Palabras.

417 32 6
                                    

El viento frío remolinea mi túnica de un lado a otro. Her, Harry, Ron y yo nos tumbamos en una de las áreas verdes del castillo. Discutimos sobre la proximidad de la primera ola de exámenes, Dios ni siquiera he podido repasar mis apuntes, no he tenido cabeza para ello. 

- ¿Qué hay chicos? - Luna y Neville se aproximan y se tumban al lado nuestro. 

- Nada, hablábamos de los exámenes, pero seguramente tú no tienes ningún problema. - sentencia Ron a Luna. 

- Te equivocas, no he tenido tiempo de leer o revisar mis apuntes. He estado investigando. 

- ¿No es lo mismo investigar que estudiar? - se queja Ron con envidia. 

- No investigo sobre la escuela. 

- Chicos, ¿podemos hablar de otra cosa? - pregunta Neville al tiempo que nos extiende una cajita de grajeas. 

- Vaya, esta vez concuerdo contigo Neville. - responde Ron con alivio. 

El sabor es inminente. Comida de perro. Escupo y todos sueltan una carcajada. 

- Ya vuelvo, iré a enjuagarme la boca. - me quejo entre risas.

- ¿Te acompaño? - me pregunta Harry.

- Estoy bien, quédate aquí a convencer a Her para que nos preste sus apuntes. - guiño un ojo. El pelinegro se sonroja. Dios no quise que se lo tomara de esa manera. Antes de cualquier reacción del resto, me apresuro hacia mi dormitorio para tomar mi botella de agua y utilizar mi enjuague bucal. 

* ¿Cómo le haré para pasar los exámenes? Seguramente Her no querrá pasarnos sus apuntes. *

Voy sumergida en mis pensamientos sobre toda la carga de libros que deberé leer cuando una mano helada se posa sobre mi muñeca derecha y me jala hacia un pasillo solitario.

- ¿Por qué sigues aquí? ¿Hasta cuándo piensas quedarte? - los dientes del platinado rechinan de la rabia en sus palabras. 

La furia sube por mis venas. Por más que lo extrañe y lo quiera él no es absolutamente nadie para decirme qué debo hacer y cuándo lo debo hacer.

- ¿Y a ti qué te importa? ¿Quién eres? ¿El ministro? Porque la ultima vez que supe eras solamente un estudiante más. Ahora si me disculpas... - trato de darle la vuelta para continuar mi camino pero el platinado me detiene colocando un brazo al aire frente a mi. 

- ¡PORQUE ESTOY HARTO DE TENER QUE CUIDARTE! - explota pero se detiene arrepentido de sus palabras. 

- ¿Cuidarme? - pregunto con asombro procurando que la ternura no se asome. 

- No me refería a eso. - rueda los ojos - me refería a estar cuidando de no tener que toparme con tu cara por todas partes. - resopla. 

- Pues tendrás que aguantarte, porque de aquí no me iré. - la furia regresa. Esta vez procuro que mis movimientos sean bruscos para evitar que me vuelva a detener. Pero no lo hace. 

Mientras no esté - (Draco Malfoy y tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora