en los demás estados sospechosos ni nosotros habíamos obtenido algún tipo de información nueva; esto solo reforzaba la teoría de que posiblemente NAASA continuara operando.
Finalmente el Inspector Johnson llegó, me saludó con esa estúpida sonrisa y después se puso a trabajar en su lado de la habitación.
-Saldré a investigar, voy a tardar.
Le mencioné mientras me levantaba de la cama cerrando mi equipo.
En realidad no iba a ir a investigar, tan solo necesitaba un poco de aire fresco y estirar las piernas para poder seguir soportando estar encerrada en ese repugnante lugar.
-Ambos sabemos que no vas a hacer lo que dices. Está bien, ve, yo me ocupo de esto.
No se notaba molesto pese a que sabía mis intenciones. No le tomé demasiada importancia; terminé de ponerme mis zapatos y un abrigo para después salir del motel.
La atmosfera cambió inmediatamente. Sentía que por fin pude respirar, era hasta agradable estar afuera.
Comencé a caminar sin alguna dirección fija. No quería estar entre tanta gente así que decidí explorar los barrios para intentar descubrir porqué a tanta gente le parecía encantador ese país; para mí no era nada fuera de lo común y su gente no era nada que no hubiera conocido ya. Ni su cultura ni su gente llamaba la atención pero aun así me encontraba en aquel lugar, vaya ironía.
No sé exactamente cuánto tiempo caminé hasta llegar a una calle bastante transitada pero era tranquila al mismo tiempo. Tenía vida pero no era molesta en absoluto.

ESTÁS LEYENDO
Corazón de Carne
Ciencia FicciónUn futuro no muy lejano lleno de los llamados androides ahora gobierna hasta a el país más subdesarrollado haciendo de Estados Unidos el país más importante. Sin embargo, en México los androides son tratados como si fueran simples juguetes que tiran...