CAPÍTULO DIECINUEVE UNA HUMANA, UNA LOBA Y UNA VAMPIRO
_______________________
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
No pude evitar fruncir el ceño al ver el mensaje que me había enviado Bella. Habían pasado unos días desde nuestro encuentro con su vampiro, y ahora parecía que la humana estaba demente. Y es que, pretendía que conociera oficialmente a su cuñada duende.
No me hacia ni pizca de gracia. No porque fuera vampiro, eso era lo de menos, ya que a mi no me olía mal. Jacob parecía empeñado en ir conmigo, pero el mensaje de Bella era claro: sólo íbamos a ser nosotras tres.
Metida en el armario buscando que ponerme podía escuchar como mi lobo refunfuñaba, diciendo que era la mayor estupidez del mundo y que no debería ir sola.
Asomé la cabeza para mirarlo sentado en mi cama con cara de pocos amigos.
—¿Quieres dejar de protestar, por favor? —pregunté divertida-Me estás mareando.
Bufó. —Entiéndeme. No quiero que vayas sola. —
Me acerqué a él y me agaché para quedarme a su altura. Lo miré a los ojos, haciendo que tragara saliva.
—No va a pasar nada, Jake. —le aseguré, con voz calmada.—Solo voy a conocer oficialmente a la otra mejor amiga de Bells.—
—Que es una chupasangre. —murmuró entredientes.
—Y yo soy una loba, cariño. —repliqué sonriendo. —Y no solo eso. Soy la futura alfa, lo que lo hace más complejo.—
Puso los ojos en blanco, por lo que agarré sus manos, volviendo a llamar su atención.
—Puedo defenderme tranquilamente. —le aseguré sonriendo. —Y no va a pasar nada porque la chica Cullen es inofensiva.—hice una pausa. —Tu mismo lo dijiste, cariño. —
—Era con sarcasmo. —protestó.
Encogí lo hombros. —Con sarcasmo o sin el ya hemos visto que los Cullen son distintos. Así que deja de poner esa cara.—
—¿Como te pondrías tu si fuera con Bella a conocer al grandullón? —preguntó.
Me eché a reír. —Sería raro, pero lo aceptaría. —su bufido me hizo sonreír. —Después de todo, es nuestra amiga. —
—Eres imposible. —murmuró, aunque por su mueca sabía que estaba intentando no reírse.
En un rápido movimiento hizo que dejara de estar agachada y pasar a sentarme sobre él, con ambas piernas a los lados de su cintura. Alcé una ceja ante eso, obteniendo una sonrisa de lado. Negué con la cabeza divertida, para luego recibir sus labios sobre los míos. Ni cinco segundos tardé en reaccionar, devolviéndole el beso y rodeando su cuello con mis brazos. Movimos los labios casi en sincronía, mientras notaba como una de sus manos bajaba por mi espalda hasta la cintura, donde trazaba dibujos imaginarios sobre mi piel. Notando como me quedaba sin aire, mordí levemente su labio inferior y me separé de él, observando como abría lentamente los ojos para mirarme.