Capítulo 2

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Sistema de Preservación de Espécimen en Desarrollo

El enorme zorro despertó en una habitación fría, blanca y vacía, siendo acompañado solamente por 3 personas más en batas del mismo color del salón, no podía entender lo que decían, su sentido del oído estaba dañado, sus voces ahogadas, y su vista borrosa, como si le hubiese entrado agua en los ojos, se sentía como si hace pocos minutos un camión lo hubiese golpeado, fué muy extraño, pues dicho monstruo no conocía tal sensación.

Entre los señores de bata blanca, uno de ellos rompió en llanto al ver al animal, quien estaba tirado en el suelo, confundido, asqueado, mareado, cubierto de vidrios rotos y un líquido cristalino con un olor desagradable y penetrante, además que probablemente también ensangrentado dado el poco calor que sentía a su alrededor, todo su mundo daba vueltas, ni siquiera reconocía si estaba en tierra firme o flotando. Entonces entraron dos hombres más en trajes muy formales, seguido de otro igualmente uniformado, pero con una corbata roja en su lugar, éstos se llevaron de la sala al señor que lloraba, mientras éste último gritaba palabras incomprensibles, sobre liberar a alguien y pedir ayuda. Poco después de retirarse del cuarto se quedó callado de un momento a otro. 

"Humm... tal vez se cansó" pensó el enorme zorro. Siendo su primer y único pensamiento del día, pues no mucho después, sucumbió ante su mareo, desmayándose en el frío suelo de la aquella habitación. Su único sentido que quedaba en pie era su oído, con el cuál logró escuchar algo sobre llevar al espécimen al aula de entrega. Con su último aliento antes de quedar inconsciente, logró divisar unos ropajes qué lo acompañaban en el suelo, una sudadera roja, y unos pantalones de mezclilla azul. Después de éso, todo se volvió oscuridad una vez más, pero no importaba, no parecía tener que tendría qur preocuparse de nada durante un muy buen rato más.

Cuando el zorro recuperó la consciencia y despertó, se encontró cara a cara con un niño, de a lo mucho 9 años aproximadamente, tenía un típico peinado escolar, y ojos cafés, éste estaba de cuclillas, ladeando la cabeza mientras observaba directamente al animal. Ambos estaban en lo que parecía ser una pradera en la colina o algo así.

"¿Estás bien?" preguntó el niño con una expresión preocupada, extrañamente el zorro presentía ya haberlo visto antes.

"....Creo" contestó el enorme zorro, dándose cuenta de que seguramente acababa de asustar a la primera persona dócil que había conocido.

"Oh, ya veo, me alegro" dijo el niño, quien no parecía asustado en lo más mínimo, hasta pareciera que ya lo estaba esperando de hace tiempo.

Ésto claramente le pareció muy extraño al zorro, pues al menos, la única persona que había conocido había llorado apenas verlo, además de que en la escuela le habían enseñado que- Espera, ¿cuál escuela?

"Me llamo Daniel, ¿cuál es tu nombre?" preguntó el pequeño humano, sacando una pequeña libreta y una pluma que probablemente había estado mordisqueando mientras esperaba a que el zorro despertara.

"Yo... bueno... no lo sé..." respondió el zorro.

Todo ésto era muy confuso para el vulpino, pues todo había pasado muy rápido, hace apenas un minuto que despertó y ya conoció a alguien, ha entablado una conversación y está pensando en un nombre sin siquiera saber qué es o qué se supone que es lo que está diciendo pues él no sabía hablar y tampoco esperaba que lo entendieran pues tampoco sabía que alguien tendría que entenderlo.

"Hmmm...¿Zaimon?" preguntó el enorme zorro.

"No, Daniel" respondió el infante.

"No, me refiero que... si... mi nombre es... ¿Zaimon...? Es lo único que se me ocurre en éste momento... " el zorro estaba dudando de su respuesta, ni siquiera sabía de dónde se le había ocurrido el nombre de Zaimon.

Proyecto 2234-ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora