Shi Qing Xuan

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Leer las notas al final de capitulo

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La ultima vez que algún miembro de la corte celestial lo había visto fue en el festín del templo de su alteza el príncipe heredero y actual emperador Xie Lian. Aunque para ser sinceros no sabia si era reconocido o no pero poco le importo, simplemente se quedó con la satisfacción de haber sido de ayuda a su alteza, una mínima e insignificante ayuda pero que su Xie Lian agradecía infinitamente.

Durante esos días andaba como un vagabundo sin una pizca de ganas de regresar a sus estatus en la corte celestial, si bien al caer del cielo se había lastimado, su brazo y su pierna eran un constante recordatorio de cómo fue que ascendió con su hermano muchos siglos atrás, así que, pese a las insistencias del actual emperador, decidió seguir son su actual vida: Un vagabundo.

Tal vez conocer de primera mano lo dura y cruel que era la vida para alguien sin privilegios le ayudara a entender un poco a ese ser oscuro que controla el mar y hunde barcos.

Con esa resolución en mente se dedicó a vagar por la tierra siguiendo el buen ejemplo que su alteza, y aunque no fue por 800 años, el ex maestro del viento fue testigo del inicio de los clanes de cultivo, los reinos quedaron atrás para dar paso a las sectas de cultivo y sus familias fundadoras.

Fue una época dura, dolorosa y algo solitaria, pues, aunque extrañaba a su hermano, en sus pensamientos solo estaba un solo ser: Aguas negras que hunden barcos.

Durante su época de Dios Marcial era el fantasma, vilmente disfrazado de otro, quien estaba a su lado en todo momento, quien le seguía en sus locuras hasta el punto de cambiar de forma femenina con él. Cualquier otro dios marcial se hubiera negado, pero He Xuan no. Y aun con engaño, dolor y todo lo extrañaba.

Sabia que era estúpido extrañar a quien te hacia daño, pero por culpa de su hermano su circulo social siempre fue reducido, y ese cabeza dura, falso, hambriento, callado, traicionero, rencoroso, estafador, mal amigo y odioso ser se convirtió en alguien importante para él.

Tanto que, vagabundo como estaba, cojeando y todo, fue a las mismas puertas de la mansión de He Xuan, importándole poco su seguridad. Ya después de 100 años de vagar y esconderse sentía que tenía la valentía suficiente para enfrentarle, para reclamarle. ¿Como fue que llego a la Isla Negra? De verdad que ni el mismo lo recuerda. Lo que si recuerda con claridad es su bastón de madera vieja golpeando a Aguas negras con furia, recuerda el sabor de las lágrimas, las palabras de odio, de dolor, le relamo por su ingratitud, por haberlo usado, por darle esperanza y por haberse quedado con el sin querer recibir méritos a cambio. Pero también recuerda un abrazo al cual se aferró cual niño pequeño, un hombro sobre el cual lloro y desahogo todo lo que tenia guardado desde que supo la verdad, desde que el cuerpo sin vida de su hermano cayo frente a él.

¿En que momento de su historia se había enamorado de He Xuan? Puede que no haya sido algo inmediato como le paso a lluvia sangrienta con su alteza real, tal vez fue algo paulatino, un sentimiento que se fue instalando en su pecho poco a poco, lentamente, y que fue llenando su corazón y rebasándolo como si de una copa se tratara. Antes no imaginaba un momento lejos de su gran amigo y ahora, mucho tiempo después no imaginaba una vida sin su esposo.

Con ayuda de He Xuan, Hua Cheng y Xie Lian regreso a ser como antaño, permitió que su cuerpo curara sus heridas y milagrosamente regreso a ser el señor del viento, con sus creyentes y templos los cuales visitaba de vez en cuando.

Fue en una de esas visitas que su vida cambio para siempre. Shi Qing Xuan pensaba que tenia una vida perfecta: Un esposo hambriento, y no solo de comida, un mejor amigo que casualmente era el emperador celestial, dos mascotas algo peculiares y Hua Cheng. Era la vida perfecta.

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