El destino es algo inevitable. Un hecho que muchos pueden odiar y otros tantos amar.
Siempre se ha dicho que nosotros somos quien escribimos nuestro propio camino, pero todo lo que creíamos conocer puede cambiar de una manera tan drástica haciendo q...
Es bueno ser dichosos, pero el destino no lo cree así.
Cuando todo parece ir bien, algo que no conocemos se esfuerza por echarlo a perder.
Nos vimos forzados a tomar una decisión que no queríamos, las decepciones llegaron y la tristeza por igual. ¿Desde cuándo nuestra libertad se perdió? ¿Desde cuándo nos volvimos tan dependientes de las memorias?
Quizás siempre ha sido así. Nosotros no somos nada sin lo que vivimos, la experiencia, los errores y las caídas nos marcaron de por vida, quedándose en forma de recuerdos.
¿Qué pasa si los perdemos? Estos jamás se irán, los recuerdos quedaron en lo más profundo de la memoria, en tu corazón, y aunque se quiera o no, aquellos recuerdos oscuros siempre estarán ahí, para siempre.
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Oscuridad.
―¿Dónde estuviste?
Eco era lo que escuchaba.
―¿En qué te has convertido?
No lo sabe y no lo recuerda.
―Te odio.
Es extraño, esa voz solía decirle palabras amorosas, y luego de desprecio.
―¿Mama?
Voces de niños retumbaban en sus oídos.
―Eras todo lo que tenía.
También era lo único que tenía por perder.
―¿Quién eres?
«No sé quién soy. No sé qué es real. No puedo recordar»
Perdió la cordura. La oscuridad cada vez la ahogaba. Su vida se iba como sus recuerdos, la consumía lentamente, lo que alguna vez juro proteger se puso en su contra, atacándola mentalmente.
Su muerte la tenían planeada que sería dolorosa, pero no de esa forma.
No luchando contra ella misma.
Ella hizo un esfuerzo por no terminar de esa forma y lo que se le ocurrió fue recordar momentos que la marcaron de por vida, pero en vez de que funcionara, la perjudico más.
