CATORCE

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Las lágrimas han dejado de salir de los ojos de la mayor, ahora sólo respiraba con calma mientras aroma de la menor, quien se encargaba de acariciar su espalda. Entendía a la menor y se sintió mal por no haber nunca notado todo lo que la alfa había hecho por ella, y todo lo que hacía. Ella también estaba confundida, tenía miedo y le dolía no saber qué hacer para que la mayor dejara de sentir que le molestaba, aunque eso había sido su culpa. 

— Tzu – murmuró – Gracias por todo – Tzuyu sonrió. 

— Haría lo que sea por ti, y si sigo aquí es por ti – Sana sonrió, se sintió tan bien sentirse querida por alguien. – Perdón por todo lo que dije. 

— Está bien – tomó un poco de aire – Necesitaba que alguien me dijera lo tonta que he sido – Tzuyu rió. 

— Claro que no, no como yo lo hice. Y créeme que yo también estaba molesta y dolida con la vida, o por lo menos lo estuve hasta que una niña de doce años me dijo que era una tonta por empujarla para que un balón no la golpeara en el rostro – Sana rió, avergonzada al recordar la primera vez que se vieron. 

— No me arrepiento de eso, si no te hubiera dicho eso quizás incluso ahora estaríamos aquí – Tzuyu sonrió – Me gusta que te hayas quedado conmigo a pesar de haber sido tan mala contigo. 

— A mí no del todo. – Sana frunció el ceño – Me sentí estúpida, hasta que Mina habló conmigo y me dijo tantas cosas que entendí que valía la pena seguir contigo – la mayor sonrió.

— Yo siempre ignoré lo que Mina me decía, y fui tonta, porque me dijo que como actuaba yo contigo sólo lograría que te cansaras y me quedaría sola – Tzuyu acarició nuevamente la espalda de la mayor. Sana se sentó bien sobre las piernas de la menor, colocando sus manos alrededor de su rostro, haciendo que la alfa la mirase – Gracias por quedarte conmigo a pesar de haber sido tan mala contigo, gracias por no dejarme sola, y por favor, perdóname  por ser tan tonta contigo – Tzuyu sonrió – Pero necesito que me digas que me perdonas- hizo un pequeño puchero. 

— Lo hago, te perdono. Y no debes agradecerme por haberme quedado – Sana asintió. 

— Lo necesito, necesito agradecerte todo lo que has hecho por mí. – sonrió, alejó sus manos del rostro de la menor y tomó una de las manos de la alfa para llevarla a su pecho, intentando que la menor sintiera como su corazón latía con fuerza – Me siento muy bien contigo. 

— Yo también te quiero Sana – la mayor se sonrojó, y se avergonzó al no poder decirle eso a la menor – No necesito que me lo digas, sé que no puedes hacerlo porque para ti me conoces hace tres días, pero yo te conozco hace nueve años y yo te quiero demasiado – tomó la mano libre de la mayor y la llevó a su pecho – Te quiero Sana – la mayor sintió mucha felicidad en ese momento, sintiendo como sus ojos nuevamente se llenaban de lágrimas, pero esta vez era diferente  porque se sintió demasiado feliz. Esta vez sus lágrimas no eran de tristeza y eso sólo lo provocaba la alfa, sólo ella podría hacer que ella llorase de felicidad.

 𝐄𝐑𝐑𝐎𝐑  || 𝐒𝐀𝐓𝐙𝐔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora