El sexo es mi religión

9 1 0
                                    

Él:
Eres una niña inocente,
una con carita de ángel,
que no sabe aún que es lo que quiere.

Yo soy un hombre seguro,
y voy a aprovecharme de tu inocencia,
con mis técnicas de seducción
transformaré tu luz en oscuridad,
sacaré de ti esa diabla que por su edad aun no sabe jugar,
pero yo sé que lo que te haga te encantará.

Ella:
Soy una niña inocente,
pero me puedo convertir en diabla
las noches en que tú me hagas sentir amada.
Demuéstrame lo que tienes,
para poder lucirnos en la cama.

La lujuria será nuestra aliada,
si tu seducción me hace subir la presión
y la tengas que bajar con un poco de acción.

Él:
Te enseñaré lo que tengo,
un miembro bien grueso,
que rompe todo lo que penetro.

Y aunque a veces haga daño,
es un dolor placentero,
pues llega hasta la pared final de tu agujero,
tocando puntos certeros.

Puedo hacerte sentir amada
y maltratada al mismo tiempo.
Te enseñaré a jugar con los polos opuestos,
Seré tu maestro, tu amo, tu señor y tu Dios del sexo al mismo tiempo.

Ella:
¿Cómo es posible
que me hagas sentir amada
y maltratada al mismo tiempo?

Si del amor no sale el maltrato,
por que sino todos luciríamos
como pervertidos y dañados.

Aunque sin mentir,
me encanta jugar con fuego,
esa es mi adicción y no la dejo,
si eres un buen maestro,
todo lo que desees será mi deseo.

Él:
Es posible amor y maltrato
si dentro del sexo estamos hablando.

Puedes amarme tanto
que desees entregarme tu sumisión,
puedes ser mala
para que yo sea tu castigador.

Amarse entre sábanas
es como una guerra:
todo vale, no hay normas.

Chocan los polos opuestos,
choca mis genitales en tu trasero,
chocan nuestros cuerpos
contra muros de cemento,
contra la cama y contra el suelo.

Ella:
Es imposible negarme
a ser castigada por ti.
Mi amo y mi señor,
que desde el primer instante
sabía que eres un hombre de acción.

Seré tu sumisa,
con una condición,
que sea maltratada
y llevada a la exaltación.

Contra el muro, el pavimento, la cama,
en donde tu quieras lo haremos,
las posiciones seran a tu antojo,
eres el que me manda
y yo soy la que obedezco todo.

Él:
Hagamos del sexo un arte,
con amor voy a castigarte,
con maltrato voy a amarte.
Deseo poseerte y atraparte,
hagámoslo en todas partes.

Violaré tu garganta,
morderé tus pezones.
No pararé cuando supliques:
"Por favor, amor... ¡Para!"

Llenaré de mi blanco amor
tus pechos y también tu cara.

Ella:
Desde que el sexo existe,
ya es todo un arte,
porque con su miembro
el hombre deslumbra bastante.

Al momento de suplicarte,
es cuando más deseo el maltrato,
porque es lo que me hace esclava
a tu cuerpo de inmediato.

Violame, una y otra vez,
no pares y hazme daño,
pero con amor llévame al punto máximo.

Él:
Así será mi joven sumisa,
el sexo es mi religión
y todos los días te daré misa.

Comerás del cuerpo de Cristo,
beberás la leche de esta Alma Rota,
beberás hasta la última gota.

Tu Dios del sexo a llegado,
arrodillate y ponte a rezar,
virgencita inmaculeada
que hace milagros en la cama.







✒ 𝕻𝖔𝖊𝖙𝖆 𝘼𝖑𝖒𝖆 𝕽𝖔𝖙𝖆 & 𝕾𝖚𝖒𝖎𝖘𝖆

Poemas de un Alma RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora