1: Lights Café

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Suena la alarma del despertador; Cate, adormilada, lo apaga y ve la hora 6:30 AM. Hoy empieza su primer día como detective del FBI gracias una amiga suya que la había recomendado para el departamento de conducta una vez que Natalie llegó de Londres y tuvieron oportunidad de reunirse.

Cate se levantó de su cama, la tendió, se cepilló los dientes y se arregló el cabello y maquilló muy naturalmente, salió y se vistió con una matadora negra, una blusa de tirantes y seda color rojo vino, unos pantalones negros y unos tacones bajos del mismo color que quedaba espectacular en su cuerpo delgado y tonificado por entrenamiento. Tomó su bolso de brazo a juego con su blusa, en el cual metió unos papeles, su celular y cosas básicas, y salió de su departamento y entró a un taxi.

Era de mañana y llovía en la ciudad cuando, en una cafetería, Lights Café, cerca de las oficinas del FBI [introduce el nombre real], entra la chica, cerrando un paraguas, con sus ojos grandes, un poco rasgados y de color azul océano obscuro, a diferencia de su lacio y largo cabello negro. Una vez llegó a la barra, pidió al barista:
- Un café moccha para llevar, por favor.

Pagándolo de inmediato. Y algo en su voz, hizo que un joven, alto, de cabello y ojos color avellana, levantara la vista de su libro y buscara el origen de ese sonido.

Cuando lo encontró, la chica, que estaba guardando la cartera en el bolso, sintió su mirada, lo volteó a ver y le sonrió ampliamente, el chico le contestó con una sonrisa y un saludo de mano un poco torpe, ya que provocó que el café casi se le cayera, pero ágilmente lo detuvo.
Al ver tal respuesta a su saludo, la chica rió en lo bajo y abrió los labios para decirle algo, cuando escucho que el barista gritaba su orden:

- Un moccha caliente para Cate.
Y la chica sólo sonrió, encogiendo los hombros, en manera de disculpa, tomó su café y salió de la cafetería.

Pero se detuvo y se volvió a mirar al joven de hermosa sonrisa, pero ésta estaba cubierta por un libro enrome de pasta gruesa, con letras grandes y doradas que leía "Guerra y Paz". Sonrió nuevamente y salió.

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