¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Despedirse de todos para tomar el avión había sido más difícil de lo que me esperaba. Mentiría si dijera que no hubo lágrimas, pero lo cierto fue que Alice no nos dejó ser demasiado sentimentalistas. No quería que perdiéramos el avión por nada del mundo, aunque Edward me había asegurado que eso no pasaría porque era un avión privado. Se ganó un codazo de su hermana, pero supongo que era su forma de aliviarnos un poco a ambos.
Solo me había separado de Jacob para bailar con algunos de nuestros invitados, y luego para ponerme ropa cómoda para el avión. Eran entre seis y ocho horas de vuelo, así que no me apetecía estar en vestido y tacones. Alice no puso ninguna resistencia a que me cambiara de ropa, de hecho, apoyó mi opinión con rapidez. Los Cullen nos dejaron el Mercedes negro para ir al aeropuerto, algo que emocionó a Jake por conducir semejante coche. Era hasta tierno ver cómo le brillaban los ojos mientras conducía hacia Seattle.
Como nos había dicho el lector de mentes, el avión era realmente privado. Un piloto nos esperaba al lado del vehículo y nos saludó con efusividad, mientras algunos empleados metían nuestras maletas. Cabe destacar que habían sido llenadas por Alice y Emmet, por lo que me esperaba, literalmente, cualquier cosa viniendo de ellos dos. Rosalie me había asegurado que había supervisado aquello, pero su sonrisa ladeada no me había dejado muy tranquila que digamos.
Me acomodé en el acolchado asiento, abriendo la ventanilla para poder ver algo. Jacob se dejó caer en el asiento de mi lado, tomó mi mano y dejó un beso en ella para llamar mi atención. Parecía cansado, pero sus ojos no dejaban de brillar.
—¿Por qué no duermes un poco, Jake? —cuestioné con suavidad.
—Dentro de un poco. —me aseguró, esbozando una sonrisa que marcó sus hoyuelos. —Quiero observar un poco más lo bien que te sienta el matrimonio, señora Black.
—Eres un teatrero. —me quejé, mientras le daba un pequeño puñetazo en el pecho. —No llevamos tanto tiempo casados, tarado.
—Y aun así me da la sensación de que estás más radiante que antes.
Sonreí levemente, notando como me ardían las mejillas ante sus cumplidos. Se rio de forma leve, achicando un poco sus ojos. Lucía más adorable.
—Les recomiendo que duerman, señores Black. —la voz del piloto me hizo dar un brinco. Me dio una sonrisa avergonzada. —El vuelo será largo y la señorita Cullen me ha asegurado que ninguno de los dos ha dormido mucho.