Ikigai

El paso del Tiempo

Shi Qingxuan no era una persona que aborreciera las cosas, al contrario, era agradecido con lo que tenía, con lo que los cielos le otorgaron a lo largo de su vida ya fueran cosas buenas, malas o bellas. Pero en esos momentos no podía pensar positivamente con respecto a una cosa en general: El tiempo.

¡¿a que horas se le habían crecido sus pequeños y hermosos retoños!?

Eso era lo que oscurecía su hermoso rostro mientras veía a A-Cheng jugar en lago de lotos junto con A-ying y varios discípulos más. Estaban en verano, los tres solían quedarse en el muelle de loto durante un mes en cada estación para convivir como familia y ayudar a Yanli, aunque esta vez A-Ying había rogado a su Alteza y Lluvia Sangrienta que le dejaran quedarse, aunque sea una semana.

Lo que tenía pensativo al señor del viento era que su pequeño retoño cumpliría 15 años ese año y su hermosa Yanli 19 ¡¿A qué horas paso eso?! Mientras refunfuñaba sobre el tiempo y el por qué no se podían quedar como su lindo bebe hermoso. Escucho los suaves pasos de alguien, el como dejaron una bandeja en la mesita y ocuparon el puesto al otro lado de la misma

-Mi señor del viento, creo que A-Chen se preocupara su lo ve con ese semblante- la suave voz de Fengmian tenia un toque burlesco en ella- Es duro verlos crecer, pero tiene hermosos recuerdos ¿o no? –

-General Fengmian... - saludo viéndole un momento para volver su mirada a su hijo- lo sé, y los tengo, pero eso no quita el echo de que quiero que siga siendo mi pequeño bebe- tomo su taza de te y la bebió buscando dejar de ofuscarse por algo que no estaba en sus manos-

Con el paso del tiempo el ex líder de secta se gano la confianza de ambos, tanto de He Xuan como la propia, y paso a ser general en jefe de las tropas y mano derecha de Yanli, además de ayudar en su entrenamiento. Personalmente hablo con ambos chicos pidiéndoles perdón por sus actos y jurando ante los cielos que haría lo que fuera para protegerlos. Ahora sus dos hijos lo llamaban shufu, lo cual era una alegría para el hombre.

Jiang Fengmian era un hombre correcto y justo que solo cometió el error de condenar a sus hijos por el pecado de su esposa. Ahora vestía ropas de su rango de General principal, su cabello lo llevaba largo y suelto con un adorno de plata al lado derecho y dos trenzas sobre su hombro izquierdo. Las prendas inferiores eran de una tela color vino con suaves estampados en tonos suaves, ajustadas al cuerpo con un pantalón cómodo negro y botas de cuero de igual color, llevaba dos hanfus superiores, el inferior tenia un color violeta claro cuyas mangas eran largas y estaban adornadas con bordados de en hilos de plata, el hanfu superior era sin mangas, del color característico de la secta, todo lo tenia sujeto por dos correas de cuero y una de plata, además de que llevaba la campanilla de la secta y las muñequeras de plata.

Antes de convertirse en General demostró ser una gran ayuda para Mu Qing, le ayudaba con los entrenamientos de los discípulos y enfrentándose a Yanli. En las cacerías nocturnas era de gran ayuda para los chicos y cuando la situación se ponía fea el llegaba con su elegante estilo para impedir que alguien saliera lastimado.

-General ¿Cómo esta Yu Furen? - pregunto mirándolo ahora su directamente. La salud de Madam había decaído desde unos años atrás, nadie sabia la razón, al parecer la mujer había perdido las ganas de vivir y cuando vio a Jiang Cheng la primera vez que lo trajo de regreso al muelle, hace dos años para ser exactos, casi se quita la vida en un ataque de locura.

Lo que le dijo a Jiang Cheng en ese momento fue tan espantoso como cruel, pero su hijo supo mantenerse fuerte, más que nada por el y He Xuan ya le habían contado todo antes de ir al muelle. Para su alegría su pequeño loto no tenia odio hacia la señora, y antes de que la encerraran le agradeció por haberlo liberado aquel día cuando era un pequeño.