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¿Estás bien?.

Miré de reojo a Tae antes de aflojar las manos sobre el volante y volver a fijar la atención en la calzada, pero no respondí a su pregunta. Lo cierto era que estaba muerto de miedo. Estaba a punto de hacerme pasar por gay para colarme en un club a fin de tender una emboscada a la chica de la que estaba enamorado y suplicarle que me perdonase. Llevaba de compinche a mi hermano, que era prácticamente el hombre más hetero del mundo, y a su amigo, que era «versátil», fuera lo que fuera eso. Definitivamente podía pasar por gay, pero eso por lo visto era una etiqueta, y a NamJoon le desagradaban. El cómo nos las ingeniaríamos para entrar en aquel club escapaba a mi comprensión.

Aún me inquietaba más la idea de volver a ver a ______ por fin. Confiaba en que Sophia le hubiese dado el trabajo corregido por segunda vez que había sido la causa inicial del lío en el que me había metido, y que al ver que me había ocupado de que se le pusiera la nota que merecía tal vez no se sintiera tan inclinada a recibirme a gritos. Pero el hecho de que no hubiera dado señales de vida apuntaba únicamente a que, con respecto a ella, nuestro acuerdo había acabado. Albergaba la esperanza de hacer que reconsiderase la decisión antes de que la noche tocara a su fin. El verdadero problema era que yo no tenía ni puta idea de cómo hacerlo. Había sido injusto con ella y le había hecho daño.

—No sé qué hacer cuando la vea —admití finalmente, sin apartar los ojos de la calle.

—Actúa con una actitud totalmente natural y distante —dijo TaeHyung—. Deja que ella te aborde. Las mujeres odian que los hombres no les hagan caso. Si se tratara de otro club, te aconsejaría que te pusieras a ligar con otra chica delante de sus narices. ¡Es un truco infalible!

Eso era descabellado.

—Pero ______ seguramente sospechará que he ido allí para verla. Al fin y al cabo, es un local gay.

—Ah, no hay problema. Simplemente dile que hemos ido para acompañar a NamJoon porque es una loca de la vida.

—Pero no lo soy —saltó NamJoon desde el asiento trasero.

—Vamos, amigo. ¿Es que no puedes imitar a algún gay?

—¿Que? —preguntó NamJoon—. ¡Solo son estereotipos!

—No se me ocurriría bajo ningún concepto pedirte eso —tercié rápidamente.

—Hazlo por Jimin —insistió mi hermano—. Ahora que por fin se dedicaba a follar, se encontraba mucho menos tenso.

Odiaba admitirlo, pero durante el breve periodo en que _______ y yo nos habíamos estado acostando juntos, me había sentido mucho más relajado.

—De acuerdo —accedió NamJoon con un suspiro—. Lo haré por ti, Jimin.

—Gracias —contesté—. Te agradezco mucho toda tu ayuda.

—De nada. Tengo debilidad por las historias de amor —dijo con una sonrisa burlona—. Pero, en mi opinión, deberías hacer caso omiso a los consejos de Tae.

Lo sabía.

—¿Qué tienen de malo? —preguntó mi hermano.

—Hum… Todo —respondió NamJoon—. No puede presentarse allí como si nada e ignorarla. Debería mostrarse atento y echarle flores.

—¡Ni loco! —exclamó Tae rotundo—. Entonces ella tendrá todo el poder.

Ya lo tiene.

—Ya lo tiene —dijo NamJoon, como si me hubiera leído el pensamiento—. No puede comportarse como un cabrón cuando ella sigue tan enfadada con él. Pretende recuperarla, ¿recuerdas?

𝕀𝕟𝕟𝕠𝕔𝕖𝕟𝕥 𝕋𝕖𝕒𝕔𝕙𝕖𝕣: 𝕋𝕙𝕖 𝔹𝕖𝕘𝕚𝕟𝕟𝕚𝕟𝕘彡★𝕁𝕚𝕞𝕚𝕟 𝕪 ____★彡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora