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En cuanto llegué a casa, envié el trabajo de ______ por correo electrónico a James. Intenté llamarla por teléfono de nuevo y esta vez sí sonó, pero no hubo respuesta.
Traté de localizarla durante todo el fin de semana, pero era evidente que hacía caso omiso de mis mensajes y llamadas de teléfono. Consulté su perfil de Facebook, pero no había actualizado nada. Barajé la idea de ir a su departamento por si la pillaba en casa, pero la descarté, al menos hasta que James me devolviese el trabajo.

El domingo fue una agonía. En plena agitación interna, empecé a plantearme si lo mejor hubiera sido no haber empezado nunca la historia con ______. Si me hubiera limitado a marcharme tras haberla llevado a su departamento aquella primera noche, no me encontraría en esa coyuntura… y seguramente habría vuelto a quedar con Grace.
Y a partir de ahí los dos podríamos haber vivido felices y comido perdices por siempre jamás.
Pero yo ya no aspiraba a ese tipo de vida. No anhelaba lo previsible y seguro. Lo de Grace sería como un roto para un descosido, independientemente de lo apropiada que fuera para mí, y eso no sería justo para ninguno de los dos. Yo deseaba pasión, risas y amor. Deseaba a ______.

Tengo que recuperarla.

Por un momento me planteé si existiría el riesgo de que incumpliera su promesa y diera parte a la universidad, pero deseché la idea en cuanto se me pasó por la cabeza. Por muy enfadada que estuviera ______, no concebía que pudiera cometer un acto tan vengativo. Sin embargo, estaba claro que no tenía ganas de hablar conmigo. No respondía a mis llamadas e ignoraba la cantidad de mensajes que le había mandado suplicándole que me diera una oportunidad para verla. Yo apenas comía, dormía mal y en términos generales tenía el ánimo por los suelos. Nada que ver con lo divinamente que me había sentido últimamente.

El lunes por la mañana estaba sentado en mi despacho mordisqueándome las uñas, casi sopesando la idea de empezar a fumar con tal de tener las manos ocupadas. A esas alturas era eso, o bien ponerme a tejer, y tenía la gran sospecha de que las labores provocarían conjeturas erróneas respecto a un soltero de veintiséis años que también era amante de la poesía y el vino.

—¿Jimin? —James entró y me sacó de mi ensimismamiento. Le hice un gesto para que se sentara y reprimí las ganas de volver a llevarme las manos a la boca.

—Oye, ¿cómo vas? —preguntó, con el ceño fruncido.

Lo fulminé con la mirada.

—Bueno, es una pregunta estúpida. Estás hecho una piltrafa.

—Me Imagino. —No me había tomado la molestia de bañarme y obviamente era patente.

—¿No ha dado señales de vida? —preguntó James en voz baja.

—No. De todas formas, voy a pasarme por su casa esta noche. —La idea de presentarme allí sin previo aviso me revolvía el estómago, pero no quedaba otro remedio.

—Bueno, lo he leído —dijo James, y agarró su maletín—. Tenías razón. El trabajo es magnífico.

—¿Sí?

Jamed me lo entregó.

—Yo diría que es un magnífico punto de partida para una tesis, si es que ella se plantease ir en esa dirección. Le he puesto un sobresaliente y he añadido unos cuantos comentarios para que quede constancia de que son míos y no tuyos.

—Gracias. No sabes cuánto te lo agradezco —dije, y puse el trabajo a buen recaudo en un sobre.

—No hay de qué. ¿Te vas… a casa ahora?

—¿Tan mala pinta tengo?

James hizo una mueca.

—Igual deberías dormir un poco, vamos, si es que tienes previsto ir a su casa esta noche.

𝕀𝕟𝕟𝕠𝕔𝕖𝕟𝕥 𝕋𝕖𝕒𝕔𝕙𝕖𝕣: 𝕋𝕙𝕖 𝔹𝕖𝕘𝕚𝕟𝕟𝕚𝕟𝕘彡★𝕁𝕚𝕞𝕚𝕟 𝕪 ____★彡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora