Capítulo 5

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Un día de julio, por la mañana temprano, Bea seguía en su casa preparándose para el viaje.

Sigue teniendo sueño. Ya se ha decidido. Irá vestida con una camisa azul de seda, unos pantalones blancos y unas bailarinas. Coge todo y lo pone encima de la cama con cuidado de que nada se arrugue. Primero se pone los pantalones. Una pierna. La otra. Se abrocha el botón y se mira al espejo. Se ve bien.

-Bea, ¿me dejas tu móvil? -pregunta su hermano.

-¿Para qué? -le responde.

-Para jugar...

-No. ¿Cómo te vas a poner a jugar a estas horas? Tendrás que vestirte ¿no crees? -le dice Bea muy enfadada porque va a llegar tarde y su hermano no para de molestarla.

-Es muy temprano... Me quedan dos horas y media para ir a clase. -responde.

-Bueno me da igual Jose, no te lo voy a dejar ahora. ¡Y vete ya!

Sale por la puerta un poco indignado y se va a su cuarto. Bea está harta de él. Es un pesado. Sabe que es su hermano pequeño y que tiene que tratarle bien pero, son hermanos y, como prácticamente todos, se llevan el día peleándose.

Termina de vestirse por completo. Se ve bien con esa ropa. Es la definitiva. Se quita la toalla del pelo. Está completamente mojado y despeinado. Busca el secador y lo enchufa.

Ya ha terminado de secárselo. Coge el cepillo y lo peina rápidamente. Tiene hambre. Anoche no cenó nada y tiene ganas de comer algo ya. Se dirige a la cocina y abre la nevera. No sabe qué comer.

-¡Mamá! -grita.

-Dime cielo. -le responde rápidamente.

-¿Qué puedo desayunar?

-No sé Bea. Hazle un Cola-cao y pan, no sé. -le propone su madre.

Le parece bien la idea. Coge pan, una taza, leche, Cola-cao y Nutella. Mete el pan en la tostadora, llena la taza de leche y la mete en el microondas.

Suena un timbre. Es la señal de que la leche ya está lista. Bea la pone encima de la mesa y se sienta. Está cansada. Muy cansada. Casi no ha dormido en toda la noche pensando en Julio y en Pedro. Incluso ha estado pensándose en salir con Julio. No le parece nada feo y, es muy bueno con ella siempre... Pero, luego piensa en Pedro y... Pobrecito, le da pena. Mucha pena, por lo que, siempre acaba decidiéndose por ninguno y quedarse sola.

Recuerda el día en que Alicia se lo contó todo. Al principio no se lo creía. Pensaba que solamente era una broma pesada de los dos pero, luego empezó a enseñarle las conversaciones y... Se dio cuenta de que era de verdad. De que los dos estaban enamorados de ella.

-¡Mierda! -grita Bea.

Se acaba de tirar casi toda la leche encima. Encima de sus pantalones blancos que se va a poner para el viaje. Está tan nerviosa que, ya no sabe ni lo que hace.

-No puede ser... ¿Por qué a me pasa a mi todo? -grita indignada. - ¡No puedo creer que me haya manchado!

De pronto aparece su hermano y su madre por la puerta de la cocina. Están asustados por el grito que ha pegado Bea.

-¿Qué te pasa? -pregunta su madre.

-Me he manchado... -responde.

-No pasa nada Bea, no te pongas así... -le dice su hermano.

-¿Cómo quieres que no me ponga así? ¡Ahora no tengo nada que ponerme! -dice furiosa.

-No te preocupes cariño, el otro día te lavé tus otros pantalones blancos. Ponte esos. -dice su madre, solucionando el problema.

Bea sale corriendo a su cuarto para cambiarse y limpiarse un poco. ¡Qué suerte ha tenido! Menos mal que tiene varios pantalones blancos sino, no hubiera sabido que hacer, hubiera llegado tarde al viaje. Más tarde de lo que posiblemente llegue ya.

-¡Bea! -grita su hermano.- ¿Vas a comerte la tostada?

-¡Sí! -dice. - ¡No se te ocurra tocarla!

-¡Jo! -le responde.

No piensa quedarse sin desayunar. Tiene mucha hambre y, aunque tenga que comérsela en el coche, se la piensa tomar.

Ya se ha cambiado de pantalones, ha desayunado y ha terminado de revisar todas sus cosas. Está lista para salir de una vez.

-Bea, ¿nos vamos ya? -pregunta su padre.

-Sí. Estoy lista. -responde.

-Lo habrás cogido todo, ¿verdad? - Pregunta su madre, que no se fía mucho de ella.

-Sí, mamá. Está todo.

-Vale. Vámonos. -dice su padre.

Se meten todos en el coche. Jose se ha quedado en la casa ya que él coge el autobús más tarde y tiene que vestirse y prepararse para ir a clase.

Acaban de llegar al colegio. No hay casi nadie en la puerta, dos o tres personas de la otra clase.

-Papá. -dice Bea.

-Dime. -responde.

-¿Podemos esperar a que llegue alguien más antes de bajarme?

-Claro. -responde su madre.

No quiere quedarse ahí sola esperando como una tonta. Qué vergüenza. Ya cuando llegue alguien saldrá y se irá con este.

Se aburre. Al final ha llegado antes de lo que esperaba. Mira su móvil, tiene un mensaje.

-Bea, dime que ya estás en el colegio. -escribe Mercedes.

-Sí, ¿por qué? -responde.

-Es que, estoy aquí sola con mi madre y no hay nadie. -dice riéndose.

-Pues entonces salgo ya y nos quedamos juntas. -responde.

-Perfecto. Ahora salgo. -manda junto con un besito.

Menos mal que Mercedes ya está aquí. No quería quedarse sola.

-Mamá. -dice. -Salgo ya. Mercedes está allí.

-De acuerdo. ¿Te ayudamos a sacar la maleta?

-Sí, por favor.

Bea sale junto a su padre, que le ayuda a coger todas sus cosas. Se va con Mercedes que ya está en la puerta. Seguidamente, ve que Alicia y Salomé están llegando también. Menos mal. Solo faltan Cris y Miriam.

Bésame, luego te explico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora