14: De Vuelta Al Juego

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Después de que Derek me llevara a mi departamento, guardé mis cosas, tomé una ducha y me refresqué. Me quedé pensando en lo que pude haber hecho para tratar de resolver el caso de Oregón, sin éxito. Llegaba a lo mismo: hicimos todo bien, pero no bastó.
Me quedé dormida en el sillón de mi sala, y me despertó el ringtone que identificaba la llamada de Hotch.
- ¿Hola? ¿Qué pasó? - respondí, tratando de disimular lo rasposo de mi voz.
- Acaba de llegar otro caso. Ven lo más rápido que puedas, ya le llamé a los demás. - me dijo Hotch como siempre, con urgencia, pero tranquilo.
- De acuerdo. - respondí y le colgué.
Me lavé la cara, me vestí y en tres minutos ya estaba fuera del departamento.
Vi el reloj que tenía en la muñeca, cinco con cuarenta y cinco de la mañana. Había dormido bien y aún así me sentía cansada. Pasé por el Lights Café por un americano para mantenerme despierta. Mi celular vibró y me dejó ver la nota de que tenía diez porciento de batería, solté un suspiro cansado y busqué en mi bolsa mi cargador y el cargador portátil.
- ¿Qué estás haciendo? - me dijo una voz, haciendo que casi tirara mi bolsa del susto. Me di la vuelta y vi que era Spencer. - Perdón, no creí que te fuera a asustar.
Solté una risita y respiré profundo.
- No pasa nada, me asusto un poco fácil, ¿qué haces aquí?
- Siempre estoy aquí. Bueno, no siempre, pero sí en las mañanas. Me gusta este lugar. Es silencioso y pacífico. - me respondió transmitiendo lo que decía, haciendo que me relajara. Yo sólo asentí y le miré por unos segundos.
- ¿Te habló Hotch? - me dijo sacándome de mi ensimismamiento.
- Sí. Iba en camino y quise pasar por un café - respondí buscando los cargadores. Los encontré y solté un suspiro de alivio. Llamaron mi nombre y me acerqué por mi café.
- Ya me iba cuando te vi, ¿vamos juntos?
- Sí, vamos.
De camino, no hablamos mucho; del clima, estaba nublado y con viento, de casos anteriores, qué hicimos al regresar a casa. Me pareció que ninguno sentía que debía llenar el silencio por incomodidad. Sólo caminamos y disfrutamos de la compañía del otro.
Entramos a las oficinas y nos dirigimos a nuestro departamento. Al salir del elevador nos encontramos con Emily, nos dijo que Hotch estaba en una llamada y que nos vería en quince minutos en la sala de juntas; yo me fui con Penelope y Spencer fue a la sala de juntas.
- Cielo, hola, ¿cómo les fue ayer? - me saludó Penelope cuando me vio entrar.
- Uff, fatal. Ya sabes. - le contesté yo mientras me sentaba en la única otra silla que tenía en su oficina.
- Sí, me contó Derek cómo estabas ayer. Lástima que estuve ocupada hasta tarde ayer, pudimos haber ido por unos tragos - me dijo con la cara iluminada y una sonrisa de oreja a oreja. Yo reí.
Veía a Penelope cuando estaba en la oficina y, cuando podemos, salimos por unos tragos, a veces solas, otras con las demás chicas. De vez en cuando voy a su oficina y platicamos de lo que sea, es muy fácil hablar con ella. He llegado a conocerla bastante y me agrada bastante . Irradia una luz de alegría y optimismo tremenda. Es una persona extraordinaria.
- A lo mejor cuando regresemos de este viaje, pero para celebrar esta vez - dije sonriendo ante su propuesta.
- Claramente, corazón.
Me iba a decir algo, yo daba vueltas en la silla con rueditas, pero en ese momento sonó su celular y, al instante que quedé de frente, me paró la silla con la mano.
- Es Hotch, ya terminó la llamada y nos quiere a todos en la sala.
- De acuerdo, vamos.

Llegamos a la sala de juntas, Penelope se fue al frente a preparar la televisión para la revisión del caso, y yo me fui a una silla que estaba vacía al lado de Derek.
- Buenos días. Te ves horrible - me saludó.
- Ah - suspiré -, hola a ti también. Ya lo sé, me siento cansadísima. Muchas gracias por señalarlo. - dije con una sonrisa sarcástica. 
Junté mi silla más a la suya, recargué la cabeza en su hombro y cerré los ojos. En lo que llega Hotch, solo unos segundos, me dije. Al instante en que cerré los ojos, sentí el codo de Derek en mi costado y a continuación, la voz de Hotch.
- Buenos días, gente. Hace dos horas, recibí una llamada del Departamento de Policía de Pittsburgh; hace una semana se encontraron los cuerpos de una pareja, un hombre y una mujer, Charles Crawford de 24 años y Leslie Mester de 23 años. Fueron encontrados detrás de un árbol en el parque de Frick Park en Pensilvania, a las 8 de la mañana. La autopsia reveló que fueron asfixiados, posiblemente con una soga de paja de tres centímetros de grueso por las heridas en sus cuellos. Ambos tenían moretones en el abdomen, brazos y piernas, y heridas en la cabeza.
Mientras nos decía el caso, veíamos las fotos que se mostraban en la televisión y las que teníamos enfrente en una carpeta.
- Al examinar los cuerpos en la escena, vieron estas heridas en el abdomen de ambos. García - prosiguió Hotch y le dio una seña a Penelope para que mostrara las fotos.
Penelope cambió la diapositiva y se mostraron cuatro fotos; las primeras dos eran de la pareja un poco distante, para ver la escena en la que se encontraban, las otras dos estaban más cerca de ellos. Se podían ver dos corazones grandes, en el abdomen de los dos, marcado con un instrumento bastante filoso y delgado. Se veía la sangre escurrida, ya seca, por los lados y las heridas se veían de color vino, cicatrizadas.
- El sospechoso no dejó muchas pruebas ni huellas. Solo pudieron obtener lo que está en las carpetas y lo que ya dije.
Vi las hojas que tenía enfrente y, efectivamente, no era mucho. Unas tres páginas con descripciones de lo que se sabía de las víctimas, detalles de la escena y forenses. 
- En las primeras fotos están tomados de las manos - dijo J.J. mirando la pantalla. -. ¿Los encontraron así?
- Sí, a juzgar por la sangre que estaba alrededor de ellos, los detectives pudieron llegar a la conclusión de que el sospechoso los mató por separado, primero a él, luego a ella, y a unos 2 metros del otro, pero los colocó lado a lado post mortem y les puso las manos juntas, con las cabezas mirando al otro - contestó Hotch.
- Un poco tétrico, en mi opinión. Se quiso burlar de ellos - añadió Derek.
- Posiblemente - dijo Hotch e hizo una pausa, pensativo, antes de continuar -. El siguiente asesinato: Willow Bruhl y Alessandra O'Connell, de 35 años. Casadas con un hijo de 8 años, Jeremy O'Connell. Fueron encontradas en el callejón de a lado de un restaurante, ubicado en el centro de la ciudad. Se entrevistó a los empleados y pudieron identificar a las dos mujeres; todos dijeron lo mismo, fueron amables, llegaron a cenar a las siete y se fueron pasadas las diez. De nuevo, fueron separadas para matarlas individualmente, las juntaron post-mortem y se les identificaron heridas en el abdomen como a la primera pareja, pero la diferencia es que ahora el símbolo fue el de Venus, el símbolo femenino. No tenemos mucha información de momento, así que tendremos que trabajar con lo que tenemos enfrente.
- Señor - dijo Penelope con la mirada en su tableta -, acabo de recibir noticias del Departamento, ya consiguieron más información sobre las víctimas. Lo pondrán en la base de datos y me lo enviarán.
- Excelente, probablemente lo estaremos leyendo de camino a Pittsburgh - dijo Hotch a Penelope, vio el reloj de su muñeca y se dirigió a nosotros -. Eso es todo. Nos vamos en 15. 
Me quedé un momento analizando lo que había en la carpeta y me fui con J.J. al aeropuerto, y abordamos todos. 

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