IV

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Dos semanas pasan muy rápido, desde que llegué a casa Suga no se movió de mi lado, es muy gracioso verlo cuidándome como si fuera una niña pequeña.

Se mudo prácticamente a mi departamento, por suerte es grande, estamos cómodos los dos, busque ayuda profesional mañana es mi primera sesión tengo miedo de hablar no sé cómo será, me imagino que quizás es como en las películas donde tiene un enorme sillón donde me hará acostar y hará Miles de preguntas, río ante mi enorme imaginación pero en la mañana sabré exactamente cómo será.

Suga: - Ya llegué!- Desde el día del incidente decidí hablar con mamá, le expliqué y ella misma me dijo que debía quedarme al lado de t/n- Pequeña ¿dónde estás?- muchas veces al no escuchar su respuesta siento temor de volver a encontrar la misma escena-

T/N: - Me estoy cambiando, ya salgo- grito desde mi habitación, sé que se asusta y cree que haré algo otra vez-

Suga: - Traje tu comida favorita- todos los días trato de animarla y compro todo lo que a ella le gusta. - También tengo una sorpresa- Se que bajará rápido ante esas palabras

T/N: - Ya estoy bajando- Me emocionan las sorpresas y aparte mi curiosidad puede más, llego corriendo a su lado. -¿Dónde está?-

Suga: - Eres tan predecible- Su mirada curiosa recorre cada parte de mi buscando su sorpresa. - Aquí está tu sorpresa- hago seña con mis manos hacia la caja que está sobre la mesa en la cocina.

T/N: - ¿En verdad?- ruego los ojos con frustración. -Esto no es una sorpresa, es tu juego favorito- cruzando mis brazos con enojo ante su engaño, suga comenzó a reírse y burlarse de mí. - Esto no quedará así pequeño- le di un golpe en el brazo, éste se quejo muy dramáticamente pero sin dejar de reírse.

Suga: - No comiences algo que no podrás soportar después- le advertí ya que en su cara se dibujo una sonrisa maliciosa, sabía perfectamente lo que estaba tramando esa pequeña loca.
Quise correr pero fue inútil, ya me tenía atrapado. - Basta! No sigas, te lo advierto t/n aaah. Intentaba dejar de reír pero sus manos eran tan escurridizas que me hacía cosquillas sin dejarme respirar.

T/N: - Eso es por ilusionarme y no traerme nada, quédate quieto no te salvarás de mis garras gatito- Suga no paraba de moverse tratando de sacar mis manos, de un momento a otro caímos al piso de la sala, no sé cómo llegamos hasta aquí.

Quedé sobre él y ahí mi mirada se volvió aún más pícara, sabía que lo tenía acorralado y no dejaría que se fuera tan fácilmente, lo estaba disfrutando, después de tanto tiempo podía reír y no pensar en nada más, que disfrutar un momento junto a la única persona que siempre está para mí.

Suga
Por un momento pensé en hacer que deje de hacerme cosquillas pero verla reír fue algo que había querido desde hace días y al lograr hacerlo no pude resistir, deje que pensara que me tenía atrapado, pero no lo haría por mucho tiempo.

La mire a los ojos y una sonrisa se apoderó de mis labios para decirle sin palabras que era mi turno de hacerla reír y sufrir ya que odia las cosquillas.

T/N: - oh no!- solo pude decir esas palabras al notar las intenciones de Suga y su sonrisa maliciosa. - Su..suga?- me arrepentí de haberle echo tantas cosquillas, esto será mi perdición. - No lo hagas- lo miré con súplica pero ni mis ojos de perrito arrepentido funcionaría.

Suga: - Mi pequeña t/n, sabes que ahora es mi turno ¿verdad?- agarre sus muñecas sin hacerle daño y la voltee quedando sobre su diminuto cuerpo, su mirada me pedía con súplica que no lo hiciera.

T/N: - No.. no...no.. por favor ya basta!- decía entre risas, quise volver a hablar pero era imposible mi risa no dejaba que las palabras salieran, mis piernas se movían todo lo que podía, parecía un gusano queriendo escapar pero era imposible, Suga es mucho más grande y sus manos eran tan rápidas que hasta podía bloquearme y seguir haciendo cosquillas.
- De ver.. de verdad, ya basta, por favooor!- decía entre risas.

Cuando se dió cuenta que mi respiración me estaba casi ahogando decidió parar, solo quedó sobre mí viéndome mientras mi respiración volvía a ser normal.

Suga: - Ya te calmaste?- me acerque para ver qué de sus ojos caía una pequeña lágrima de tanto reír, pude notar una vez más su hermosa sonrisa asomarse pero sentí un dolor en mi costado.

Me había clavado sus pequeños dedos haciéndome doler y salir.

Después de cocinar fuimos a su habitación, ella se sentó entre mis piernas como lo hacíamos siempre al jugar, era mi momento favorito ya que siempre ganaba contra t/n, ella se enojaba y pedía seguir jugando para ganarme. Amaba esos momentos.

Líneas Cruzadas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora