Dobby.

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Regresé a la sola común de Gryffindor con el corazón en la mano. Indispuesta a emitir palabra alguna.

- Vaya, vaya, ¿por qué la cara larga? - bromea Fred sonriente.

Ignoré su pregunta y continué atravesando la sala hasta llegar a las escaleras que conducían al dormitorio de las chicas. Me tumbé en mi cama colocando un cojín sobre mi cara para silenciar mi llanto. No entendía qué estaba pasando. La ultima vez que estuve aquí todo parecía estar aparentemente bien. 

De repente siento algo pesado sobre mi cama. 

- ¿Qué te hizo? - preguntó Hermione. Silencio. - No debería preguntar, ¿verdad? después de todo es de Malfoy de quién hablamos. - más silencio. - Sabes que nunca ha sido de mi agrado, pero... ¿no te parece raro que haya regresado justo cuando tú regresaste? - logra convencerme y por fin quito el cojín de mi cara.

- ¿Lo crees? - pregunto entre sollozos. - Dios me veo tan patética. 

- Malfoy no se había aparecido por aquí en meses y regresa justo el día después que tú lo haces. - hace un gesto de incredulidad. 

- Pero, no tiene sentido. Me dijo que debería volver a mi realidad, que no pertenezco aquí y que esperaba no volver a verme. 

- ________, ¡es Malfoy!

                                                                                          *** 

Los días fluyeron con normalidad mientras que yo poco a poco fui recuperando la confianza en mi misma. Procuraba que no me afectara en lo más mínimo compartir clase con Draco. Aunque, en los pasillos era como si me evitara, nunca coincidimos. Es obvio que pasa su tiempo en áreas que no son frecuentadas por mi.  

En una ocasión al tratar de llegar a una clase tuve que retroceder porque en el pasillo estaba Draco hablando con Dobby. Parecía que el platinado le estaba dando indicaciones y lo invadía de preguntas. Dobby se limitaba a responder y explicar. ¿Qué hacía Dobby en el castillo? 

Mientras no esté - (Draco Malfoy y tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora