Capítulo 1

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Cachorros y mariposas

Yo, en realidad, no recuerdo absolutamente nada de lo que fué mi nacimiento, como cualquier otra entidad viviente, y, por ende, no puedo empezar diciendo que recuerdo el calor, mi madre, mis hermanos, la leche, algo, como otras historias de éste tipo. Lo que sé, en cambio, es que mi madre era una zorra, en el buen sentido de la palabra, naranja, con pelaje blanco y café en sus patitas y orejas, además de ojos amarillos, ¿cómo puedo ser tan específico? Pues, digamos que es el color por defecto de un zorro, claro que, algunos que son de regiones específicas se han adaptado, pero, en general, los de clima templado son de color naranja. En fin, que obviamente, no nací sólo yo, soy el protagonista, pero cada historia necesita personajes secundarios, en éste caso mis hermanos biológicos, supongo que no tenía padre porque, en el momento que nos encontraron, no había uno, y sí, digo encontraron, porque todo ésto lo descubrí años más tarde, pero no se adelanten, todo a su tiempo. Cuestión que éramos cuatro cachorros, y mi madre, en su entonces vivíamos en una taiga-bosque-reserva-natural-anda-a-saber-tú-qué a las afueras de un pueblo pesquero, cerca de una carretera medianamente transitada, de ida y vuelta, cerca de un lago.

Siendo cachorro, tenía una gran afición hacia las mariposas, pues en ése entonces, para mí eran maravillosas, tan lindas y llenas de tonalidades grises, tomemos en cuenta que por aquellos tiempos aún no veía bien los colores, sin embargo, con el pasar del tiempo olvidé mi fascinación por las mariposas, supuse que había cosas más importantes por las que preocuparse y ocuparse que un simple insecto de varios colores, pero ahora que lo pienso detenidamente, vuelvo a entenderlo. Imagina, tener la libertad de huir a donde se te ocurra, y, tener unos colores tan vistosos y tan vivos que, a pesar de no poder verlos, es motivo que la gente te catalogue como de lo más hermoso del mundo, además de, lo ya antes mencionado, el poder volar, claro que tiene sus desventajas, eres comida de aves, te disecan para museos, y si tienes muy pero que muy mala suerte, te hacen llavero, pero no importa, todo tiene sus pros y sus contras. Así es la vida.

En fin, que por aquellos tiempos una mañana, decidí que quería atrapar una mariposa, y así empezó toda mi historia, pues ésa primera vez que intenté capturar una mariposa fué horrible, la primera y última vez, y fué mi culpa lo que pasó, pues me alejé de mi madre unos varios metros mientras saltaba e intentaba atrapar dicho insecto con mi hocico, al final la curiosidad me alejó de mi madre y, bueno... ¿alguna vez has escuchado sobre  aquél dicho que dice "La curiosidad mató al gato"? Bueno, pues de tan lejos que estaba, llegué hasta aquella carretera medianamente transitada, no lo noté pero, había tenido suerte en veces anteriores que había cruzado con mi madre y mis hermanos, pues nunca nos había pasado nada, sin embargo, para todo hay una primera vez.

Ésa tarde, sin saberlo, sería la última en la que mi madre lamería mi cara y me llevaría junto a mis hermanos a nuestro último intento de aprender a cazar, antes de encontrarme enmedio de una carretera donde, inevitablemente, mi destino llegaría a unos 120km/h. Apenas había logrado escuchar un enorme estallido, estaba oscureciendo pero, una luz brillante y enorme se me acercó, me sentí tibio, luego un fuerte jalón y algo de dolor, y luego, nada...

Estaba todo oscuro, y mientras observaba mis alrededores, comprendí en dónde estaba...

El más allá.

Muchas culturas suelen describir éste estado como aquel encuentro con Dios, Jesucristo, Jehová, Buda, Allah, y otros dioses misericordiosos que perdonan a aquél que se arrepienta de sus pecados, incluso si es en el último segundo, y a cambio, se ganan una estancia eterna en el cielo o el lugar épico de turno, donde gozan de privilegios como descanso eterno, reencontrarse con sus seres queridos y la satisfacción de haber contribuido a cambiar el mundo, quizá también hasta un poco de hidromiel.

Pues... no para mí.
El destino me estaba esperando, y tenía preparados muchos más planes en los que saldría involucrado, pues, al llegar a dicho más allá, estaba completamente vacío, rodeado de una inmensa, silenciosa y tranquila oscuridad, exceptuando algunas visiones de lo que parecía ser un niñito, un pequeño de 9 años aproximadamente, complexión estándar, ni flaco ni gordo, probablemente hacía algún deporte, estatura, no sé, en ése entonces no conocía los metros, centímetros o demás medidas para, bueno, medir longitudes o estaturas, en fin, se veía como una buena persona, alguien digno de admirar, una persona muy buena, amable y gentil, un niño que muy probablemente sería recompensado pronto con un regalo de lo más especial.

Muy especial.

Proyecto 2234-ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora