Capítulo 12

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Es extraño, ¿no?
A veces, creemos que cuando tengamos algo de todo, o cuando ya no haya nada que nos moleste, seremos felices, y de algún u otro modo, lo logramos, pero, no se siente bien...

Se siente... vacío...

Creí que, después de deshacerme de todos los humanos, me sentiría mejor, pero... no, no fué el caso, es más, perdí a mi único amigo, que aunque fuese mi dueño, él no sabía ni tenía la culpa de nada, pero aún así, ya no está.

Pensé que quizá lo mejor era desaparecer, para siempre, igual pronto, dentro de unos años, los restos de ésta ciudad se erosionarán, volviendo al subsuelo y, esencialmente, como si jamás hubiesen existido, o no sé, capáz algún sarnoso desgraciado lo vea como el descubrimiento del siglo. Sea como sea, no me quedaré a verlo, ya es mucho para mí.

Decidí, entonces, vagar por el bosque a las afueras de la ciudad. Para ser una nueva potencia mundial, estábamos muy... alejados... Me tomó un muy bien rato llegar hasta una carretera, y lo primero con lo que me topé fué un camión de carga, quedé paralizado, obviamente no me podía hacer daño, pero, de momento, una fuerte sensación de miedo, terror y escalofríos me dejó helado unos segundos mientras le observaba. Viendo el camión, de él bajó un hombre, gordo, velludo, con playera a cuadros, gorra y overoles manchados de pegamento y gasolina, debo decir que su vestimenta era de lo más estereotípica para ser un camionero, pero, bueno, supongo que quizás y hasta tienen razón con ésa idea sobre los camioneros, y no se le ve nada mal.
No, no, no, se ve normal, está bien, y ya, es a lo que me refiero.
Obviamente pedirle instrucciones sería un caso perdido, por lo que simplemente seguí con mi camino, quizá caminar a las orillas de la carretera me llevaría a la siguiente ciudad, e incluso, capaz y allí podría hacerme un nuevo hogar, uno tranquilo y sereno, donde nadie deba morir ni se quede sin comer o tomar agua.
En el camino, muchos de los que pasaban se me quedaban viendo, quizá nunca habían visto a un zorro gigante caminando a las orillas de la carretera. En fin, que después de mucho andar, llegué a una playa donde había un pueblito pesquero como en mi casa, llamado Vigas del Álamo, nunca había escuchado hablar de éste lugar, pero no estaba nada mal, se veía lindo y pacífico, no había muchos de ésas, horribles criaturas, y todas salían huyendo apenas me veían, así que tratar con ellas no sería un problema. Decidí sentarme a la orilla de la playa a pensar un poco, reflexionar mis cosas y, quizá, replantearme alguna que otra decisión buena o mala que tomé o pude haber tomado.
Mientras observaba mis alrededores, alcancé a ver algo, allá, escondido en el bosque cercano a la orilla de la playa, se hayaba una puerta de madera, sentada ahí, en completa soledad, como si estuviese llamando a entrar a quienfuera que anduviese cerca de por allí, y guiado por su curiosidad, descubrir sus secretos, y tal vez, sólo tal vez, mostrarle algo que cambiaría su vida.
Así que, abrí la puerta de un jalón, ya que estaba dura, supongo que por salitre que había carcomido las bisagras que sostenían a la puerta para que no se despegara de su marco, porque sí, tenía uno, y así como la puerta, se mantenía allí, estático, y amenazante.
Curiosamente, con un poco de estira y afloja, me fué posible entrar, no pregunten cómo, simplemente lo fué, pero, al hacerlo, me dí cuenta de que, lo único que había hecho, era agrandar el marco y atravesar una pieza de madera sin propósito escondida en lo profundo del bosque.
Decepcionado por mi descubrimiento, intenté atraversarla de vuelta, sin embargo, ésta vez, no se abrió, sin importar cuántas veces jalara, con qué fuerza o lo que fuera, no se movió, incluso intenté embestirla, pero sólo logré inclinarla un poco, quizá era madera petrificada.
Entonces, decidí volver a la playa, sin embargo, en lugar de ver a los demás humanos, había un personaje amarillo, con una sudadera morada y bordes de peluche blanco, sentado encima de un tronco caído, mirando hacia el horizonte. Decidí sentarme a su lado, igual no tenía prisa, nadie me iba a esperar a ningún lado.

Proyecto 2234-ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora