13: Unas Se Ganan, Otras Se Pierden

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- Oye, ¿estás bien? - me preguntó David al pasar a mi lado en el jet.
- Sí, solo un poco molesta, ya sabes, como siempre cuando pasa así - respondí yo, con tono apagado.
- Y vaya que lo sé - me contestó, colocando su mano en mi hombro. -. Recuerda que aunque no siempre logremos atraparlos, aprendemos de ellos y con eso atrapamos a los otros.
Trató de reconfortarme. David había comenzado a tratarme como a una sobrina a varias semanas de conocernos; me habla de experiencias propias, me aconseja, me empuja a hacer cosas que nunca creí posibles.
Tomé su mano unos segundos, me sonrió y se fue a su asiento.

Regresábamos de un caso en Oregón; un asesino en serie, que ya se le vínculo con la muerte de más de 3 personas - uno de ellos fue un niño, el cual creemos que fue accidental o daño colateral ya que una de sus víctimas había sido su madre - , por el modus operandi, pero igual logró escaparse. Teníamos las fotos, la evidencia, las similitudes, todo, y aún así se nos fue de las manos. Odiaba que eso pasara, ahora era parte del 5% que formaban los casos que no habíamos podido resolver, a pesar de tener un 95% resueltos y cerrados. Sin embargo me afectaba, sentía que no hacía bien mi trabajo, que tal vez no debería hacerlo en absoluto, pero el equipo me recordaba no pensar de esa manera, cada uno como podían.
- David tiene razón, Cate. No los podemos atrapar cada vez, pero sí al siguiente - me animó Emily. También hacía eso para animarme, decirme que atraparíamos "al siguiente". Me comenzaba tratar como su hermana menor, nunca tuve una hermana y se sentía muy, muy bien.
- Lo sé, pero igual me siento fatal - dije yo, sintiendo como la sangre se me subía a la cabeza de enojo. - En fin. J.J. ¿Cómo están los chicos?
- Esperaba a que me preguntaras - me dijo con una sonrisa y comenzó a contarme de sus pequeños y William. - Los niños están increíbles, acaban de empezar el ciclo escolar y ya tienen muchos amiguitos, los llevan a la casa de vez en cuando y William es excelente con ellos...
Cuando regresábamos a casa sin resolver algún caso, J.J. me hablaba de su familia, que nunca fallaba en soltarme una risita por las travesías de sus hijos y una sonrisa grande al escuchar que William seguía siendo igual de increíble. Con el tiempo también se volvió en mi mejor amiga, el trabajar juntas reforzó nuestra amistad y mi cariño hacía ella. Y me sentía aterrada al recordar lo que le había pasado a la gente que había querido como la quiero a ella.

Continuamos hablando por unos minutos, pero pronto le dio sueño a J.J., nos dijo que no había dormido bien anoche y, como aún nos quedaban 3 horas de vuelo, decidió dormir un rato. Emily comenzó a teclear en su laptop sobre algunos casos y yo me fui a otro asiento para estar sola e intenté leer, "1984" de George Orwell, para despejarme.
- ¿Estás bien? - me preguntó Spencer a la vez que yo leía la misma página por octava vez. Bajé el libro, lo cerré y lo dejé en la mesita que tenía enfrente. Spencer se sentó delante de mí.
- No. La verdad, no - respondí de manera seca directa y con una risa irónica.
- Lo sé, yo creo que no nos gusta a nadie - dijo también algo triste, pero enseguida se recuperó. Se quedó viendo unos segundos el libro que había dejado en la mesita, yo lo vi a él y sonreí ante la idea que me acababa de surgir.
- ¿Oye? - pregunté en voz baja para llamar su atención.
- ¿Sí?
- ¿Ya lo has leído?
- No, pero está en mi lista - me dijo con una sonrisa mientras veía la parte de atrás del libro. - Lo acabas de empezar.
Señaló él y yo asentí. Guardamos silencio.
- ¿Me lo puedes leer? - pregunté con un hilo de voz de repente. Él sonrió, y miró hacia abajo apenado, tomó el libro y lo abrió. - Espera.
Me senté en el asiento que tenía a lado, me acomodé, tomé la delgada sábana que estaba en el asiento y me cubrí las piernas con ella. Le di un golpecito al asiento en el que estaba anteriormente para que se sentara. Spencer se levantó y se sentó a mi lado. Se acomodó, lo cubrí a él también y sonrió. Se aclaró la garganta y leyó con el mismo tono de voz con el que yo hablaba, como si todos estuvieran dormidos y no les quisiera despertar. Sólo para nosotros.
- Era un día luminoso y frío de abril y los relojes daban las trece. Winston Smith, con la
barbilla clavada en el pecho en un esfuerzo...
Comenzó a leer y, como la vez del hospital, me arrullaba su voz. Me recargué en su hombro, paró de leer y su respiración se aceleró, pero yo hice como que no me di cuenta y vi la página que leía. Él continuó leyendo y recordé la regularidad con la que hablábamos sobre libros. Bueno, yo nombraba uno y él se soltaba hablando; de otros libros con parecidos, con la misma doctrina o trama, de escritores con el mismo enfoque. Me ha recomendado tantos libros que me regaló una agenda en la que anoto nombres, ediciones y autores exclusiva para sus recomendaciones. Continuaba enseñándome ajedrez cuando viajábamos en el jet; se había vuelto una tradición entre nosotros tomar notas sobre los casos, rellenar todas las páginas que pudiéramos y, al final, cuando ya nos habíamos terminando las hojas, jugábamos ajedrez. Me estaba volviendo bastante buena, pero aún no lograba ganarle, aunque eso me dejó de importa por lo que significaba seguir perdiendo.
En cuanto a Spencer, es difícil expresar muy bien en palabras mi relación con él. Lo quería, no como quieres a un amigo o a un hermano, no sabía cómo, sólo sabía que lo quería. Me gustaba pasar tiempo con él, me daba la paz que no sentía desde hacía años y tanto necesitaba sin saberlo.
Caí en cuenta de lo agotada que me sentía cuando dejé de comprender la palabras que decía Spencer; estaba leyendo de manera suave, calma y a un paso normal. Lo escuchaba, pero cada vez que parpadeaba tardaba más en abrir los ojos, hasta que me dormí.

***

- Aww, tan sólo miralos, Rossi. ¿Cómo me pides despertarlos? Simplemente no puedo.
- Vamos, Morgan, no seas payaso. Tenemos que bajarnos.
Sentí algo, un poco pesado, en la parte alta de mi cabeza y mis oídos escuchaban estas palabras, estas dos voces que mi mente reconoció como las de Derek y David. Abrí un ojo, porque aún no quería despertarme, y vi a Derek, David, J.J. y a Emily, todos con la cabeza inclinada al mismo lado y viéndonos a Spencer y a mí. Derek y J.J. compartían la misma sonrisa boba. Abrí ambos ojos, bajé la mirada y vi como la mano de Spencer, la que no tenía el libro, estaba encima de mi pierna y mi brazo estaba enrollado con el suyo. Le di un pequeño codazo y se movió, pero no despertó. Repetí el movimiento y rápidamente él movió su cabeza, provocando que ya no sintiera nada en mi cabeza.
- ¿Qué pasó? ¿Dónde estamos? - preguntó algo alarmado y con voz gruesa.
- No pasa nada, sólo que ya llegamos a Virginia y no los queríamos despertar. Se veían muy tiernos - dijo Derek haciendo cara de cachorro.
- Dejalos ya, Morgan. Chicos, por más cómodos que se vieran - dijo David, comprensivo y de manera burlona aunque moderada. -, nos tenemos que bajar ya.
Derek soltó una risita y J.J. también.
- Oh, cierto - dije yo, parándome deprisa, provocando que me mareara. Me sostuve del asiento. -. ¿Saben qué hora es?
- Son las 6 de la tarde - contestó Emily.
Spencer ya se había parado también y había ido por sus cosas, yo tomé rápido las mías y los demás se bajaron del jet.
- Cate - me llamó Spencer. -, toma. Me acabo de dar cuenta que lo tenía aún.
Vi su mano extendida con el libro y lo agarré.
- Gracias por leerme, de nuevo. Y perdón por dormirme, no sabía que estaba tan cansada - dije yo, un poco preocupada al pensar que se fuera a sentir ofendido.
- No te preocupes, yo también me quedé dormido.
- Descansé como nunca - dije yo. -. Sin duda hay que repetirlo.
Al decir esto, Spencer se vió sorprendido y yo quise que la tierra me tragara. Le sonreí, apenada e incrédula ante lo que había salido de mi boca, y me alejé caminando lo más rápido que pude, agitando mi cabeza de lado a lado, y me fui con Derek.
Como aún no tenía coche, Derek se ofreció a llevarme a casa. Algunas veces lo hacía él o J.J. y, una que otra vez, Emily.
- Le dije que "lo repitiéramos", Derek - al estar en el coche, de camino a mi casa, le conté a Derek. Él sólo se reía a carcajadas.
- Estoy seguro que no fue tan malo - me dijo entre risas.
- Que lo repitiéramos, Derek. Se lo dije en su cara. ¿Por qué se lo dije? - tenía las manos en mi cara y estaba confundida y sumamente avergonzada. Nunca me había avergonzado de esa manera. Al ver que Derek se reía, no sólo sobre lo que le había dicho, sino también sobre mi comportamiento, me reí con él.
- Te gusta - me dijo terminando de reírse. Me miró y me sonrió.
- Claro que no me gusta - respondí yo, tranquila. - Sólo me relajé demasiado y me quedé dormida.
- Se notó. Parecía que estabas muerta. En algún punto Emily tuvo que acercar su dedo en tu nariz para sentir si salía aire o no. - dijo Derek y nos volvimos a reír.
- Está bien si te gusta; nadie estaría en contra. Son muy parecidos. Y Spencer es genial. No le digas que te lo dije. - agregó Derek al cabo de unos segundos. Se bajó las gafas de sol y me vio de manera amenazante. Yo hice gesto un gesto de inocente con las manos y volvió su vista al frente.
- No me gusta. Sí es genial y me la pasó increíble con él, pero no. Nada de eso - dije yo, manteniéndome tranquila sobre las palabras que decía.
- De acuerdo, pero quiero que sepas que mis apuestas están con ustedes dos - puse mis ojos en blanco y lo empujé con mi mano. Él solo rió y yo le sonríe.
Derek y yo nos tratábamos como amigos de toda la vida; hablábamos de lo que fuera, nos abríamos mutuamente. Sentía una comodidad increíble con él. Cuando comenzaron mis pesadillas de nuevo sobre Londres, él me tranquilizó, me ayudó a entender que podía soltar y relajarme. Le dije un poco sobre ello, no mucho, pero se lo dije. Y lo entendió. No dijo nada, sólo me apoyó y tomó un significado completamente distinto sobre nuestra amistad, uno mejor.

Perfect, for you. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora