Pastel Caliente (1)

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PASTEL CALIENTE

Nada mas salir el sol, el grupo se desperezó y se puso en marcha. Pastel Caliente caminaba en silencio observando el paisaje. El Camino Real estaba rodeado de árboles por todos los lados. Se había acabado el verano pero el sol seguía apareciendo en el cielo azul y eso era de agradecer dado que no tendrían nada que hacer un día de lluvia. No podrían resguardarse en ningún sitio y tendrían que seguir caminando hasta la noche.

Pastel Caliente se fijó en unos cuervos que volaban rápidamente sobre los árboles. Alas negras, palabras negras- pensó-. Y más en tiempos de guerra.

Adelantó a unos hombres para juntarse a Arry. A Pastel Caliente le caía bien pero el niño nunca le perdonó el día que se conocieron.

El grupo se encontró con una familia de campesinos, subidos en un carro con sus pocas pertenencias. Eran una de tantas familias que huían de la pobreza dirigiéndose a Desembarco del Rey. El padre saludó a Yoren con cautela, temiendo que fueran unos foragidos.

- Hacia donde vais no encontraréis nada- les dijo Yoren-. La ciudad entera se muere de hambre y más habitantes no soluciona el problema. Estamos en guerra idiotas. La pobreza os perseguirá adonde quiera que vayais.

El hombre pestañeó, incrédulo a la dureza de sus palabras, pero siguió adelante mientras su mujer tapaba a su hijo que estaba durmiendo.

Arry les siguió con la mirada, hizo una mueca y siguió caminando detrás de Gendry. Pastel Caliente miró a aquella familia de campesinos dirigiéndose a donde, hasta una semanas, era su hogar. Pastel echaba de menos su puesto de pasteles, recorriendo todas las calles buscando algún comprador o algún noble hambriento. Nunca volvería a andar por sus callejuelas. A partir de ahora pertenecerá a la Guardia de la Noche. Solo de pensarlo le entraban escalofríos. De pequeño le habían contado cosas sobre la Guardia, como que sus hombres eran lo más valiente de los Siete Reinos, que defendían al pueblo de los Otros y que se componía de hombres buenos y honorables, sin ninguna ambición salvo proteger Poniente.

Pastel echó un vistazo y vio a los hombres que entrarían en la Guardia. Nunca podrán ser mis hermanos. No llegaré a servir en la Guardia de la Noche. No soy más que un crío.

Pastel Caliente se inclinó hacia Arry y le preguntó:

-¿Tu crees que existen los Otros? Arry le miró con indiferencia hasta que le contestó.

- Existieron. Dicen que han desaparecido pero yo no me lo creo. Si no, los hombres de la Guardia no seguirían allí. Se habrían ido hace tiempo a sus casas.- dijo agarrando con fuerza su espada.

Pastel Caliente siguió caminado sin hablar, pensando en como podría matar alguien a un muerto.

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