Qué problema. ¡Tremendo… problema, joder! Estaba tan descompuesto que no se me ocurría una palabra mejor para describir lo que acababa de pasar. Por un momento, barajé la idea de meterme en el auto de un salto y perseguir a ______ por la calle. Me asaltaron a la cabeza varias imágenes de películas románticas: en todos los casos la relación incipiente casi se fastidia por una metedura de pata, pero, después de un elocuente gesto, la pareja siempre acaba de una u otra manera bajo la lluvia, besándose y reconciliándose mientras se declaran amor eterno mutuamente. Pero esto era la vida real y, en vista de que, para empezar, ______ descartaba la idea de una relación, dudaba que un elocuente y romántico gesto fuese la mejor manera de proceder. Como tampoco había ni una nube en el cielo, estaba totalmente despejado.
Me quedé mirando los papeles que aún llevaba en la mano y me maldije por ser tan necio. ¿Cómo se me ocurrió plantearme que sería buena idea corregir su trabajo estando disgustado con ella?
Porque estabas borracho.
—¡Idiota! —me regañé a mí mismo, cerré la puerta y entré al departamento—. ¡Pedazo de idiota!
Tenía que arreglar las cosas. Todo había sido un malentendido. Bajo ningún concepto le habría puesto un insuficiente a ______ de haber estado sobrio. Por mucho que me sacaran de quicio sus interrupciones durante mis clases, ella siempre aportaba comentarios bien meditados y perspicaces. Estaba claro que le había puesto mucho empeño al trabajo y yo lo había echado por tierra con mis observaciones con tinta roja. Al echar un vistazo a mis anotaciones en los márgenes me avergoncé. Me planteé si ______ se las habría apañado para leerlas todas. Esperaba que no. Si al menos no lo hubiera descubierto ese día, todo habría salido bien. Yo habría visto el trabajo y lo habría repasado para ponerle la nota que merecía. ______ jamás se habría enterado y todo habría ido bien. Mejor que bien. No concebía que hubiera pasado eso, justo cuando empezábamos a progresar, y después de compartir con ella un día tan maravilloso. En ese preciso instante probablemente estaríamos en el sofá, esperando la entrega de nuestra comida a domicilio. Tal vez me habría dejado que la besara otra vez con esa ternura sin pretensiones de sexo.
Rayos, ya la echo de menos.
Tenía que hablar con ella. Con el corazón en un puño, marqué su número, pero saltó el buzón de voz. Era demasiado cobarde como para dejar un mensaje. Me froté con la mano el pecho para aliviar mi pesadumbre y respiré hondo.
Arregla esto.
Pero ¿cómo? Los gestos románticos estaban descartados. Ni las rosas, ni los bombones ni los poemas surtirían efecto ante la firmeza y tozudez de _______, que no parecía estar enamorada. Sería preciso encontrar la manera de que accediese a mantener una relación propiamente dicha conmigo, pero eso tendría que ser más adelante. Primero, necesitaba que me perdonase y, para ello, necesitaba revisar su trabajo. Por suerte, como siempre pedía a mis alumnos que entregaran una copia digital de los trabajos, apenas tardé unos segundos en imprimir una nueva versión impoluta, sin mis garabatos fruto de la borrachera. Ojalá resultara tan fácil volver a empezar con la propia ______.
Pasé la siguiente hora absorto en sus palabras solo para confirmar lo que ya sabía: el trabajo era excelente y digno de sobresaliente, si no de sobresaliente alto. No obstante, no podía presentarme como si nada en la puerta de ______, con el trabajo corregido en la mano y la pretensión de que me creyera. Ella pensaría que le había concedido la nota máxima con la mera intención de darnos otro revolcón o, peor aún, a modo de soborno para que guardase en secreto nuestro acuerdo. No, no bastaba simplemente con que le cambiase la nota. Necesitaba la opinión de alguien neutral, alguien con idéntica calificación académica a la mía.
Necesitaba a James.
—Jimin, ¿estás bien?
Alcé la vista hacia James con una leve sonrisa. Al llamarlo para pedirle ayuda, me había invitado a cenar con su familia, lo cual había sido estupendo y me había servido para evadirme de mis preocupaciones. Pero en ese momento, en el silencio del despacho que James tenía en su casa, volvieron.
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𝕀𝕟𝕟𝕠𝕔𝕖𝕟𝕥 𝕋𝕖𝕒𝕔𝕙𝕖𝕣: 𝕋𝕙𝕖 𝔹𝕖𝕘𝕚𝕟𝕟𝕚𝕟𝕘彡★𝕁𝕚𝕞𝕚𝕟 𝕪 ____★彡
Romans______ Una alumna rebelde y traviesa que sabe lo que quiere se topará con Jimin, un profesor inocente y anticuado. Sus vidas se revolucionaran y el orden que Jimin creía que tenía en su vida quedará patas para arriba. ¿Estas listo/a para leer esta...