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Luego de haberme dicho que me mataría(noten el humor), aceleró, las llantas chirriaron por el contacto de las ruedas con el asfalto mojado. Yo me quedé atontada con su respuesta, lo había dicho tan serio que cualquiera creería que me mataría y luego me arrojaría por algún lado.

— ¿A-A adónde me llevas? — Pregunté entre balbuceos.

Izan me miró, y vio mi cara bien asustada y arrojo una risa tan, tan divertida(?, que se me pusieron los pelos de punta.  Si no me encontraste en esta situación me hubiera quedado embobada con su risa perfecta, pero no estaba en una muy buena situación.

Mientras el se reía, yo buscaba con la mirada cosas para defenderme, podría darle con la mochila en la cara y tirarme del auto, luego de pensarlo mejor preferí no hacerlo ya que me podría lastimar o chocar un auto. Así que estaba entre la espada y la pared, no sabía que hacer.

— Me entendiste mal niña, no te haré nada raro. iremos a una fiesta con unos amigos y luego te llevaré hacia tu casa —
Cuando me dijo eso me miró a los ojos y en sus labios tenia plantada una sonrisa llena de diversión. Y eso es lo que más me molestó, además ¿quién se  creía que era para llevarme hacia tal lugar sin pedir mi consentimiento?
En cierta parte yo también tengo la culpa por haberme subido al coche sin conocerlo de nada, soy muy tonta, tengo que dejar de confiar tanto en las personas que tienen cara de personas fiables ya que esas suelen ser las peores.

— Yo no iré a esa fiesta,¿podrías frenar el auto? me iré caminado no necesito que me lleves a ningún lado. No eres nadie para querer llevarme hacia un lugar sin mi consentimiento— Pronuncie molesta.

— Tarde niña, la próxima fíjate bien con quién sales — Al decir esto freno en una casa, no que casa ni nada. Esto era una mansión, afuera de la mansión se encontraban bastantes autos pero no autos comunes. Eran  autos de las personas que le sobraban los billetes. Atravez de las cortinas de las ventanas se podrian ver las luces de colores que ponen en las fiestas. Se veía todo tan lindo, que me había quedado con la boca habierta.

— Baja rápido que nos mojaremos. — Estaba tan embobada con la casa que no ví cuando Izan había bajado del auto para abrirme la puerta, si no era por qué la puerta se abrió y el apareció delante de mí no me hubiera dado cuenta que el había bajado del auto.

Baje del auto como toda niña inocente que entraba a un nuevo paraíso, pero no había mucha diferencia ya que esto me parecía el paraíso, nunca en mi vida había venido en una de estas fiestas y siempre fue uno de mis sueños. En ese momento no me importaba estar bajo la lluvia.

—¿Es tuya la casa? — Le pregunté al pelinegro.

— No. Es de un amigo, Y ya deja de mirar tanto parece que nunca en tu vida has visto una casa. Deja de mirar tanto y apúrate que nos mojaremos — Al terminar de formular dichas palabras el pelinegro agarro mi mano y empezó a correr hasta llegar hacia la puerta de la mansión. Si no estuviese tan boba pensando en lo que estaba pasando ya le hubiera soltado la mano, pero es que no lo había llegado a procesar del todo.
Cuando llegamos a la casa. El pelinegro aprieta el timbre y después de unos segundos aparece un chico rubio de ojos celestes y nos deja pasar.

— Te tardaste bastante, hermano — Dijo el ribio y palpo su hombro y dirigió su mirada hacia mi.

— ¿Quien es esta bella dama?  — Pregunto el rubio.

Me estaba por presentar, por qué aunque me hayan secuestrado tenía que ser educada. Pero el pelinegro me interrumpió.

— Saia, se llama Saia. Vino bastante gente, me dijiste que no invitarias tantas personas, gilipollas. Siempre es lo mismo contigo —  Mientras decia aquello entro conmigo de la mano para el centro de la casa acompañado de su "amigo".

Amor soñado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora