◆9◆

749 45 9
                                    

La señorita Dawson abrió la puerta, pero no era el repartidor de pizzas. Oí el inconfundible sonido de voces femeninas.

—¡Hola! Pasábamos con el auto y…

—¡Apartate, Sophia! ¡Tengo que ir al baño!

Instantes después, empujaron a la señorita Dawson a un lado y sus dos amigas irrumpieron en el departamento sin que nadie las invitara.

—Mierda —mascullé.

Un momento, ¿acabo de decir «mierda»?
Eso no es en lo que deberías centrarte justo ahora, imbécil.

Miré fugazmente a la señorita Dawson, que seguía sujetando la puerta abierta con expresión contrariada. Por suerte, el objeto de su irritación parecían ser sus dos amigas, que en ese momento estaban estupefactas observándome fijamente como si fuera un fascinante ejemplar de museo.

—¡Joder! —exclamó la chica llamada Sophia, volviéndose hacia la señorita Dawson—. ¿No es este tu profe de literatura?

No cuando esto salga a la luz. Entonces seré el ex profesor de literatura que pide limosna en la calle con un cartel que dice: «Doy clases de literatura contemporánea a cambio de comida». Ay, Dios, voy a morirme de hambre.

La señorita Dawson resopló y cerró la puerta.

—Sí, es Jimin. —Se acercó al sillón donde yo estaba sentado y me miró de frente—. Jimin, recuerdas a Sophia y Megan, ¿verdad?—Yo asentí—. Lo siento —dijo en un hilo de voz tan imperceptible que solo yo pude oírlo.

Se giró hacia sus amigas de nuevo y se sentó en el brazo del sillón, pegada a mí. Experimenté el irrefrenable impulso de rodearla por la cintura mientras nos enfrentábamos al juicio de sus dos amigas, pero me contuve, pues eso no haría sino delatarnos aún más.

—Tengo que hacer pis sin falta —anunció Megan, y salió disparada hacia el baño—. ¡No se les ocurra decir ni mu hasta que vuelva!

Nos quedamos en silencio mientras Sophia no dejaba de sonreírnos.

—Oh, esto es absurdo —dijo finalmente la señorita Dawson, enfurruñada—. ¿Qué hacen aquí, chicas? Les dije que esta noche deseaba quedarme tranquila en casa.

—Lo siento —repuso Sophia—. Se nos ocurrió que podíamos ver una película contigo o algo. No sabíamos que tenías compañía.

Megan salió del baño y no perdió ni un segundo en preguntar a la señorita Dawson qué hacía yo allí.

—Estamos pasando el rato —respondió parcamente.

—Ja —dijo Megan, calibrándome—. La verdad es no te pega mucho. Está bueno, claro, pero no es lo que esperaba.

¡Hola, estoy sentado justo aquí!

—Perdona la intromisión —añadió.

—No pasa nada —dijo la señorita Dawson, y ladeó la cabeza para estirar los músculos del cuello.

¿Está estresada?

Sin poder contenerme, levanté la mano y le atusé el cabello. Sophia reparó en ello y sonrió. Aparté la mirada y bajé la mano, pero intuí que seguía con los ojos clavados en mí.

¿Por qué habré hecho eso?

—Miren, chicas, esto no puede salir de aquí, ¿está bien? —dijo la señorita Dawson en tono severo—. Sería una mierda para los dos si la gente se enterara de que nos estamos viendo fuera de clase.

Ambas asintieron.

—¿Desde cuándo? —preguntó Megan.

—Solo desde hace una semana —me oí responder a mí mismo.

𝕀𝕟𝕟𝕠𝕔𝕖𝕟𝕥 𝕋𝕖𝕒𝕔𝕙𝕖𝕣: 𝕋𝕙𝕖 𝔹𝕖𝕘𝕚𝕟𝕟𝕚𝕟𝕘彡★𝕁𝕚𝕞𝕚𝕟 𝕪 ____★彡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora